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La Batalla de Stalingrado

Imagen de la ciudad de Stalingrado

Hasta 1942 los ejércitos de la Wehrmacht de Adolf Hitler avanzaban imparables por la Unión Soviética. La Operación Barbarroja estaba siendo un descomunal éxito. El Ejército Rojo de Joseph Stalin estaba siendo arrollado una y otra vez y los alemanes se encontraba a las puertas de la capital: Moscú. La hegemonía total de Alemania se estaba decidiendo en las vastas estepas rusas, pues los nazis campaban a sus anchas por toda Europa. Solo Gran Bretaña y la Unión Soviética seguían resistiendo.La batalla de Stalingrado vendrá a ser la primera prueba de fuego para los triunfantes ejércitos alemanes.

¿Qué fue la batalla de Stalingrado?

Mitificada hasta la saciedad, la batalla que se desarrolló en sus calles fue uno de los hitos que ha perdurado hasta nuestros días. En la batalla de Stalingrado afloró lo mejor y lo peor del ser humano. La desesperada resistencia soviética, que sacrificó miles de vidas por conservar cada metro, cada edificio de la ciudad, vino a echar por tierra la imagen de invencibilidad que hasta el momento poseía el ejército nazi. Entre sus calles, plazas y fábricas, en una violenta y sangrienta lucha entre dos enemigos ideológicos antagónicos, el nazismo y el comunismo, se forjó el destino de la Segunda Guerra Mundial y el curso de la historia.

Esto es una historia de lo que allí ocurrió: el desarrollo de los acontecimientos, todos los protagonistas, las decisiones que se tomaron y el desenlace. Quédate y descubre este periodo fascinante de la historia.

El avance alemán

A principios de 1942 el optimismo alemán estaba justificado. Creían que la guerra estaba a punto de terminar ya que el avance por las estepas rusas, sin mucha oposición, estaba siendo increíblemente rápido.

Los planes originales no preveían la toma de la ciudad de Stalingrado. El objetivo básico eran los yacimientos petrolíferos del Cáucaso, esencial para terminar con la capacidad combativa de los soviéticos. Pero entre estos y el ejército alemán se encontraba la ciudad del Volga.

En el plan original los Grupos de Ejércitos A y B, que se ocupaban de la ofensiva sur de la Operación Barbarroja, era dirigirse allí y tomar la ciudad. El Grupo A estaba comandado por el mariscal de campo List e incluía los 17 y 1ª Ejércitos de carros. El Grupo B al mando de Fedor von Bock, se componía del IV Ejército Panzer y el VI Ejército.

Operación Barbarroja. Sálivan

Fue Hitler personalmente el que ordenó al VI Ejército que se apoderase de Stalingrado ante las informaciones que había recibido el servicio secreto alemán acerca de la debilidad de las líneas defensivas enemigas en aquel lugar.

El VI Ejército

El VI Ejército estaba comandado por el general Friedrich von Paulus de 52 años, típico militar alemán profesional cumplidor de órdenes. Era un hombre al que solo le interesaban los temas militares, dejaba la política para los políticos. Paulus tomó el mando supremo del VI Ejército gracias a la repentina muerte de su predecesor, el mariscal de campo Reichenau, convencido nazi. Paulus ordenó parar las matanzas indiscriminadas de civiles rusos que se producían en la retaguardia de su ejército y que Reichnau apoyaba sin fisuras.

Su primera batalla importante en su nuevo flamante puesto se produjo en Járkov donde los soviéticos lanzaron una ofensiva que fue frenada por su ejército, logrando una gigantesca maniobra envolvente que cercó a más de 200.000 soldados enemigos.

El VI Ejército siguió avanzando tierra adentro sin descanso. Era imparable y sus oficiales tenían la moral muy alta. A pesar de lo extraordinariamente bien que iban las cosas al general le preocupaba algo: el flanco izquierdo de su ejército. Compuesto por tropas de los países satélites o sometidos al Tercer Reich (Hungría, Italia y Rumanía), para Paulus no era un flanco muy de fiar y confiaba poco en su tenacidad a la hora de luchar para defender a su ejército. Hay que señalar que estas tropas, que eran la peor preparadas y equipadas de la Wehrmacht, tendrían una dura prueba de fuego en Stalingrado, pero no adelantaremos acontecimientos.

La Operación Azul

Hitler estaba obsesionado con arrebatar los recursos petrolíferos a Rusia, y la Operación Azul se planificó precisamente para eso. Con el petróleo en manos alemanas, Stalin se vería obligado a capitular.

El 28 de junio da comienzo la Operación Azul. El IV y el VI Ejércitos avanzan hacia Vóronezh haciendo retroceder a los rusos una vez más. La retirada se llevaba a cabo bajo un plan preconcebido: se quería organizar la resistencia en otro lugar.

Hitler veía cada vez con más claridad que el enemigo estaba derrotado, punto de vista que no compartían sus oficiales. En su arrogancia, el Füher ordenó separar el Grupo de Ejércitos A, que se dirigió al Cáucaso, del Grupo de Ejércitos B, que se le ordenó atacar Stalingrado. Esta decisión fue determinante en los acontecimientos futuros y demostró ser un error que subestimaba las capacidades del enemigo.

Imgen de la lucha en Stalingrado
Imagen de la lucha en Stalingrado en octubre de 1942

Ante la insistencia de sus oficiales para que diera marcha atrás a su decisión, Hitler adoptó una solución intermedia y ordenó que el IV Ejército Panzer diera la vuelta y se uniese al VI Ejército. Paulus estaba un poco más aliviado al comprobar que estaría más reforzado.

El Ejército Rojo

Joseph Stalin aún seguía conmocionado ante la repentina declaración de guerra de Alemania y la fulgurante invasión. No había querido creer a sus espías cuando le advirtieron de las intenciones nazis. Ahora las avanzadillas alemanas veían con sus prismáticos las torres del Kremlin.

Con respecto a la ofensiva en el sur del país, Stalin conocía muchos detalles sobre la Operación Azul gracias a su red de espías en Suiza. El Estado Mayor (STAVKA) elaboró un plan para replegar las unidades soviéticas lo más lejos posible del río Volga con la intención de obligar a los alemanes a pasar el próximo invierno en una región descubierta.

Pero los planes cambiaron cuando la STAVKA se enteró de la división de las fuerzas alemanas. Stalin tomó la decisión trascendental de hacerse fuerte en la orilla occidental del Volga y ordenó el 21 de julio al Soviet de Stalingrado que se preparase para un asedio.

La ciudad construyó un anillo fortificado que la rodeaba para hacer frente al ejército enemigo y resistir el mayor tiempo posible. Por su parte el Primer Ministro soviético encargó al oficial Andréi Ivánovich Yeremenko la colosal responsabilidad de la defensa de la ciudad, con las indicaciones de parar la ofensiva enemiga y resistir a toda costa.

La ciudad se prepara para el asedio

La Historia siempre nos da sorpresas y Stalingrado fue una de ellas. La ciudad que Hitler no tenía intención de tomar, y que en los planes de Stalin no estaba defenderla, se convirtió de la noche a la mañana en el campo de batalla donde se decidiría el destino de ambos ejércitos.

En aquél momento la ciudad estaba poblada por 500.000 personas y se había convertido en un centro industrial que abastecía de cañones, tractores, tejidos, maderas y productos químicos a todos los lugares de la Unión Soviética.

Mapa de la ciudad de Stalingrado
Mapa de la ciudad de Stalingrado sobre el río Volga. 1942

Yeremenko situó en el centro de la urbe su puesto de mando subterráneo donde coordinaría la defensa. Desde este cuartel general dio orden de que se recogiese a marchas forzadas toda la cosecha de trigo para que no cayese en manos alemanas y así abastecer a la población ante el inminente asedio. Los agricultores se aprestaron a ello bajo un sol de julio abrasador y los constantes ametrallamientos de los Stuka alemanes. Gran cantidad de grano y de cabezas de ganado consiguieron ser trasladados al este antes de la llegada del enemigo.

Al mismo tiempo se afanaban por organizar un plan para defenderse. Se inspeccionó el terreno poco favorable para una defensa y trazó una franja de 32 kilómetros donde se organizaría la resistencia, aunque Yeremenko pensaba certeramente que más tarde que temprano los soldados tendrían que dar sus vidas defendiendo calle por calle.

La evacuación de la ciudad había sido decretada poco antes para ser trasladada a las lejanas regiones del este, pero no todos consiguieron salir.

La ofensiva hacia el río Don

En la batalla de Ostrov el VI Ejército había conseguido destruir al LXII Ejército ruso y una gran parte de su I Ejército de carros. 57.000 prisioneros eran enviados a la retaguardia alemana. Ante este nuevo revés Yeremenko trató de organizar operaciones desesperadas de contención. Mandó resistir hasta el último hombre en Abganerovo, donde se enviaban ataques suicidas que trataban de retrasar el avance alemán y así salvar el flanco sur de su ejército.

A pesar de las instrucciones de los oficiales soviéticos sus tropas no fueron capaces de resistir el arrollador avance del enemigo. En su retirada se destruyó el importante puente de Kalach que atravesaba el río Don, último obstáculo antes de llegar a la ciudad del Volga.

Los alemanes construyeron rápidamente pontones y el 23 de agosto el VI Ejército cruzó el río y se encaminó resueltamente hasta el Volga. El cerco a Stalingrado se iba cerrando cada vez más. Yeremenko recibió informaciones del servicio secreto acerca de las intenciones del enemigo: un vasto movimiento en tenaza, con el VI Ejército en el ala izquierda y el IV Panzer en el ala derecha, con el propósito de atrapar a sus tropas.

Gracias a la intervención de Nikita Serguéievich Jruschov (emisario político y futuro primer ministro de la Unión Soviética), Stalin respaldó la idea de defensa propuesta por Yeremenko y le concedió más responsabilidades.

Andrey Yeremenko
Andrey Yeremenko, el elegido por Stalin para detener al ejército alemán en Stalingrado. Licencia

Los primeros soldados alemanes entraron en los suburbios de Rinok, al norte de la cuidad y siguieron a los tranvías que todavía seguían circulando. La batalla más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de dar comienzo.

La batalla llega a Stalingrado

La ciudad pronto se despertó con la noticia de la llegada del enemigo. El Presidente del Soviet de la ciudad, Pigolev, alertó a su población pero sin dar más información de la necesaria para que no cundiese aún más el pánico. Lo que estaba ocurriendo realmente es que los tanques alemanes avanzaban ya por el norte de la ciudad.

Los batallones de milicias de trabajadores se dirigieron a las barricadas de obreros que se habían levantado para intentar detener al enemigo. Stalingrado, en movimiento frenético, se aprestaba a defenderse. Los comisarios políticos mandaban instrucciones a miles de trabajadores y les daban un arma con escasa munición.

La primera oleada de bombardeos aéreos de la Luftwaffe inauguró el enfrentamiento. Más de 600 aviones, entre Stuka y Ju-88, se lanzaron en picado sobre la ciudad causando casi 40.000 muertos y destrozando gran parte de sus edificios.

La estrategia alemana

Von Paulus había trazado un plan que sobre el papel era coherente: se quería aislar la ciudad por la parte norte para evitar que los soviéticos recibiesen refuerzos. De esta manera se separaba Stalingrado del supuesto frente ruso.

Al norte el fuego de la artillería alemana cayó sobre las trincheras rusas. Inmediatamente después avanzaron los blindados que tuvieron que retirarse ante la imprevisible resistencia de los trabajadores parapetados en sus zanjas.

En otras partes los alemanes también estaban sufriendo la inesperada resistencia rusa, incluso en algunos casos los soviéticos se atrevieron a llevar a cabo ofensivas. Todo esto pilló muy sorprendidos a los oficiales germanos que estaban convencidos de que la caída de la ciudad era cuestión de tiempo.

Tras los primeros bombardeos Stalingrado aparecía destrozada. El centro, con su famosa Plaza Roja, estaba completamente destruido. La gente se agolpaba en la orilla del Volga para coger un trasbordador que les llevase al otro lado del río, hacia la salvación. Atrás dejaban a familiares o conocidos muertos, o trabajando como personal indispensable en las fábricas que aún seguían funcionando.

Mientras la gente se agolpaba para cruzar el río los Stuka aparecieron bombardeando el atestado malecón. El caos fue tremendo. Masas de gente se movían de un lado para otro en un intento por salvar la vida. Los aviones ametrallaban en picado a todos los navíos que cruzaban el río. Esto sería una constante durante todo el asedio.

Una guerra de resistencia

Mientras los rusos hacían malabares para contener a la 16 División Panzer del general Hans Hube en los suburbios del norte, la fábrica de tractores se había establecido como la siguiente línea de resistencia. Los alemanes pronto llegarían a ella.

Imágenes reales de la batalla de Stalingrado. SUPERNOVA

Sin embargo a los atacantes les estaba costando traspasar la terca resistencia rusa. Se atascaron al norte sin poder llegar al complejo de fábricas de la ciudad, donde se estaban organizando de nuevo los soviéticos.

Los tres días siguientes la firmeza de los defensores continuaba. Al norte y al sur seguían manteniendo las posiciones pero era ya evidente el agotamiento que estaban sufriendo.

Gueorgui K. Zhúkov

El 27 de agosto Stalin llamó al mariscal Zhúkov. Era un campesino de 46 años que había ascendido en el escalafón militar gracias a sus victorias en los campos de batallas. En 1939 rechazó un ataque japonés por sorpresa en Manchuria. Eso aumentó su prestigio, salvándose sorprendentemente de las purgas estalinistas.

Imagen del mariscal Zhúkov.
Imagen del mariscal Zhúkov.

En 1941 fue enviado a Leningrado para detener el avance alemán. Consiguió imponer disciplina en la ciudad y aguantó el cerco. Más tarde fue reclamado en Moscú donde también detuvo a la Wehrmacht a las mismísimas puertas. Sin duda el invierno también ayudó. Su hoja excelente de servicios y su talento fueron ahora demandados por Stalin para luchar en el Volga. Se le ordenó al mariscal que se hiciese cargo personalmente de la estrategia global en aquella región.

Stalingrado queda aislda

Al norte la 3ª División Motorizada y la 16 División Panzer al fin lograron unirse, quedando bloqueado cualquier intento soviético de penetración procedente del norte para reforzar la cuidad, que solo tenía a sus espaldas el río Volga como única arteria de comunicación.

En el frente central los rusos contaban solo con 25.000 hombres para frenar al VI Ejército. En el flanco izquierdo, al sudoeste de la ciudad, se había podido organizar una línea defensiva que estaba creando grandes quebraderos de cabeza a los alemanes.

Cansados de la férrea resistencia, se intentó una ofensiva en el flanco izquierdo de Stalingrado, en el que se planeó un ataque que desbordase a las tropas rusas. Yeremenko vio al instante lo que pretendían los alemanes y ordenó una retirada para que no se viesen copados. Se produjo un desordenado movimiento que abrió las puertas de Stalingrado a los ejércitos de Paulus.

Aunque el 2 de septiembre se había completado la pinza, la mayoría de tropas enemigas habían podido escapar y se dirigían a tomar posiciones en todos los edificios y calles de la ciudad.

Guerra de guerrillas urbana

Cuando los tanques alemanes penetraron por las calles dio comienzo un nuevo tipo de guerra para la cual el ejército alemán, tan eficaz en las estepas rusas, no estaba preparado. Quedaron atrás los fulgurantes avances diarios, ahora sus blindados se empantanaban en estrechas calles y escombros donde eran constantemente hostigados con cócteles Molotov. Los francotiradores rusos aparecían por todas las ventanas diezmando a las tropas alemanas. La artillería, tan eficaz en las batallas a campo abierto, ahora era ineficaz a la hora de apuntar objetivos que se escondían entre edificios derruidos y escombros. El coste en vidas para los alemanes estaba siendo espantoso.

Mapa de la batalla de Stalingrado, 1942-1943. Licencia

A pesar de la desmoralización general y de las continuas deserciones rusas, sus tropas se parapetaron tras los edificios de la ciudad y allí establecieron el frente de guerra. El cuartel general de Yeremenko fue trasladado al otro lado del Volga debido a los constantes bombardeos. La ciudad ya no era segura.

El 14 de septiembre la 71 División alemana entró en el centro de Stalingrado. Pero cuando siguieron avanzando las bajas aumentaron de forma repentina. Francotiradores y artillería camuflada rusas los diezmaban. La intención de Paulus era apoderarse del embarcadero de transbordadores en el Volga, lo que ocasionaría el total y definitivo aislamiento de la ciudad. Justo en el momento en el que los rusos defendían el embarcadero, recibieron el crucial refuerzo de la 13 División de la Guardia. Estos, venidos del otro lado del río, cayeron a miles sobre el enemigo y consiguieron detenerlo. El embarcadero seguía a salvo, aunque no se sabía por cuánto tiempo más.

Imagen de la lucha en Stalingrado
Asalto soviético a una posición alemana en Stalingrado. Licencia

El avance para conquistar la ciudad era exasperante y  las pérdidas eran elevadas. Una nueva ofensiva alemana consiguió finalmente tomar el embarcadero principal, donde el día anterior habían estado cruzando barcos atestados de heridos a un ritmo frenético. A pesar de este varapalo, Yeremenko ordenó buscar otras vías de abastecimiento a través del río en los puntos que su ejército aún conservaba.

El VI Ejército ya dominaba varios kilómetros de la costa del Volga. Solo quedaba por desalojar al enemigo en el distrito fabril del norte. Las 6 semanas de asedio le habían costado a Paulus la friolera de 6.700 de sus soldados muertos y 31.000 bajas, el 10% del VI Ejército, y todavía la ciudad no se había rendido.

Vasili Zaitzev vs Konings

En la dura batalla en torno a la ciudad pronto resonó el nombre de Vasili Zaitzev. En el corto plazo de 10 días había terminado con la vida de 50 alemanes. Pronto los corresponsales del régimen, ansiosos por buscar héroes que mantuvieran la moral rusa, elevaron su figura de forma pública. La legendaria precisión de este francotirador la aprendió de joven cuando iba a cazar ciervos en los bosques de los Urales. Los periódicos escribían sobre la capacidad que tenía de matar al enemigo con una sola bala.

Imagen de Vasili Zaitzev
Fotografía de Vasili Zaitzev condecorado con la Orden de Lenin

El 20 de septiembre de 1942 llegó a Stalingrado con la 284 División. Pronto destacó por su extraordinaria puntería y fue elevado a héroe nacional. Las pérdidas alemanas provocadas por el fuego de su fusil llamaron la atención de los oficiales alemanes. Decidieron llamar a Berlín para que viniese el comandante Konings, un distinguido francotirador alemán, para que matara a Zaitzev.

Un enfrentamiento épico

Zaitzev, ajeno a la amenaza que se le cernía, siguió con sus actividades y empezó a enseñar a otros rusos su especialidad. Entre ellos se encontraba la soldado rusa Tania Chernova, con la cual comenzó a tener una relación.

Al héroe nacional de la Unión Soviética le informaron que un tal Konings había llegado a Stalingrado para acabar con su vida. Desde el primer momento el equipo de francotiradores de Zaitzev buscó al alemán, pero no aparecía. En contra de la opinión de sus compañeros, Zaitzev quería aguardar a que hiciera acto de presencia de algún modo. Era necesario tener paciencia.

Enemigo a las Puertas (2001). Jean-Jacques Annaud. El tirador solitario

Un día dos francotiradores soviéticos aparecieron muertos. Era el sello de Konings, el alemán se había puesto en acción. Durante tres días Vasili Zaitzev y su acompañante Kulikov esperaron agazapados a que el francotirador nazi volviera a actuar. Uno de esos días fue herido un acompañante de Zaitzev por un disparo. Konings estaba en frente de ellos, escondido entre las ruinas, y los tenía a tiro.

El mejor francotirador de la Unión Soviética

Vasili se movió por las trincheras para que la puesta de sol de aquella tarde quedara a sus espaldas, lo que provocaría que la mirilla del fusil del alemán resplandeciese, revelando su posición exacta. Y tal como ingeniosamente lo había planeado Vasili, al atardecer observaron unos destellos entre las ruinas que tenían justo en frente. ¡Ahí estaba!

Kulikov levantó su casco por encima del parapeto para tenderle una trampa. El alemán disparó y Kulikov fingió caer chillando para hacer más real la escena. En ese momento Konings levantó levemente la cabeza para ver a su supuesta víctima. Una sola bala del fusil de Vasili Zaitzev le alcanzó justo entre los ojos y el cuerpo sin vida cayó hacia atrás junto a su fusil.

Zaitzev terminó siendo condecorado con el mayor honor del país, la Orden de Lenin. Este épico enfrentamiento ha sido llevado al cine en la película Enemigo a las Puertas.

La desesperada situación rusa

El coste que estaba ocasionando conservar el 10% de la ciudad que todavía les quedaba provocó un número extremadamente elevado de bajas. Hacia octubre se habían trasladado a través del Volga a más de 100.000 soldados, lo equivalente a 7 divisiones, y esto a pesar de que el embarcadero principal estaba en manos enemigas. Pero Chuikov, el oficial que Yeremenko había ordenado organizar la resistencia en la propia ciudad, había encontrado otras rutas por donde pasar a las tropas.

En la orilla contraria los aterrorizados soldados aguardaban el transbordador que les llevaría al infierno de Stalingrado. Los comisarios políticos se encargaban de que no hubieran deserciones durante la travesía, siempre animando a gritos a los temblorosos soldados.

Enemigo a las Puertas (2001). Jean-Jacques Annaud. El tirador solitario

La importancia de la batalla

Embarcaban en los trasbordadores que cruzaban las aguas lentamente. Esa lentitud los hacía prácticamente tumbas flotantes. Normalmente el traslado se hacía al abrigo de la oscuridad, pero cuando los alemanes se percataban inmediatamente apuntaban su artillería hacia el río y mandaban a los Stuka. Entonces estallaba el infierno. Muchas barcazas eran destruidas y los comisarios políticos gritaban por encima del estruendo de las bombas para que ningún soldado se moviese de su sitio. Por si acaso mantenían siempre la mano cerca de la pistola enfudada por si la tropa decidía tirarse al agua desde el transbordador en un intento de salvar sus vidas y escapar de los ataques. Pero muchos, empujados por el terror que sentían, se tiraban y los comisarios disparaban a los cuerpos que se agitaban río abajo.

La locura de Stalingrado estaba llegando a cotas impredecibles. Los soldados que tan peligrosamente cruzaban el Volga morían después a miles en la ciudad. Los oficiales eran conscientes de que los soldados dejaban de existir tan rápidamente como eran repuestos. Los soviéticos estaban al borde del colapso.

El último intento alemán

Paulus dio la orden de llevar a cabo la ofensiva final para tomar de una vez por todas la cuidad. El VI Ejército recibió refuerzos gracias a la autorización de Hitler, y ahora el plan se basaba en lanzar la 24 División hacia el sector de las fábricas.

Imagen de Stalingrado durante la batalla
Imagen de Stalingrado durante la lucha (1943)

Chuikov se preparó para el ataque final y ordenó obstaculizar al enemigo con pequeños ataques. La realidad para el propio Chuikov era que sus fuerzas habían llegado al límite. Pero también se estaba haciendo patente que los alemanes estaban en un punto crítico. Cansados y desmoralizados por la abrumadora cantidad de bajas, se había dejado atrás ese optimismo que les había acompañado cuando arribaron a la ciudad.

Y para colmo de males los soldados alemanes vieron impotentes como los aviones soviéticos se estaban haciendo dueños del cielo. Desde sus plataformas de lanzamiento fuera de la cuidad, fueron logrando poco a poco el control del espacio aéreo, atacando y entorpeciendo a los incrédulos alemanes. Llegados a esta punto se estaba dejando ver que ninguno de los dos bandos tenía la fuerza suficiente para imponerse.

Desesperados, los germanos hicieron llegar al 336 batallón de zapadores, soldados expertos en la lucha urbana y cuyo objetivo era eliminar la última resistencia enemiga. El 7 de noviembre los zapadores lanzaron sus ataques para tomar las fábricas. Varios días después, los 5 batallones que contaban con 3.000 hombres se habían visto reducidos a un tercio, y no habían logrado ninguno de sus objetivos.

El invierno estaba llegando y los témpanos de hielo comenzaron a bajar por el Volga, obstaculizando el transporte de tropas y abastecimientos. Los trozos de hielo se fueron haciendo cada vez más grandes mientras los oficiales rusos los observaban impotentes. Hasta que el río no se helase en su totalidad el transporte por el Volga sería imposible, lo que significaría su perdición.

La Operación Urano

Los mariscales Zhúkov y Vasilevski se reunieron en Moscú con Stalin para trazar un plan en Stalingrado. Se quería llevar a cabo una contraofensiva en dicho sector rompiendo las defensas del flanco norte alemán, a lo largo del Don, y también de su flanco sur. Estas dos tenazas rusas se cerrarían en las cercanía de la cuidad de Kalach con la intención de atrapar a la mayor parte del VI Ejército.

Tanques T-34 rusos
Fila de blindados T-34. Fue el tanque estrella de los soviéticos durante toda la Segunda Guerra Mundial

Paulus recibió noticias de la concentración de tropas enemigas al norte del Don. Visiblemente cabreado siguió quejándose amargamente de la escasez de hombres y material. Confiaba en que Hitler reforzara su flanco izquierdo que tanto temía.   

A 200 kilómetros al noroeste de Stalingrado, 200.000 soldados rusos, artillería pesada, cientos de carros y casi 10.000 caballos se estaban concentrando. Ante las informaciones que le estaban llegando, Paulus ordenó que la 22 División Panzer se trasladase al poco fiable flanco izquierdo para reforzarlo.

Zhúikov inspeccionó los preparativos en el frente y acodaron que la operación diera comienzo el 19 de noviembre. Un día después se produciría el contraataque en el sector sur. Todas las esperanzas estaban puestas en este ataque.

El hundimiento del flanco izquierdo

A las 6:30 de la mañana del 19 de noviembre de 1942, entre las poblaciones de Serafimóvich y Klástskaia, a 150 kilómetros al oeste de la ciudad sitiada, comenzó la ofensiva con el estrepitar masivo de miles de cañones rusos. Las explosiones mermaron las posiciones rumanas del flanco izquierdo del VI Ejército. Inmediatamente después del bombardeo de artillería, cientos de T-34 del 5ª y el 21ª Ejércitos Blindados tomaron al asalto las posiciones de los soldados rumanos. El frente comenzó a desmoronarse y Paulus envió al 48 Cuerpo Panzer para que detuviese la penetración soviética. Los peores temores alemanes se habían hecho realidad: el flanco izquierdo se retiraba en desbandada.

La ofensiva por el sur

A las 10 de la mañana del 20 de noviembre empezó la segunda fase de la Operación Urano: la ofensiva sur rusa contra el flanco derecho alemán. La artillería barrió las posiciones rumanas cuyos soldados huyeron. El 64, 57, y 51 Ejércitos penetraron rápidamente por las líneas enemigas.

Avión Stuka sobre Stalingrado
Stuka alemán sobre la ciudad de Stalingrado

Paulus ordenó enviar a la 29 División Motorizada para contener el arrollador avance de los ejércitos de Yeremenko. La 29 División consiguió sorprender el flanco derecho de la ofensiva soviética y la paró en seco. Sin embargo el 21 de noviembre la división recibió la inexplicable orden de retroceder y proteger la retaguardia del VI Ejército. Fue un grave error que pagarían muy caro.

Las decisiones de Hitler

Temiendo la ruptura de sus dos flancos, que tendría unas consecuencias imprevisibles, Paulus estaba de acuerdo con retirar al VI Ejército de Stalingrado a posiciones situadas a más de 150 kilómetros. Esto en la práctica significaría la retirada de un ejército alemán por primera vez en la guerra. Sus intenciones fueron comunicadas al comandante del Grupo de Ejércitos B, y este a su vez, a Prusia Oriental. Hitler fue claro y preciso prohibiendo tajantemente cualquier retirada.


ALTAMENTE SECRETO
Grupo de Ejércitos B
21 de noviembre de 1942, 15.25 horas

¡Urgente!
A: CG VI Ejército.
Orden del Führer:

El VI Ejército conservará sus posiciones pese a una amenaza temporal de envolvimiento… Se debe mantener abierto el ferrocarril todo el tiempo posible. ¡Siguen órdenes relativas al abastecimiento aéreo!

El Estado Mayor del VI Ejército se quedó asombrado con la orden de Hitler. Si los alemanes eran rodeados, ¿cómo se abastecería a los 250.000 hombres que luchaban en Stalingrado? La solución que se ofreció era la única posible si entre los planes no estaba la retirada: por aire. Sin embargo el mal tiempo imposibilitaba toda la operación.

La presión soviética era cada vez mayor. Al norte se había apoderado del estratégico puente de Kalach sobre el Don, mientras al sur avanzaban rápidamente para terminar de cerrar la pinza.

Imagen de soldados alemanes en Stalingrado
Soldados de la 24 División Panzer tomando la estación sur de Stalingrado

Paulus rogó una vez más que se le concediese la oportunidad de retirarse por la zona sur al oeste del Don donde los rusos no habrían alcanzado a cerrar la bolsa. Era la manera de salvar al VI Ejército pero Hitler seguía empeñado en su idea de sostener las posiciones.

Se cierra el cerco

Poco antes de las 4 de la tarde del 22 de noviembre las dos fuerzas rusas, la del norte y sur, consiguieron enlazar a las afueras de la ciudad de Sovietski. Los soldados, llenos de alegría, bailaron y cantaron sobra la nieve. Habían logrado atrapar en una gigantesca bolsa a más de 250.000 soldados enemigos. No tardó la propaganda soviética en difundir el éxito.

Aún así Paulus había organizado una escapada para su ejército, ahora que todavía era posible. Concentró blindados, artillería e infantería para romper el aún frágil cerco y forzar un paso para retirar a sus fuerzas. Pero para ello debía recibir la autorización de Hitler, y cada minuto contaba.

El 24 de noviembre un Hitler visiblemente cabreado ordenó a Paulus que estableciese unas líneas defensivas en “forma de erizo” que debían conservarse a toda costa. Los suministros les llegarían por aire. Fue la sentencia final para el VI Ejército. Paulus, incapaz de insubordinarse, acató resignadamente la orden.

Pero el propio Hitler no estaba muy seguro de si se podría llevar a cabo la operación de abastecimiento por el aire. El mariscal de Reich de la Luftwaffe, Hermann Goering, prometió que se podría realizar. Con más fe que razón Hitler asumió los postulados de Goering a pesar de que la mayoría del Estado Mayor lo consideraba algo imposible.

El caldero

A pesar de las promesas de Goering el abastecimiento por aire no se estaba produciendo satisfactoriamente. Se calculaba que el VI Ejército necesitaría 700 toneladas diarias de material de guerra, combustible y alimentos, pero apenas llegaban 100. La mayoría de las veces el tiempo no dejaba despegar a los Ju-52. El invierno había llegado implacable a las estepas rusas y sus ventiscas de nieve imposibilitaban cualquier acción.

Mapa del cerco de Stalingrado
Mapa de la situación del VI Ejército tras ser rodeado por el Ejército Rojo en la Operación Urano

Con estas dificultades se redujo a la mitad el rancho de los soldados, muy castigados ya por las brutales temperaturas que en algunos casos llegaban a los menos 30 grados. Las municiones empezaron a escasear, así como la gasolina para los blindados.

Entre los soldados comenzó a llamarse al cerco Der Kesser (caldero), donde cientos de miles de hombres se concentraban aguantando el hambre, las epidemias y la amenaza constante de un enemigo que les rodeaba.

Operación Tormenta de Invierno

La situación del cerco se hacía insostenible. El general Manstein, jefe del Grupo de Ejércitos A, organizó la operación Tormenta de Invierno con la intención de romper la bolsa desde fuera, penetrar hacia el VI Ejército y abrir un corredor para abastecerlo.

A las 5.15 del 12 de diciembre, la 6ª División Panzer se desplegó hacia el nordeste. Era la última esperanza que les quedaba a los soldados atrapados. La ofensiva comenzó con fuerza y los soviéticos enviaron al II Ejército de la Guardia, en la reserva, para taponar la penetración alemana.

Tras 4 días de ataques las tropas de Manstein se atascaron. Por su parte Paulus, que había convenido con Manstein lanzar un ataque en el mismo punto para forzar a los rusos y romper el cerco, carecía de combustible necesario para poder mover a sus blindados.

El intento falló. Manstein se dio cuenta que sus ejércitos eran incapaces de romper el cerco y mucho menos de mantener un corredor para abastecer a los hombres de Paulus. Con este panorama poco favorable el comandante de los Grupos de Ejércitos A se comunicó con Hitler y le suplicó la autorización para un intento de retirar del VI Ejército por el sudoeste, zona donde la concentración rusa era más débil. En realidad Paulus no estaba seguro de si sus hombres tendrían aún las fuerzas suficientes para combatir y abrir una brecha hacia la libertad, pero había que intentarlo, puesto que era la única solución. La alternativa era el aniquilamiento del VI Ejército.

La sentencia del VI Ejército

Manstein recibió una orden de Hitler que significaría la sentencia definitiva de los soldados de Paulus. En su respuesta, no solo prohibió cualquier acción que no fuera resistir en sus posiciones, sino que además ordenó retirar a la 6ª División Panzer que luchaba por abrir brecha hasta el VI Ejército. Se necesitaba para frenar el avance del Ejército Rojo en otra ofensiva mayor que habían lanzado llamada Operación Saturno.

La moral alemana se hundió por los suelos. Ayudó mucho el fracaso que estaba significando el puente aéreo. Los soldados eran ya plenamente conscientes que Stalingrado sería su tumba.

La comida diaria de un soldado atrapado en la bolsa de Stalingrado consistía en un trozo de pan no más grande que un dedo para desayunar, una corta ración de sopa sin grasas para almorzar y carne de lata para cenar, eso si se disponía de ella, ya que la mayoría de las veces la cena consistía de nuevo en sopa aguada. Los hombres estaban muriendo de frío e inanición, y la disciplina comenzó a resquebrajarse. Muchos se rindieron al enemigo.

Paulus era muy consciente de la situación y volvió a escribir a sus superiores solicitando que el puente aéreo mandase más víveres, aunque en el fondo de su ser no albergaba esperanzas. Con la ofensiva de Manstein parada, el puente aéreo casi sin funcionar, y sus soldados falleciendo por inanición, el VI Ejército solo era una banda muy numerosas de hambrientos y enfermos que no tenía la menor capacidad para luchar.

La rendición

Stalin seguía preocupado e impaciente. ¿Por qué no se ha rendido ya al VI Ejército? Su existencia seguía reteniendo 7 ejércitos que eran necesarios para la Operación Saturno, la destrucción de los ejércitos sur alemanes. Se reforzaron las baterías antiaéreas en el perímetro de la bolsa para obstaculizar lo máximo posible a los aviones que seguían luchando por mandar víveres al ejército atrapado.

Testimonios de alemanes y rusos que lucharon en Stalingrado. Roberh Koup

Se concentraron blindados y artillería para llevar a cabo una ofensiva final que rindiese a los alemanes. Se planeaba lanzar un ataque simultáneo por el oeste, el norte y el sur del cerco, mientras las tropas de Chúikov avanzarían por la ciudad. El enemigo sería presionado por todos los lados y aniquilado.

Antes de iniciar el ataque, el 8 de enero, el Ejército Rojo ofreció un ultimátum que duraría 24 horas. Si el VI Ejército se rendía prometían la seguridad de los soldados que no se resistiesen y algo muy tentador: raciones de comida caliente. Paulus comunicó a Hitler la oferta y le pidió “libertad de acción”. La respuesta fue tajante: se le denegó cualquier libertad de acción al respecto de este asunto y se le instó a seguir resistiendo. Una vez más Paulus hizo algo que ya era costumbre en los últimos meses: resignarse.

Al día siguiente, tras acabar el plazo otorgado para estudiar su oferta, miles de cañones tronaron destrozando las precarias líneas de trincheras alemanas. Tras dos interminables horas de bombardeo artillero, los T-34 aparecieron en masa a través de la neblina de la estepa rusa. En muchas partes el frente se derrumbó.

Por ironías del destino, los alemanes se retiraban hacia la ciudad de Stalingrado a refugiarse. En unos meses los invasores que habían rodeado y atacado la ciudad eran ahora los que quedaban atrapados en ella. Como antes habían hecho los soldados, los oficiales empezaron a desertar en masa. No había material para atender a los heridos que eran abandonados a su suerte en la nieve. La resistencia se había convertido en una quimera.

El mariscal de campo Friedrich von Paulus

La evidencia de los hechos empujó a la rendición, de lo contrario sería la aniquilación total. Paulus y Schmidt ordenaron comenzar las negociaciones con los soviéticos.

Rendición de Paulus ante los soviéticos
Imagen del momento de la rendición del mariscal de campo Paulus ante los soviéticos

Hitler llevó a cabo la última estratagema para salvar algo del desastre. Nombró a Paulus mariscal de campo a sabiendas que ningún mariscal de campo alemán se había rendido nunca. Era un retorcido mensaje indirecto para que Paulus se suicidara.

Pero eso no pasaría. Tras conversar con oficiales soviéticos, Paulus y Schmidt salieron de su búnker y se dirigieron hacia el Estado Mayor enemigo. Allí se entrevistaron con Mijaíl Shumilov, comandante de 64 Ejército soviético que les garantizó que los soldados alemanes tendrían raciones de comida adecuada y cuidados médicos. Los antagonistas de la dura batalla que se había librado en Stalingrado, Paulus y Chúikov, nunca se llegaron a ver. 

A pesar de las promesas rusas, el trato a las tropas alemanas fue brutal. El ansia de venganza de los soldados soviéticos impidieron en muchas ocasiones un corportamiento correcto. A los soldados germanos les quedaba por delante un largo sufrimiento y años de cautiverio.

Los soviéticos transmitieron al mundo la primera victoria ante la Wehrmacht en Stalingrado. La batalla más sangrienta de la historia reciente había finalizado y por primera vez Hitler había sido derrotado.

Consecuencias de la batalla

En 5 meses de lucha el 99% de la ciudad de Stalingrado había sido reducida a escombros: 41.000 casas, 30 fábricas y 113 hospitales y escuelas estaban destruidos. Antes de la batalla vivían en la ciudad 500.000 habitantes; tras la rendición alemana quedaron 1515 civiles.

Los soldados soviéticos heridos que salvaron la vida tendrían ahora una dura batalla personal contra las secuelas físicas y psíquicas.

¿Qué ocurrió con el VI Ejército?

El otrora glorioso VI Ejército fue enviado a la estepa siberiana y allí se le perdió la pista para siempre. Algunos soldados alemanes intentaron huir del cautiverio que les esperaba, pero fue inútil. Largas columnas de soldados alemanes vagaban hambrientos por territorio ruso bajo la vigilancia de sus carceleros camino a los campos de concentración. Fueron dispersados por más de 20 campos por toda la Unión Soviética. Otros alemanes, sin embargo, fueron obligados a quedarse en Stalingrado para reconstruir la ciudad.

En los meses siguientes a la rendición murieron 40.000 hombres, la mayoría por frío e inanición. De los 107.000 alemanes que marcharon al cautiverio, solo regresaron 5.000. De los 100.000 soldados italianos que fueron apresados y mandado a Siberia, regresaron 12.000.

El ahora mariscal de campo y sus generales fueron enviados a Moscú, ignorando completamente el trato que los rusos estaban infringiendo a sus soldados.

¿Qué ocurrió con Paulus?

Tras la guerra Paulus pasó el resto de su vida tras el Telón de Acero. Hizo una breve visita a Núremberg para testificar contra sus mandos nazis. Nunca volvería a ver a su mujer que moriría en 1949. Con el tiempo se hizo un defensor del comunismo, lo que fue sancionado por su hijo el cual le reprochó amargamente que se hubiese pasado al otro bando.

El general Friedrich von Paulus después de Stalingrado. Der Jürgen

Películas sobre Stalingrado

Estas son las películas más representativas sobre la batalla de Stalingrado.

Stalingrado: la batalla en el infierno

Narra la historia de los soldados alemanes y sus aliados rumanos que se vieron sorprendidos por la ofensiva rusas y las penalidades que pasaron en el posterior cautiverio. Fue dirigida por Frank Wisbar y es un film de 1959 realizado por Alemania Occidental.

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  • Joachim Hansen, Ernst Wilhelm Borchert, Wolfgang Preiss (Actores)
  • Frank Wisbar (Director)

Enemigos a la puertas

Quizás sea la película más famosa y conocida. Dirigida por el francés Jean-Jacques Annaud y protagonizada por Ed Harris y Jude Law, la historia gira en torno al épico enfrentamiento entre el francotirador ruso Vasili Zaitzev y el comandante alemán Conings. Fue estrenada en el 2001 y no recibió buenas críticas, sin embargo hoy en día es un referente fílmico sobre la batalla.

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  • Jude Law, Bob Hoskins, Ed Harris (Actores)
  • Jean-Jacques Annaud (Director)
  • Calificación de la Audiencia: No recomendada para menores de 13 años

Stalingrado

Stlingrado (2013). Movieclips Indie

Este film ruso se estrenó en 2013 con mucha polémica en el país. Las críticas se basaban en la excesiva esteriotipación de los bandos. Para los rusos los alemanes fueron mostrados «demasiado humanos». Dirigida por Fiódor Serguéievich Bondarchuk , es un intento ruso bajo su óptica de representar los acontecimientos que allí ocurrieron.

¿Cómo es hoy en día Stalingrado?

Volgogrado. Oscar Montenegro

Libros sobre la Batalla de Stalingrado

Oferta Stalingrado: Crónicas desde el frente de batalla (Rústica)
Stalingrado (Memoria Crítica)
Oferta La batalla de Stalingrado: La primera derrota de la Wehrmacht alemana (Historia)
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Oferta Stalingrado. La historia gráfica

Bibliografía

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La batalla de Stalingrado
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La batalla de Stalingrado
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En 1942 los ejércitos de la Wehrmacht de Adolf Hitler avanzaban imparables por la Unión Soviética. La Operación Barbarroja estaba siendo un descomunal éxito. El Ejército Rojo de Joseph Stalin estaba siendo arrollado una y otra vez y los alemanes se encontraba a las puertas de la capital: Moscú. La sangrienta batalla de Stalingrado cambió el curso de la Historia.
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Deguerra

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