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La guerra civil española



Estás ante el artículo sobre la Guerra Civil más completo que existe en la web. Aquí encontrarás una visión de conjunto sobre todos los sucesos que acontecieron en este conflicto fratricida. Información de calidad complementada con imágenes y vídeos que te ayudarán a entender más este apasionante periodo de la historia. Bucea por esta web porque encontrarás interesantísimos artículos sobre las diversas guerras y batallas. ¡A disfrutar!

Índice del artículo

OTROS ARTÍCULOS SOBRE LA GUERRA CIVIL



FECHAS DE LA GUERRA CIVIL

La guerra civil española comenzó el 17 de julio de 1936 y finalizó el 1 de abril de 1939. Oficialmente, la guerra duró 2 años, 8 meses y 15 días.

BANDOS QUE COMBATIERON

Los combatientes que se enfrentaron en la Guerra Civil fueron: el bando republicano, apoyado por la Unión Soviética de Stalin y México; por otro el bando sublevado, que recibió la ayuda de la Alemania de Hitler, la Italia de Mussolini y la Portugal de Salazar.

Bando republicano

Bando sublevado

Bandera republicana
Bandera del bando sublevado en la Guerra Civil

Aliados

Bandera de la URSS guerra civil española
Unión Soviética
Bandera de México, país aliado de la República en la guerra civil española
México

Aliados

Bandera de la Alemania nazi
Alemania
Bandera de la Italia fascista
Italia
Bandera de Portugal, aliado de la España franquista en la guerra civil
Portugal

Potencias neutrales

Bandera de Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial
Gran Bretaña
Bandera de Francia en la Segunda Guerra Mundial
Francia
Bandera de EEUU en la Segunda Guerra Mundial
Estados Unidos

¿CÓMO SE INICIÓ LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA?



La guerra civil española se inició tras un alzamiento militar que fracasó en muchas regiones, y sobre todo en las dos ciudades más importantes del país: Madrid y Barcelona. A partir de aquí, se configurarían dos bandos que lucharían para aniquilarse durante casi tres años de larga guerra. Este conflicto fratricida nunca se había visto en España, por muchos motivos. Fueron novedosos aspectos como el nivel de destrucción de las nuevas armas militares, la sangrienta represión contra el contrario, la internacionalización de la Guerra Civil, los bombardeos, y muchas más historias que descubrirás en este completísimo artículo.

EL ALZAMIENTO MILITAR DEL 18 DE JULIO DE 1936



El deterioro de la convivencia dio como resultado que, un día caluroso de julio de 1936, las guarniciones repartidas por toda la Península salieran de sus cuarteles para tomar las ciudades. Daba comienzo un tiempo caótico y sangriento nunca antes visto en España.

El alzamiento en Marruecos

El alzamiento comenzó en Melilla el 17 de julio. Lo dirigía el coronel Juan Seguí, jefe de Falange en esta ciudad. Todo estaba preparado para el 18, pero el día de antes se filtró la noticia, llegando a los oídos del general Romerales, quien envió una patrulla para detener a los conspiradores. Estos, al verse rodeados, llamaron a una unidad cercana de la Legión. Los legionarios liberaron a Seguí y a todos los conspiradores. Se dirigieron rápidamente al cuartel de Romerales y lo detuvieron. Después salieron a la calle y el ejército tomó todos los edificios públicos de Melilla. Las noticias comenzaron a llegar al Gobierno de Casares Quiroga. Desde Madrid se ordenó a Romerales que detuviese a los conspiradores y parara el golpe, pero el general estaba ya detenido y no podía hacer nada.

Debido a los acontecimientos en Melilla, los conspiradores habían tenido que improvisar y sublevarse antes de lo previsto. En Tetuán se levantaron en armas los coroneles Asensio, Beigbéder y Sáez de Buruaga. Declararon el estado de guerra y ocuparon la ciudad. El jefe del Gobierno llamaba desesperadamente a los oficiales leales instándoles a resistir hasta que llegaran refuerzos. Pero los esfuerzos eran inútiles.

El general Yagüe, al mando de la segunda bandera de la Legión, se apoderó de la ciudad de Ceuta sin mayores complicaciones. El día 18, de madrugada, cae Larache, la única ciudad importante del protectorado marroquí que aún quedaba leal a la República.

Franco en las Canarias

Los generales Franco y Orgaz, simultáneamente a los acontecimientos que se están produciendo en Marruecos, declaran la ley marcial en las Islas Canarias y sacan a la tropa para que ocupe los edificios públicos de las ciudades isleñas. Casares Quiroga llama a Franco para instarle a parar el golpe, pero no se pone al teléfono. Canarias cae en manos de los rebeldes muy fácilmente. Franco se dispone a coger el avión Dragon Rapide para trasladarse a Marruecos y liderar el alzamiento militar.

Mapa del vuelo del Dragon Rapide donde viajó Franco
Mapa del vuelo del Dragon Rapide donde viajó Franco. Licencia

La represión en Marruecos

En Marruecos la determinación de los sublevados por eliminar toda oposición se dejó notar con crudeza desde el primer momento. El modelo de insurrección que se siguió en todas las ciudades del protectorado fue el siguiente: los detenidos que se habían resistido a la rebelión fueron ejecutados (sin importar la graduación militar). También fusilaron a los alcaldes y los delegados del Gobierno. Toda persona sospechosa de ser de izquierdas, o que hubiera votado al Frente Popular, era detenida. Los que osaron resistir a los militares, como ocurrió en algunos barrios de Melilla, fueron también pasados por las armas. En todo el territorio de la colonia se impone la ley marcial.

El alzamiento en la Península

El Gobierno se vio atenazado en los primeros momentos de una gran confusión. Las constantes llamadas telefónicas a Marruecos no habían logrado nada. Se temía que la rebelión se extendiera a la Península.

Mientras, en las calles de todo el país, las izquierdas comenzaban a ponerse nerviosas ante las noticias que llegaban del protectorado. Inmediatamente exigieron a Casares Quiroga armas para poder frenar el golpe. El jefe del Gobierno se las negó. No estaba en sus planes. Pensaba que si lo hacía, perdería el control de la situación, y no le faltaba razón. Peor esta decisión entrañaba una contradicción: ¿si los militares se levantan en armas contra la República quién se opondría a ellos?

Todavía está en cuestión la decisión de Casares Quiroga de no repartir armas en los primeros momentos. ¿Se habría podido parar el golpe militar? Es muy probable que sí, como los hechos lo corroborarían más adelante. Lo cierto es que muchas ciudades de España comienzan a sublevarse y las izquierdas no tienen forma de oponerse. Comunistas, socialistas y anarquistas declararon una huelga general, luchando como podían en todas las ciudades donde se produce el golpe.

Queipo de Llano en Andalucía

La guarnición de Sevilla se sublevó el día 18 al mando del general Queipo de Llano. Dio un audaz golpe de mano en la capital andaluza sin apenas fuerzas. Él, junto a varios leales, arrestó al general José Fernández para después acudir a los cuarteles de infantería y sublevarlos. Acudieron falangistas y carlistas sevillanos para prestar su ayuda y la guardia civil decidió unirse también junto a otros oficiales. Sin perder ni un minuto, Queipo mandó a la tropa a ocupar los edificios públicos de la ciudad.

Fotografía de Queipo de Llano en la radio de Sevilla
Fotografía de Queipo de Llano (1875-1951). Sus alocuciones por la radio de Sevilla, cargadas de violencia, se harán muy famosas durante la guerra. Serán escuchadas en los territorios de ambos bandos.

Con artillería se bombardeó el edificio donde se encontraba el gobernador civil. Se ocupó la emisora de radio desde donde Queipo comenzaría a retransmitir sus famosos discursos durante toda la guerra. Las izquierdas llamaron a la movilización y los obreros de los suburbios y del barrio de Triana construyeron barricadas, pero no pudieron detener a los militares. La capital de Andalucía caería en manos nacionalistas.

En Cádiz se sublevó el general Varela, que terminó tomando la ciudad, aunque no fue sencillo. En Córdoba también triunfó el golpe, gracias al coronel Ciriaco Cascajo, gobernador militar; también cayeron del bando rebelde Algeciras y Jerez.

En Granada, el golpe se inició un día después ante la indecisión de los conspiradores. Finalmente salieron a las calles y tomaron los puntos más importantes de la ciudad de la Alhambra. La resistencia obrera se concentró en el Albaicín donde hubo duros enfrentamientos. Los militares, con ayuda de la artillera, penetraron en el barrio y lo tomaron.

Jaén quedó leal a la República, gracias a que el jefe de la guardia civil de la provincia, el coronel Pablo Iglesias, no se sumó a la rebelión. Huelva también quedó en manos del Frente Popular, aunque aislada del resto del territorio republicano. En Málaga la rebelión militar, comandada por el general Patxot, fue aplastada por una compañía de guardias de asalto y por los obreros. Andalucía quedó dolorosamente dividida en dos.

Crisis del Gobierno

Casares Quiroga seguía actuando como si todavía tuviese el control de la situación. Los partidos y sindicatos de izquierdas buscaban desesperadamente una forma de armar a sus milicias ante la negativa de proporcionarles armas. El grito de todos era siempre el mismo: “armas, armas, armas”.

Casares Quiroga. Gobierno del Frente Popular. 1936
Santiago Casares Quiroga (1884-1950). Sin quererlo, su Gobierno hará frente a las horas más críticas del país, el alzamiento militar del 18 de julio de 1936.

El Ejecutivo decretó el cese del mando de los generales Franco, Cabanellas, Queipo de Llano y otros más. En la radio, los comunicados oficiales retransmitían el fracaso del golpe. No era cierto. Pese a la presión que se ejercía sobre él, Quiroga seguía negándose a repartir armas, y en esto le apoyaba Azaña. Algunos militares simpatizantes socialistas desobedecieron y repartieron fusiles en contra del criterio oficial.

El Gobierno no quería reconocer algo muy duro: los levantamientos militares seguían sucediéndose por todo el país, y la única forma de pararlos era armando al pueblo. Sobrepasado y exhausto por los acontecimientos, Casares Quiroga presentó su dimisión a Azaña.

El general Miaja llamó a Mola para sondearle. Este le dijo claramente que se iba a levantar en armas contra la República. Mientras, Azaña seguía telefoneando a figuras del centro político para armar un Gabinete centrista que disuadiera a los golpistas. Pero a estas alturas ya no se podía hacer nada.

El Gobierno de Giral

En la noche del 18 al 19 de julio se sucedieron varios gobiernos. Azaña, junto a Martínez Barrios y los socialistas Largo Caballero e Indalecio Prieto, discutían frenéticamente sobre qué hacer. No todo estaba perdido. Los conspiradores aún no se habían alzado en muchas ciudades; tampoco en las más importantes como Madrid y Barcelona. Esto les daba un poco de margen.

Fotografía de José Giral en 1936
José Giral (1879-1962)

Se terminó eligiendo a José Giral jefe del Gobierno, apoyado por republicanos, socialistas y comunistas. Tomó la decisión crucial de armar al pueblo, a pesar de las dudas que todavía seguían teniendo Azaña y Martínez Barrios. De hecho, a estas alturas no había otra forma de afrontar los acontecimientos. Las milicias de los partidos y sindicatos, y el pueblo en general, armados, eran las únicas fuerzas de choque que se podían oponer al ejército rebelde. Aunque eso significase que el Gobierno pudiera perder el control de la situación.

Se arma al pueblo

El 19 por la mañana, camiones cargados con fusiles se dirigen hacia las centrales sindicales de la UGT y CNT en Madrid. Se llamaron a todos los gobernadores civiles del país con la orden de repartir armas al pueblo, aunque en muchas ciudades la orden llegó tarde.

Mientras todo esto ocurría, Franco llegaba a bordo del Dragon Rapide a Marruecos para liderar el alzamiento. Algunas tropas de regulares habían llegado a Cádiz a través del estrecho de Gibraltar. Era crucial pasar las tropas lo antes posible para consolidar el golpe en el resto del país.

En Madrid se reparten más de 60 000 fusiles, pero existía un grave problema: la mayoría no tenían cerrojo. Los miles de cerrojos restantes se encontraban en el cuartel de la Montaña. El ministro de la Guerra ordenó al coronel Serra, que estaba al mando del cuartel, que los entregara. Serra se negó, dando comienzo el sangriento alzamiento militar en la capital de España.

El alzamiento en Madrid

En Madrid el golpe lo coordinaba el general Fanjul. Los conspiradores se movían en una tremenda confusión. Mola no les había proporcionado unas instrucciones claras, y no sabían a ciencia cierta si el general Miaja estaba con ellos o no.

Fanjul llegó el 19 de julio por la tarde al cuartel de la Montaña. Habló con el coronel Serra, al mando del cuartel. Los allí reunidos decidieron lanzarse a las calles para tomar la ciudad, pero fue demasiado tarde. Cuando fueron a salir, una multitud de milicianos armados rodeaban el edificio reclamando los cerrojos de los fusiles que estaban en su poder. Los defensores dispararon desde el cuartel para dispersarlos, pero estaban asediados.

Los sitiados se quedaron durante toda la noche esperando un ataque. Fanjul contaba con unos 2500 hombres, pero la moral era baja. Suplicó ayuda al general García de la Herrán, pero nunca llegó. Al día siguiente se trasladaron al cuartel piezas de artillería y se bombardeó el edificio; algunos aviones republicanos soltaron una par de bombas. Cayó una de ellas, con mucho acierto, en el patio central del cuartel, matando e hiriendo a muchos de los sitiados.

El bombardeo estaba diezmando a sus hombres; de hecho el mismo Fanjul estaba herido. Hacia el mediodía, la puerta principal del cuartel cedió a los asaltantes que entraron con furia. Lo que siguió después fue una sangrienta lucha que derivó en una auténtica carnicería. El odio en España, cocinado a fuego lento durante muchos años, había explotado. El coronel Serra, así como muchos de los defensores, murieron. Los que se salvaron, incluyendo el general Fanjul, fueron apresados.

Dolores Ibárruri La pasionaria. Miembro del Partido Comunista de España. Guerra Civil Española
Dolóres Ibárruri, «La Pasionaria» (1985-1989). Una de las figuras históricas del PCE

En el resto de la ciudad, el golpe no triunfó. Los intentos de las diferentes guarniciones fueron aplastadas, como ocurrió en Carabanchel o en el aeródromo de Getafe. Mientras, la Pasionaria arengaba a través de la radio a los milicianos para que lucharan contra la reacción. Así es como la capital de España fue perdida para los rebeldes.

La batalla de Barcelona

En Barcelona la idea de los conspiradores pasa por sacar de los cuarteles a los aproximadamente 5000 soldados de las diferentes guarniciones de la periferia para que confluyeran en el centro de la ciudad. El plan, a priori sencillo, contaba con un gran inconveniente: la guardia civil, guardias de asalto,  mossos de escuadra, así como los milicianos anarquistas, eran fuerzas muy a tener en cuenta que podían hacer fracasar el alzamiento.

El 19 por la mañana, las tropas de las diferentes guarniciones salieron rumbo al centro de la ciudad. Durante el trayecto se toparon con las fuerzas leales a la República, que los estaban esperando. Comenzó un duro enfrentamiento en Barcelona. Mientras muchos hombres morían en las calles, el general Goded vino en avión desde Mallorca para hacerse cargo del golpe militar en la ciudad condal. Goded intentó convencer al general Aranguren, jefe de la guardia civil, para que se pasase a su bando. Aranguren se negó, afirmando que se mantendría leal al Gobierno de Cataluña.

Al atardecer el golpe había fracasado. Goded fue arrestado y se le obligó a hacer un llamamiento por radio a sus soldados para que depusieran las armas. La sangrienta batalla de Barcelona ha dejado muchos muertos, y la ciudad industrial más importante del país en manos del bando republicano.

Ocurrió un hecho importante. Tras el fracaso del golpe, Barcelona había quedado en manos anarquistas. García Olivier y Durruti, las figuras más destacadas del anarquismo, visitaron al presidente Companys:

“Hoy sois los dueños de la ciudad. Si no me necesitáis, o no me queréis como presidente de Cataluña, decídmelo ahora, que yo pasaré a ser un soldado más en la lucha contra el fascismo”


Palabras de Companys a García Olivier y Durruti

Los anarquistas se encontraron de frente con sus propias contradicciones: ¿qué era lo mejor que se podía hacer en estas circunstancias? ¿Colaborar con el Estado y dejar a Companys como presidente hasta ganar la guerra? ¿Imponer el comunismo libertario? Con dudas y vacilaciones, los líderes anarquistas decidieron colaborar con el Gobierno catalán, dejando a Companys en su puesto de presidente de Cataluña. De esta manera se estableció un Comité de Milicias Antifascistas compuesto por las diferentes fuerzas políticas e ideológicas para coordinar las acciones futuras a seguir.

País Vasco

En las provincias de Vizcaya y Gipúzcoa el alzamiento no triunfó. El PNV (Partido Nacionalista Vasco) era un partido conservador y católico, muy próximo ideológicamente a los militares que se se estaban alzando contra la República. Pero les separaba un abismo insalvable: el marcado centralismo de los sublevados, que excluían cualquier otro nacionalismo que no fuera el español. Por la fuerza de las circunstancias (más que por convicción) se vieron en el mismo bando que los republicanos.

Imagen del general Goded
General Manuel Goded (1882-1936)

En Bilbao no hubo alzamiento, y en San Sebastián el seguimiento al golpe fue muy tímido. Los nacionalistas vascos, dirigidos por Manuel de Irujo, controlaron la situación casi sin violencia. Pero hubo una excepción: en Álava los rebeldes se hicieron con la ciudad dirigidos por el general Angel Camilo Benítez y Alonso Vega.

Asturias

En Gijón se había levantado en armas el coronel Antonio Pinilla que, junto a un puñado de hombres, resistía en el cuartel de Simancas. En Oviedo, el núcleo de la revolución del 34, se produjo un hecho sorprendente. El coronel Antonio Aranda llevó a cabo una jugada magistral. Fingió ponerse del lado de la legalidad y convenció al gobernador civil para que no armase al pueblo.

Coronel Antonio Aranda
Coronel Antonio Aranda (1888-1979). En una jugada maestra se hizo con la ciudad de Oviedo, el corazón de la revolución del 34.

Los dirigentes de los partidos y sindicatos de izquierdas de Asturias, convencidos de que en Oviedo se había frenado el golpe, mandaron a sus milicias hacia Madrid para luchar. Cuando salieron, Aranda habló con Mola y declaró la ley marcial. Con la ayuda de la guardia civil, los guardias de asalto y algunos falangistas, tomaron la ciudad. A partir de aquí, Oviedo quedó rodeada y aislada por una Asturias que no se había sumado al golpe.

Aragón

En Zaragoza el alzamiento triunfó de manera eficaz y rápida dirigido por el general Cabanellas. Las fuerzas salieron de sus cuarteles y tomaron los principales puntos de la ciudad, sin que los sindicatos y partidos de izquierda tuvieran tiempo para reaccionar.

General Cabanellas en un desfile militar
El general Miguel Cabanellas (izquierda) en un desfile militar en San Sebastián. Fue el primer presidente de la Junta de Defensa Militar que se creó tras el golpe por ser el general de división más antiguo. Como presidente de la Junta, firmó el decreto por el que se sustituía la bandera tricolor por la bicolor roja y amarilla

En Huesca y Jaca la situación fue la misma. Los rebeldes conquistaron el poder con facilidad, comenzando una persecución de todos aquellos contrarios al alzamiento. En Teruel también triunfaron los rebeldes con la ayuda de la guardia civil, pero su éxito solo vino tras una lucha muy sangrienta con los partidarios del Frente Popular.

Navarra

Pamplona era asunto del conspirador más importante de los rebeldes: el general Mola. La ciudad se conquistó de forma rápida, gracias a la ayuda inestimable de miles de requetés carlistas. Después cayó toda la provincia. Mola se aprestó rápidamente a enviar fuerzas para ayudar a que el golpe triunfase en otras regiones.

General Emilio Mola. Alzamiento militar como causa directa de la guerra civil española
Emilio Mola (1887-1937) fue el verdadero artífice de la sublevación militar de 1936. Aunque Franco lideraría más tarde el bando nacional, fue Mola el que lo organizó todo, poniendo de acuerdo a las distintas fuerzas políticas e ideológicas antirrepublicanas. Moriría misteriosamente en un accidente de avión, Aunque esto ya da para otro artículo

Castilla la Vieja

Nadie dudaba que en las provincias castellanas no fuera a triunfar el golpe. En Valladolid, el general Saliquet lideró la sublevación. Se inició una lucha entre militares y obreros que duró todo el día. Saliquet se hizo finalmente con la ciudad.

Segovia, Salamanca, Ávila, Zamora, Palencia y León quedaron en el bando rebelde. La conquista de la mayoría de estas ciudades fue fácil, aunque hubo algunas resistencias. Los mineros que salieron de Asturias, y que se dirigían hacia León, tuvieron que volver cuando se enteraron de la jugada engañosa del coronel Aranda. Gracias a esto, toda Castilla la vieja (la actual Castilla y León) cayó en manos de los rebeldes.

Extremadura y Castilla-La Mancha

Cáceres fue conquistada para los alzados y en Badajoz el general Luis Castello se mantuvo leal a la República.

En las provincias manchegas, Albacete quedó en manos de la República gracias a la intervención de la guardia civil. Mención especial tiene Toledo. Tras la victoria en Madrid, milicianos, guardias civiles y guardias de asalto se trasladaron en automóviles requisados hacia Toledo, donde el alzamiento había tenido éxito.

José Moscardó, héroe del Alcázar de Toledo
El coronel José Moscardó (1878-1956) se convirtió en héroe del bando nacional tras su gesta en el Alcázar de Toledo

El gobernador militar de Toledo, el coronel José Moscardó, tomó una decisión que más tarde cambiaría el curso de la guerra: ordenó un repliegue hacia el Alcázar de Toledo. Se encerró con 1300 hombres dispuestos a resistir hasta el último aliento. Se encontraban con ellos más de 500 mujeres y decenas de niños. Aunque estaban escasos de alimentos, no les faltaban armas y municiones. El edificio, grande y robusto, se aprestaba a ser defendido, y las fuerzas republicanas veían que su conquista no sería fácil.

Valencia y Mallorca

Cuando todo estaba dispuesto por los rebeldes, llegaron las malas noticias del fracaso en Barcelona. El general Carrasco, encargado del golpe en Valencia, vaciló, así como el gobernador militar. Los obreros valencianos, conocidas ya las noticias que venían del todo el país, tomaron las calles dispuestos a luchar. Rodearon los cuarteles. Los conspiradores seguían sin decidirse, hasta que las autoridades republicanas lograron convencer al general Martínez Monje para que se mantuviera leal. Al final, el alzamiento no se produjo. Esta misma situación también ocurrió en Alicante.

En Mallorca, Goded aseguró la isla antes de marcharse a Barcelona para dirigir la sublevación allí, con el resultado que ya sabemos. Sin embargo, el general José Bosch fracasó en Menorca. Se lo impidieron otros destacamentos leales al Gobierno allí establecidos.

Galicia

En Galicia, el alzamiento tiene lugar muy tarde, el día 20 de julio. En La Coruña, el comandante Martín Alonso era el coordinador de la conspiración. Fue detenido por las autoridades republicanas. A pesar de esto, el coronel Cánovas Lacruz declaró el estado de guerra y sacó a sus hombres de los cuarteles para tomar la ciudad. Tras una dura batalla con los obreros, Cánovas se apoderó de casi toda la ciudad y fusiló a todas las autoridades republicanas.

Vigo y Pontevedra también cayeron en manos rebeldes tras sendas luchas callejeras. Igual ocurrió en El Ferrol, donde se encontraba la base naval más importante del país. Para los sublevados hacerse con El Ferrol sería muy importante en la futura lucha naval contra la Marina republicana.

El bloqueo del estrecho de Gibraltar

Para el Gobierno se hacía prioritario bloquear el Estrecho e impedir que los rebeldes enviaran soldados de Marruecos hacia la Península. Se ordenó a los cruceros Miguel de Cervantes y Libertad que se dirigiesen a la zona. En mitad del trayecto, sus oficiales quisieron pasarse al bando rebelde, pero la tropa los redujo y mató. Esto ocurrió también en el destructor Churraca y en el Jaime I.

De esta forma, una fuerza imponente se concentró en el Estrecho dispuesta a impedir el paso de las tropas de Franco. Pero parte de ellas ya estaba en Andalucía. El cañonero Dato llevó a un grupo de regulares a Cádiz delante de toda la flota republicana sin ser vistos. También se trasladó a la quinta bandera de la Legión en tres aviones que, por casualidad, tenían en Marruecos. Aún así, Franco pidió ayuda a Alemania para pasar más soldados.

La muerte del general Sanjurjo

Siguiendo el plan establecido, Mola envió un avión a Lisboa para trasladar a España al general Sanjurjo. Aún no está muy claro el incidente que ocurrió después. Lo cierto es que Sanjurjo se empeñó en llevarse consigo una pesada maleta, a pesar de las advertencias del piloto.

Foto del general Sanjurjo en 1932. Causas de la guerra civil
José Sanjurjo (1872-1936)

El avión se puso en marcha y al despegar, debido al peso, no subió lo suficiente. Una de las hélices chocó con un árbol y el aparato cayó incendiado. Sanjurjo murió calcinado, y el “Movimiento” se quedó sin el que sería su jefe. Sin Sarjurjo, con Goded apresado en Barcelona, Calvo Sotelo asesinado y José Antonio en la cárcel de Alicante, los sublevados se iban quedando sin líderes. Franco, Mola y Queipo de Llano eran ahora los cabecillas, aunque los tres se encontraban aislados con sus ejércitos.

Mapa de la España partida en dos

Mapa del alzamiento militar en julio de 1936 en la guerra civil española
Así quedó dividida España en los primeros momentos tras el golpe militar de julio de 1936. La zona de color rosa representa el territorio que ha quedado leal a la República. La zona de color marrón claro, el territorio sublevado. Hay algunas ciudades, como Sevilla, Córdoba, Toledo u Oviedo, que quedan aisladas dentro del territorio enemigo. Los sublevados conseguirán ampliar sus conquistas y conectar algunas ciudades más tarde, gracias al ejército de Marruecos.

LAS PRIMERAS CAMPAÑAS MILITARES DE 1936

Era ya evidente que la situación estaba derivando en conflicto civil. Los dos bandos han fracasado en su intento de imponerse, ahora fijan posiciones y, de manera caótica y desorganizada, se aprestan a aniquilarse.

La República estaba muy tocada. El Ejército se le había rebelado, y ahora poseía a una masa heterogénea de milicianos sin experiencia militar como fuerza de choque. No obstante, parte del ejército había quedado leal, así como la guardia civil y la guardia de asalto.

El bando, que se autodenomina “nacionalista”, tiene de su parte a los militares y una masa de civiles de carlistas y falangistas que les apoyan. Pero hay una diferencia sustancial: el ejército más profesional, regulares y legionarios, lucha con ellos. El problema era pasarlos a la península.

Ambos organizan sus fuerzas en columnas. Mola envía una de esas columnas a tomar Guadalajara, donde persisten los combates. En mitad del camino les llega la noticia de la derrota de los alzados. El oficial al mando, García Escámez, se replegó a Somosierra, en la sierra de Guadarrama, al norte de Madrid. Es en la sierra de Madrid donde se sucederían las primeras batallas serias de la contienda.

Guerra de columnas

Mola envía columnas de requetés desde Pamplona hacia Zaragoza para reforzarla; mientras, desde Barcelona, partían otras columnas hacia la misma ciudad. Muchos eran anarquistas liderados por Durruti. Salieron con mucha voluntad y excitación, pero con escasa disciplina y nula preparación militar. También partieron columnas compuestas por comunistas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y miembros de Esquerra Republicana; también existían soldados regulares que se han mantenido leales al Gobierno.

Llegaron a las puertas de Zaragoza, pero por temor a verse aislados (habían avanzado a un ritmo mayor que las demás columnas), Durruti no ordenó tomar la ciudad. Se perdió una gran oportunidad. Aunque a los líderes anarquistas les costase reconocerlo, era necesaria una disciplina efectiva y un mando jerárquico para conducir la guerra. En el bando nacional existía el mismo caos y descoordinación. Sin embargo, los oficiales conseguían establecer una mínima disciplina militar.

milicianos de la guerra civil española
En esta curiosa imagen se observa cómo unos milicianos republicanos están fusilando la estatua del Sagrado Corazón situada en el Cerro de los Ángeles, Getafe (Madrid).

En las sierras de Madrid ningún de los contricantes conseguían victorias claras. Probablemente, la mitad de los generales que dirigían las heterogéneas tropas republicanas en Madrid eran leales a la República más por las circunstancias que por convicción. Entre ellos estaba el general Miaja, que a pesar de todo, tendrá un protagonismo importante en el transcurso del conflicto. Aún a pesar de los problemas, los republicanos aguantaban las embestidas de Mola.

Las batallas en Somosierra y en el Alto del León eran muy duras. En estas primeros enfrentamientos, los dos bandos se mostraron implacables con los prisioneros, que eran fusilados nada más ser capturados. Entre las milicias que destacaron en este frente se encontraba el Quinto Regimiento, organizado por el PCE.

Entre Barcelona y Madrid se establecieron frentes que no tenían una línea clara. Las columnas de ambos bandos no tenía la capacidad de avanzar mucho, pero sí la de resistir. Desde Valencia se intentó conquistar Teruel, pero la empresa fracasó.

El Quinto Regimiento

La más famosa de las columnas republicanas que marcharon a la sierra a combatir fue el Quinto Regimiento. Gracias a la campaña de reclutamiento llevada a cabo por la Pasionaria, se formó este regimiento que tenía como base originaria la milicia comunista.

El Quinto Regimiento fue el primer ejército que adoptó el uso de los comisarios políticos, que más adelante explicaremos. El primer comandante en jefe fue Enrique Castro Delgado y lo formaban otros comunistas como Daniel Ortega o el italiano Vittorio Vidali (uno de los inspiradores). De las filas de esta fuerza saldrán figuras comunistas tan relevantes como Enrique Líster, Valentín González “el Campesino” o Juan Modesto.

Ambos bandos piden ayuda al exterior

Desde el primer momento que sonaron las armas, los dos contendientes buscan ayuda del exterior. El 19 de julio, José Giral pide apoyo a Francia para parar el golpe militar. El socialista Léon Blum, el jefe del Gobierno francés, estaba dispuesto a prestarla. Sin embargo, Gran Bretaña, que era reacia a cualquier intervención, comenzó a presionar a los franceses para que se mantuvieran neutrales en el conflicto.

Tras el estallido del enfrentamiento civil, Stalin decide también apoyar a la República. La ayuda de Moscú durante toda la guerra será tan necesaria como interesada, y siempre se canalizará a través del Partido Comunista de España. Los suministros militares serán esenciales para el bando republicano, sobre todo en las siguientes etapas del conflicto.

Imagen de Mussolini, el Duce de Italia
Benito Amilcare Andrea Mussolini, el Duce de Italia desde 1922 hasta su caída en 1943. Fue de los primeros en ayudar a Franco. Además del material de guerra, proporcionó soldados que se encuadraron en el llamado CTV, Cuerpo de Voluntarios Italianos.

Por su parte, Franco, a través del periodista Luis Bolín, solicita cazas y bombarderos a Mussolini. El Duce había llegado a un acuerdo anterior con los monárquicos, y desconocía cuáles eran las intenciones de Franco. Mola también envió a sus propios emisarios a Roma, y esto desconcertó aún más al Gobierno italiano. Finalmente, Mussolini accedió a enviar bombarderos Savoias. Pensaba que un gobierno fascista en España sería muy bueno para los intereses de Italia.

Pero Franco también pidió material militar a la Alemania de Hitler; sobre todo aviones de transporte para trasladar sus tropas a la Península. Goering, jefe de la Luftwaffe, convenció al Füher:

“Cuando estalló la guerra civil en España, Franco envió una llamada de auxilio a Alemania y pidió apoyo, sobre todo aéreo. Franco estaba detenido con sus tropas en África y no podía trasportarlas, porque la flota estaba en manos de los comunistas; el factor decisivo era, en primer lugar, transportar sus tropas a España; el Füher meditó sobre la cuestión. Yo le insté a que diera sus apoyo en cualquier caso: en primer lugar, para impedir una mayor extensión del comunismo; en segundo lugar, para poner a prueba a mi joven Luftwaffe en algunos aspectos técnicos”


Declaraciones de Göerin en los juicios de Nuremberg en 1946

Hitler accedió y envió el material militar bajo la condición de que fuera solo Franco el que lo recibiese. No era una ayuda menor; los aviones de trasporte Junker 52 y Heinkel 51 alemanes fueron fundamentales para poder pasar el ejército de África. A cambio, los nazis llegaron a un acuerdo para que las minas de hierro españolas abastecieran la producción militar de su país. También entendían que un Gobierno fascista sería más proclive a sus intereses.

Hitler y Franco en Hendaya
Hitler y Franco en Hendaya. Alemania terminaría autorizando el envío de ayuda a Franco que se materializó en aviones de transporte en los primeros momentos. Después se envió la Legión Cóndor, que tantas lecciones tácticas sacó para luego utilizarlas en la Segunda Guerra Mundial.

El avance desde el sur

Legionarios y regulares, a pesar de las dificultades, continuaban cruzando el Estrecho, gracias a lo cual Queipo de Llano seguía ampliando el territorio que controlaba. Cada vez que el ejército de Marruecos conquistaba un pueblo, llevaba a cabo una sangrienta represión.

Desde Sevilla, Franco se aprestó a organizar un avance hacia el norte que cambiaría el curso de la guerra. En solo una semana, los aviones alemanes habían dejado en Andalucía a más de 1500 soldados provenientes de Marruecos; y la cifra seguía aumentando, a razón de medio millar de hombres cada día. Se considera el primer puente aéreo de tropas de la historia.

El Ejército de África

Franco ya poseía un ejército suficiente para comenzar a avanzar hacia el norte. La columna que se organizó estaba comandada por el general Yagüe, bajo la suprema dirección de Franco. El ejército de África, tal y como se denominó, estaba compuesto por unos 8000 soldados, con oficiales que resultarán ser muy competentes. Por aire, aviones Savoia y Junker pilotados por italianos y alemanes, los escoltarían.

Este primer avance no resultó demasiado difícil. La profesionalidad de legionarios y regulares se topaba con la inexperiencia y desorganización de los milicianos. Realmente no se entablaban batallas serias. Los milicianos, por ahora, no ofrecían mucha resistencia.

El ejército de Yagûe avanzaba hacia el norte. En tan solo una semana habían recorrido más de 300 kilómetros. El 10 de agosto, las tropas de Yagüe llegaron a Mérida, que fue tomada sin muchos problemas. Los defensores de la ciudad fueron ejecutados. Se lleva a cabo una represión sistemática en todos los pueblos conquistados. Los moros que componían las fuerzas nacionalistas, comenzaron a hacerse famosos por la brutalidad de sus acciones.

La matanza de Badajoz

El ejército de África tomó contacto con la zona norte del bando rebelde, juntando el territorio en la mitad oeste del país. Se dispuso a tomar la ciudad de Badajoz, que había quedado casi aislada. Yagüe mandó a los oficiales Asensio y Castejón con unos 3000 hombres.

Badajoz estaba defendida por el coronel Ildefonso Puigdendolas al mando de 8000 milicianos. Tras un intenso bombardeo de artillería, se ordenó que avanzara la 4ª bandera de la Legión. El primer intento fue rechazado a golpe de ametralladora; el segundo intento triunfó. Los legionarios entraron a golpe de bayonetazos. Lo que le siguió fue una matanza en toda regla.

Los milicianos siguieron resistiendo en las calles, pero una segunda fuerza de asalto entró por la puerta del Pilar, haciendo pinza a los defensores. La lucha prosiguió toda la noche. A la mañana siguiente, Badajoz estaba sembrada de cadáveres. Los legionarios mataban a todo el que se ponía por delante. La plaza de toros de Badajoz se constituyó en improvisado campo de concentración, y las ejecuciones continuaron durante dos días seguidos. Para el 15 de agosto la ciudad estaba conquistada.

El avance por el valle del Tajo

Con Badajoz en su poder, Yagüe ordena de nuevo el avance por el valle del río Tajo hacia el este, dirección Madrid. Se conquistan Trujillo y Navalmoral de la Mata, eliminando todas las colectividades anarquistas formadas en muchos pueblos de Extremadura tras el alzamiento militar.

El ejército republicano, al mando del general Riquelme, les hace frente. Una escuadrilla de bombarderos (comandados por el famoso escritor francés André Malraux) casi destruye por completo una columna dirigida por Asensio. Pero no consiguen parar el avance del ejército de África. Las tropas legionarias y marroquíes, expertas en combate y muy disciplinadas, hacen retroceder constantemente a las milicias.

Mapa del avance del ejército de Franco durante 1936. Guerra Civil Española
Avance de las tropas de Franco durante los meses de agosto y septiembre de 1936. Licencia

El 28 de agosto se reanudó el avance a lo largo del valle del Tajo en medio de las constantes retiradas de las milicias republicanas. El 2 de septiembre alcanzan Talavera de la Reina. En la ciudad hay 10 000 milicianos dispuestos a defenderla, apoyados con artillería.

Las columnas de Asensio y Castejón rodean la ciudad y lanzan un asalto con todas sus fuerzas. Hacia la tarde, las tropas nacionalistas habían penetrado en la ciudad y luchaban en las calles. Talavera de la Reina es conquistada. Esta victoria es crucial: ya no queda ninguna población importante entre el ejército de África y la capital del país. El camino a Madrid está despejado, y los rebeldes están eufóricos.

Durante un mes, el ejército de Franco avanzó 500 kilómetros. Se ha unido las dos partes de la España rebelde, y Madrid está a tiro. Este éxito consolidó a Franco como la figura principal de los rebeldes.

CAMPAÑA DE GUIPÚZCOA

Paralelamente al avance de Franco por el sur, Mola llevaba a cabo una campaña en el norte. La estrategia de su ofensiva se basaba en la conquista de San Sebastián e Irún para aislar a los vascos de la frontera francesa.

Columnas navarras al mando del coronel José Solchaga se encargarían de la ofensiva. Al mando de las fuerzas republicanas estaba el comandante Pérez Garmendia. Desde luego, no había ninguna coordinación entre las fuerzas vascas y las restantes del resto del territorio republicano. Por ello, los triunfos de las tropas de Mola llegaron pronto: el 11 de agosto se conquistó la ciudad vasca de Tolosa.

La conquista de Irún

Los rebeldes enviaron los pocos barcos de guerra que no se habían quedado leales a la República. El Almirante Cervera, el España y el Velasco se situaron frente a las costas de San Sebastián e Irún, y el 17 de agosto atacaron las ciudades. El bombardeo continuó los siguientes días.

El 26 de agosto, Solchaga manda a sus tropas para conquistar Irún. Al mando de Beorlegui, los navarros se lanzan contra más de 3000 defensores. Al bombardeo artillero le sigue un asalto de infantería. La batalla se produce rozando los límites de la frontera francesa. Los republicanos intentan resistir las embestidas del enemigo. Las posiciones eran tomadas por los nacionalistas, para luego ser reconquistadas por los republicanos. Así una y otra vez.

Imagen de un coontrataque republicano durante la batalla de Irún
Imagen de un coontrataque republicano durante la batalla de Irún

En medio de cualquier batalla, son los civiles los que de verdad sufren las consecuencias. La población de Irún comenzó a huir a Hendaya, camino del exilio, a través del puente internacional.

El 3 de septiembre, Beorlegui lanzó la ofensiva final. El frente se fue derrumbando y el comité responsable de la defensa huyó también a Francia. Irún cayó en manos de Mola, que se apoderó de una ciudad industrial importante, dejando aislado a asturianos, cántabros y al resto del territorio vasco.

La caída de San Sebastían

El 13 de septiembre, Mola toma la ciudad de San Sebastián sin pegar un solo tiro. Los vascos prefirieron abandonarla sin luchar para no destrozarla. La ciudad era el destino veraniego de la clase media y alta española. Muchas personas de derechas se encontraban veraneando en ella cuando estalló el golpe, quedando inmediatamente prisioneros de vascos y milicianos. Algunos fueron fusilados en venganza del bombardeo naval de los barcos nacionalistas.

Cuando las fuerzas de Mola entraron en la ciudad, comenzó una implacable persecución. Se hicieron listas de sospechosos en las que todos los nacionalistas vascos estaban en peligro de muerte. Como en muchas otras ciudades españolas conquistadas por los rebeldes, los fusilamientos no tardaron en ejecutarse. Con la conquista de San Sebastián, Mola tenía en su poder casi toda la provincia de Guipúzcoa.

La expedición a Mallorca

El 9 de agosto, una fuerza expedicionaria compuesta por soldados valencianos y catalanes, al mando del capitán Alberto Bayo y del capitán de la guardia civil, Manuel Uribarri, desembarcó en Ibiza y conquistaron la isla para el bando republicano.

Imagen del desembarco de tropas republicanas en Mallorca durante la guerra civil española
Desembarco de tropas republicanas en Mallorca

Tras este éxito, el capitán Bayo desembarcó 8000 hombres, cañones de artillería e hidroaviones en la costa oriental de la isla de Mallorca. Establecieron una cabeza de puente de unos 12 kilómetros hacia el interior. Pero sus acciones se realizan de forma muy lenta. Esto ayudó a que el enemigo le diera tiempo a preparar un contraataque.

El 3 de septiembre, los nacionalistas lanzaron la ofensiva ayudados de una escuadrilla aérea italiana enviada por Mussolini. Soldados y tropas falangistas, dirigidos por el coronel García Ruíz, empujaron a la fuerza expedicionaria hasta sus propios barcos. El acorazado Jaime I, desde el mar, cubría la desastrosa retirada republicana. Muchos cadáveres de milicianos quedaron en las playas; los que capturaron, terminaron todos fusilados. Mallorca quedó en el bando nacional definitivamente. De inmediato, se generalizó una sangrienta represión, asesinando a muchos obreros mallorquines.

La resistencia en Oviedo

En Asturias había fracasado el golpe, excepto en Oviedo y Gijón, donde los rebeldes resistían. Durante el mes de agosto, los mineros lanzan furiosos ataques contra el cuartel de Simancas en Gijón. Era necesario tomarlo antes de ir a liberar Oviedo.

Desde el mar, el crucero Almirante Cervera bombardea el cuartel. Los defensores rehusaron rendirse, ante las peticiones de las autoridades republicanas. El 16 agosto la defensa del cuartel se tornó imposible. Había sido bombardeado, y ahora estaba en llamas. Los milicianos lograron entrar y mataron a todos los que aún sobrevivían. Una matanza más de las muchas que vendrán durante toda la guerra.

En Oviedo, el coronel Aranda sigue resistiendo con más de 2500 hombres en una ciudad completamente rodeada. Estaba bien aprovisionado de armas, y la moral era alta. Tras el triunfo de milicianos y mineros en Gijón, comenzó a continuación el cerco a la ciudad.

EL COMITÉ DE NO INTERVENCIÓN

El origen del Comité de No Intervención está en la intención del embajador francés en Roma, el conde Charles de Chambrun, de crear un organismo para que las potencias europeas no se involucrasen en la contienda civil de España. Franceses e ingleses temían la internacionalización del conflicto, y que generase una guerra europea.

Francia presentó el plan a los ministros de Asuntos Exteriores de Italia y Alemania, con el consentimiento de Gran Bretaña. Sobre este aspecto también fue sondeada la Unión Soviética. Italia y la URSS aceptaron el plan francés, pero pidieron garantías. Esto implicaba la prohibición de exportar material de guerra a España.

Imagen de Joseph Stalin
El primer ministro de la URSS, Joseph Stalin, fue uno de los primeros dirigentes que ayudó con material de guerra a la República. Pero esta ayuda no fue desinteresada. Se hizo en base a sus propios intereses y el pago se realizaba siempre por anticipado. Aún sigue existiendo polémica con el oro de Moscú. Stalin, a través del Partido Comunista de España, se inmiscuyó en los asuntos españoles. Dio claras instrucciones para acabar con el POUM, así como con su líder, Andrés Nin, que desapareció sin dejar rastro.

El éxito de su iniciativa, sumado a la presión de los ingleses para que cesaran en la exportación de material de guerra a España, provocó que Francia dejara de proveer a la República. Esto se hizo en contra de León Blum, que pensó incluso en dimitir. Pero por encima de los deseos del Gobierno francés en ayudar a la República estaba el miedo a ofender a Inglaterra. Los franceses no se podían permitir el lujo de perder a su mejor aliado y verse completamente solos en una guerra europea contra Alemania.

Para mediados de agosto, Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Polonia, Checoslovaquia, la Unión Soviética y Portugal aceptan la no intervención. También Estados Unidos muestra sus simpatías por esta iniciativa de neutralidad. Solo México apoya abiertamente a España, enviándole armas.

La farsa de la no intervención

El comité se reunió por primera vez el 9 de septiembre en Londres. Asistieron todos los embajadores de los países intervinientes. Se creó un grupo permanente que se encargaría de la supervisión del pacto de no intervención.

El comité resultó ser una farsa desde el principio. Francia y Gran Bretaña sabían de primera mano que la URSS, Alemania e Italia no estaban cumpliendo; de hecho se conformaban con que la guerra en España no derivase en una guerra general. Es por esto que no impidieron la afluencia de material a ambos bandos.

Fotografía de León Blum (Primer ministro francés) y Anthony Eden (ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña) en 1936
Fotografía de León Blum (jefe del Gobierno francés) y Anthony Eden (ministro de Asuntos Exteriores de Gran Bretaña) en una reunión en Ginebra en 1936. Estos fueron los dos países que impulsaron el Comité de No Intervención. Gran Bretaña no quería que los asuntos de España terminaran derivando en una guerra europea. León Blum, sin embargo, quiso siempre ayudar a la República en su condición de socialista. Se vio arrastrado por la postura inglesa ante el temor de quedarse sola en una futura guerra con Alemania. En la práctica, el Pacto de No Intervención benefició más a Franco, puesto que Alemania e Italia nunca lo respetaron, al igual que la URSS.

Alemania se sentía cómoda en su doble juego. Mientras prometía a franceses y británicos no intervenir en España, Hitler continuaba suministrando material a Franco. La misma actitud adoptó Mussolini. Ambos dictadores no tardaron en hacer llegar a España aviones de transporte, cazas, bombarderos, tanques y artillería; además de asesores en la utilización de dicho material.

Stalin nadaba a dos aguas: por un lado no quería ofender a franceses e ingleses enviando armas a España y quedarse solo ante una futura guerra contra Alemania; por otro, no quería ser visto como el líder que no apoyaba la revolución en España. Así que el dictador soviético hizo lo mismo que Hitler y Mussolini; mientras su país firmaba el pacto de no intervención, envió a la República asesores y material militar.

EL GOBIERNO DE LARGO CABALLERO

Giral, sobrepasado por los acontecimientos, presentó su dimisión a Azaña, que no tuvo más remedio que aceptarla. Al igual que también no tuvo más remedio que pedir a Largo Caballero, el «Lenin español» que formara Gobierno.

Francisco Largo Caballero. Líder del PSOE en la guerra civil española
Francisco Largo Caballero (1869-1946)

En las circunstancias en las que estaba la República, Francisco Largo Caballero era la única figura capaz de aglutinar a casi todas las fuerzas para vencer a los rebeldes. El nuevo jefe del Gobierno puso como condición que los comunistas entrasen en el nuevo Ejecutivo; también le propuso entrar a los anarquistas, petición que rechazaron. En un primer momento, el PCE fue contrario a entrar en el Gobierno. Cambiaron de idea cuando recibieron órdenes de Stalin para que entrasen.

Se constituyó un gabinete con dos ministros comunistas (Hernández y Uribe); seis socialistas (entre los que estaban Indalecio Prieto y Álvarez del Vayo). Además del puesto de jefe del Gobierno, Largo Caballero se reservó el importantísimo ministerio de la Guerra. También entró como ministro de Hacienda Juan Negrín. Este socialista tendrá una importancia especial en el devenir de los acontecimientos. Ya lo iremos contando; por último, entraron dos ministros de Izquierda Republicana (entre los que estaba el exjefe del Gobierno Giral como ministro sin cartera), un miembro de Unión Republicana y otro de Esquerra Republicana.

En este nuevo Gabinete la influencia comunista se dejó notar. Disciplinados, con una propaganda muy perfeccionada, el PCE tenía cada vez más peso político. Sus milicias eran las más profesionales y disciplinadas, y todo el apoyo de material militar ruso se canalizaba a través de ellos. Muchos militares profesionales que se habían quedado leales a la República, se estaban afiliando al Partido Comunista. Lo admiraban por su eficacia y jerarquìa, alejada de la indisciplina y desorganización que mostraban las milicias anarquistas.

La nueva postura de Largo Caballero

Largo Caballero pasó de priorizar la revolución a ganar la guerra. Ahora se comienza a hablar de aglutinar a todas las fuerzas (incluida la clase media) para derrotar al enemigo. Después ya se vería.

Las tropas de Franco avanzaban por Extremadura como un cuchillo corta la mantequilla. El Gobierno republicano manda al coronel Asensio para frenar a legionarios y regulares en el frente del Tajo. No pudo evitarse que Talavera cayese en manos enemigas. La ofensiva desde Sevilla había sido muy rápida y agotadora. Yagüe se estaba dando cuenta que la resistencia republicana era cada vez mayor conforme se acercaban a Madrid. Franco le ordenó parar y reorganizar las fuerzas para el avance definitivo hacia la capital.

La nueva ofensiva del ejército de África

El 7 de octubre, se inició de nuevo el avance, esta vez hacia Madrid. Varela sustituye a Yagüe (que es apartado por las discrepancias con Mola) en el mando supremo del ejército. 20 000 hombres, divididos en columnas mandadas por Asensio, Tella, Delgado Serrano, Castejón y Barrón, se lanzan a la ofensiva.

La República sufrió una derrota tras otra durante la primera mitad de octubre. Las constantes retiradas es un problema que desde el Gobierno se intentaba solucionar. Apresuradas reorganizaciones se aprestaban a darle mayor eficacia al ejército republicano. Se decretó que las milicias obedeciesen las órdenes del estado mayor central, y no fueran por su cuenta. Se organizó al ejército en base a brigadas mixtas, compuestas por tres batallones autosuficientes.

La figura del comisario político

En un intento por poner orden y disciplina, se instaura el sistema de comisarios políticos, utilizado por primera vez en el Ejército Rojo durante la guerra civil rusa. El Partido Comunista de España los introdujo por primera vez en el Quinto Regimiento. El comisario político no tenía una misión muy definida, pero mantenía la fe política de los milicianos. En muchos aspectos actuaban como jefes, aunque teóricamente su labor no era dirigir las batallas.

Iban por el frente ofreciendo discursos políticos a la tropa, mantenían la moral alta de los soldados, y en ocasiones les hacían recordar por qué luchaban. Pero la precariedad diaria del ejército republicano los relegaba casi siempre a tareas más prosaicas como enlaces entre el cuartel general y el frente, o a abastecer de alimento a la tropa.

LA AYUDA RUSA A LA REPÚBLICA

Desde el primer momento del alzamiento militar, el Gobierno había solicitado armas a la Unión Soviética. Pero la ayuda apareció a cuentagotas. En agosto se enviaron unos cuantos tanques y aviones. Todavía no está muy claro cuándo Stalin decidió dar el visto bueno para enviar armamento a la República. Debió ser a finales de agosto o principios de septiembre. Pero a partir de esta fecha, el Gobierno ruso se implicó seriamente para un mayor compromiso militar. Stalin dio una orden a sus agentes en Europa para que organizaran todos los medios posibles para trasladar el material militar rumbo a España.

Tanque T-26 soviético. Guerra Civil Española
Tanque ligero T-26, conocido en España como «Vickers». Fabricado en la URSS y utilizado por los republicanos en la Guerra Civil. También participó en las operaciones de la batalla del Ebro.

El operativo de ayuda se mantuvo en secreto. A finales de septiembre, el material comenzó a salir de Rusia. Se cargó en una flota de barcos para su transporte, y se organizó una ruta hacia España. Mientras tanto, Rusia denunciaba ante el comité de no intervención las constantes violaciones del pacto de neutralidad por parte de Italia y Alemania. De seguir así, Moscú se vería liberado de su compromiso. Lo cierto es que a los diplomáticos rusos no le faltaban razones. Hitler y Mussolini, al igual que Stalin a la República, estaban proporcionando a Franco una ayuda fundamental. Gracias al material alemán, Franco había podido transporta la ejército de África a la Península, y ahora se encontraba a las puertas de Madrid.

Los rusos hicieron los mismo que alemanes e italianos, solo que un poco más tarde. El tan ansiado material comenzó a llegar al puerto de Cartagena: tanques, aviones, armas antiaéreas y de fuego. Todo material moderno, como el caza I-15 llamado coloquialmente “Chato”, o el caza “Mosca”; también llegaron más de 100 tanques modelo T-26, que se harán tan famosos durante la guerra. Rusia también envió pilotos, mecánicos e instructores de vuelo.

Las Brigadas Internacionales

Desde el Komintern se empezó a esbozar la idea de reclutar a un grupo de voluntarios internacionales de los diferentes países para luchar en España contra el fascismo. Los partidos comunistas francés e italiano comenzaron a dar forma a esta idea. Ya se había dado este caso durante la guerra civil rusa, donde un grupo de voluntarios acudió al luchar bajo el nombre de Ejército Rojo Internacional.

Las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española, diciembre de 1936 - enero de 1937
Miembros de la Brigadas Internacionales en la cocina británica de Albacete levantan los puños en el saludo comunista

Algunos representantes del comunismo italiano y francés se reunieron con Largo Caballero y Azaña a finales de octubre. Tras el visto bueno del Gobierno republicano, el Komintern comenzó a organizar las fuerzas de voluntarios internacionales. Se dio instrucciones a todos los partidos comunistas de los diferentes países para que reclutaran a voluntarios. La llamada fue un auténtico éxito. El número de voluntarios que se alistaron para luchar en España superó todos los pronósticos.

Muchos de ellos tenían una ideología comunista, pero también socialista. Había un número considerable de alemanes e italianos exiliados de sus países a causa de los regímenes dictatoriales; otros, eran simples aventureros en busca de emociones fuertes, y en España las encontrarían. Para estos voluntarios, España era la vanguardia de la lucha antifascista. Era el primer paso para eliminar, posteriormente, la dictadura en sus países.

La oficina más importante de reclutamiento se instaló en París. Los voluntarios acudían a ella y firmaban un compromiso  “indefinido”. Se les entregaba un pasaporte, y los montaban en barco o en tren para ser enviados a España. Cuando llegaban se dirigían a la nueva base de las Brigadas Internacionales ubicada en Albacete. El primer grupo que se formó estaba compuesto por franceses, alemanes y polacos.

Al mando de la jefatura de las Brigadas Internacionales estaba el comunista André Marty. Su figura aún sigue siendo polémica. Tenía el apoyo de Stalin, pero se mostraba muy cruel y desconfiado. Marty nombró como comandante de la primera Brigada Internacional a otra figura polémica conocida como Emilio Kleber, aunque no era su nombre real. De esta manera, las brigadas iban tomando forma y se preparaban para entrar en batalla.

LA AYUDA ALEMANA A FRANCO



Los nazis también estaban preparando toda una infraestructura logística para el traslado de material de guerra al bando rebelde. Bajo las órdenes de Goering, el ministerio de Asuntos Exteriores alemán dio impulso a las empresas Rowak y Hisma, que se habían creado con este propósito. Franco pagaba la ayuda alemana con ingentes cantidades de cobre y hierro de las minas españolas.

Italia también se había comprometido mucho. Ya ha mandado aviones y tanques, y seguirán haciéndolo durante toda la guerra. Lo cierto es que el compromiso con España estaba afianzando las relaciones diplomáticas entre Alemania e Italia. Los dictadores tenían claro que la guerra de España era más que una contienda civil. Las potencias parlamentarias occidentales no lo vieron, o no quisieron verlo. Gran Bretaña proseguía con su inútil política de apaciguamiento que, como no enseñará la historia, no dará resultado. Francia, muy a su pesar, seguía los pasos de su aliada por temor a verse sola en un previsible contexto bélico.

A partir de ahora, los cielos españoles se acostumbrarían a ver los aviones alemanes Heinkel 51 y Junkers 52, así como los cazas italianos Fiat CR-32. Los alemanes no tardarían mucho en proveer a Franco de cazas aún más modernos, como el Messerschmitt 109 y el Heinkel 111. También se enviaron los tanques Panzer, la eficaz ametralladora alemana MG34 y la pieza artillera antiaérea alemana de 88 milímetros.

Casi de un día para otro, los nacionalistas pasan de no tener apenas armamento para enfrentarse a la República, a emplear el más eficaz y moderno de la época. Esto era una ventaja sustancial con respecto a los republicanos. Aunque los golpistas no pudieron triunfar en las regiones del país más industrializadas, esto no supuso un problema. Alemanes e italianos les suministrarían todo el material que necesitaran.

Avión Messerschmitt Bf 109 en la guerra civil española
Messerschmitt Bf 109, el modelo de caza alemán más avanzado de la época que luchó en los cielos de España durante la Guerra Civil Española

La Legión Cóndor

El ministro de Asuntos Exteriores alemán se comunicó con Franco. Le propuso el envío de una poderosa fuerza alemana, pero bajo la condición de que el mando recayese en un comandante alemán. Franco lo aceptó.

A principios de noviembre se envió a España la denominada Legión Cóndor, al mando del general Sperrle. Se componía de más de 3000 hombres, junto a 100 aviones (cazas, bombarderos e hidroaviones), cañones antiaéreos y antitanque y dos unidades de blindados.

Artillería franquista de la Legión Cóndor en la batalla del Ebro. Guerra Civil Española
Artillería de la Legión Cóndor disparando contra la resistencia republicana, probablemente cerca de Amposta (Cataluña) durante los últimos pasos de la batalla del Ebro. Licencia

Con esta fuerza, los alemanes no solo querían ayudar a Franco, también probar su material de guerra. Era importante sacar conclusiones de su armamento en una guerra real. El apoyo alemán estaba siendo decisivo para el bando nacionalistas, sobre todo en los momentos tan precarios en los que ahora se encontraba.

EL ALCÁZAR DE TOLEDO



En Toledo se produjo uno de los episodios militares más famosos de la contienda civil española. Como ya hemos comentado con anterioridad, Moscardó decidió encerrarse en el Alcázar con todas las fuerzas que le apoyaron y resistir allí.

El general Riquelme estuvo todo el día llamando a Moscardó desde Madrid para intentar convencerle de que se rindiera. Lo presionaron de todas las formas posibles: una de ellas fue cuando a Moscardó le comunicaron que si no deponía su actitud fusilarían a su hijo, que había sido capturado. Según las conversaciones telefónicas, Moscardó siguió negándose.

El asedio al Alcázar

Comenzó el asedio del Alcázar que duraría muchos días. Al mando de la defensa, además de Moscardó, estaba el guardia civil Pedro Romero Bassart. Los republicanos estaban desesperados por la resistencia que estaban ofreciendo los defensores. Los milicianos no estaban siendo muy competentes a la hora de aplastar la defensa en el Alcázar, y de esto se estaban beneficiando los sitiados.

Guardias de asalto republicanos asaltando el Alcázar de Toledo en la guerra civil española
Guardias de asalto republicanos atacando el Alcázar de Toledo. Licencia

Desde el robusto edificio se hacía un fuego muy preciso que desalentaba cualquier intento de asalto. Los defensores tenían provisiones para aguantar, pero apenas albergaban esperanzas de poder salir de allí con vida. Estaban completamente aislados, y las tropas de Franco aún seguían lejos.

Su ánimo aumentó cuando se enteraron de la conquista de Talavera de la Reina por el ejército de Franco, a unos 70 kilómetros de Toledo. Recibieron entonces mensajes de ánimo desde Burgos, e incluso un avión alemán se acercó al Alcázar y lanzó comida y más mensajes de esperanza. Los sitiados se juraron seguir resistiendo hasta las últimas consecuencias.

La decisión de Franco

Con Madrid a tiro, Franco tenía que tomar una de las decisiones más importantes de la guerra: ¿marchar directamente hacia Madrid y conquistarla o liberar Toledo? En el Alcázar la resistencia estaba llegando al límite. Se estaban quedando prácticamente sin agua y comida (ya habían sacrificado a todos los caballos).

Los republicanos lo intentaron todo: incendiaron el edificio y lo bombardearon, pero los defensores seguían resistiendo. Incluso acudió en persona Largo Caballero para agilizar la conquista del Alcázar; también se envió a una columna comunista al mando de Barceló. Pero todo fue inútil. Franco decidió desvirarse del camino a Madrid y liberar el Alcázar. Ordenó a Varela que las columnas de Asensio y Barrón avanzaran a la ciudad.

Mientras el ejército de Franco marchaba hacia Toledo, los republicanos colocaron una mina en una de las torres del edifico. Al explotar, la torre se desplomó sobre el río Tajo. Es entonces cuando los defensores comenzaron a luchar entre las ruinas. Los sólidos cimientos evitaron que el edificio en su totalidad se viniera abajo.

El 26 de septiembre las tropas franquistas cortaron las comunicaciones de Toledo con Madrid por carretera. Desde el Alcázar los defensores vieron como las tropas de Franco se desplegaban por las colinas del norte de la ciudad. El 27 de septiembre se lanzan a conquistar Toledo. Los milicianos, por miedo a verse rodeados, huyeron.

El 28 de septiembre los soldados de Varela ya caminaban por la calles de la ciudad. Varela acudió al Alcázar donde los sitiados habían salido del edificio (por primera vez en dos meses) y lo esperaban en formación. Al acercase, Moscardó dijo una de las frases más famosas de la guerra:

«Sin novedad en el Alcázar»

Así terminó uno de los episodios más conocidos de la guerra. Moscardó se convirtió en el “héroe del Alcázar”, mitificándose su figura por el régimen franquista.

Las consecuencias de liberar Toledo

El general Kindelán, jefe de las fuerzas aéreas nacionalistas, le preguntó a Franco si era consciente de las implicaciones que tenía la decisión de ir a Toledo. Franco le contestó que el valor propagandístico de liberar el asedio del Alcázar era mucho más importante.

Es muy probable que la liberación de Toledo tuviera grandes consecuencias para el devenir de la guerra civil. Dio tiempo a los republicanos para reorganizarse y defender Madrid; pero sobre todo fue el tiempo imprescindible para que el material militar ruso llegara a España. ¿Habría conquistado Franco la capital del país si no hubiera auxiliado a Moscardó? Nunca lo sabremos con certeza, pero es muy probable que la liberación del Alcázar terminara prolongando el conflicto civil.

LA BATALLA DE MADRID

Las fuerzas de Franco se acercaban a la capital. La situación se agravaba para los republicanos. En este momento, ocurrió algo inédito en toda Europa y en el mundo: por primera vez los anarquistas entran a formar parte de un gobierno. García Olivier es nombrado ministro de Justicia, Juan Peiró ministro de Industria, López Sánchez ministro de Comercio y la activista Federica Montseny ocupó la cartera de Sanidad (la primera ministra de la historia de España). El resto de ministerios siguieron ocupados por socialistas, comunistas y republicanos. Largo Caballero, con la integración de los anarquistas, buscaba una mayor unidad para ante el inminente a taque a la capital.

Cartel de No pasarán en la batalla de Madrid
Cartel con el famoso lema «No pasarán» colgado en una calle de Madrid. Fue el general francés Robert Nivelle quien acuñó esta frase durante la Primera Guerra Mundial, en la batalla de Verdún. 20 años después fue rescatada por Dolores Ibárruri «La Pasionaria» en uno de sus discursos. Desde ese momento se convirtió en el lema de la resistencia contra el fascismo.

El plan de ataque

Mola, Yagüe y Valera discutieron la forma de tomar la capital. Se llegó a un acuerdo.  Se lanzaría un ataque a través del valle del Manzanares en dirección a la ciudad universitaria y la plaza de España. En el trayecto tendrían que atravesar el río Manzanares y la Casa de Campo. El sector fue dividido en cuatro: a Asensio le tocaría cruzar el río y conquistar la cárcel Modelo y el cuartel de Don Juan; la columna de Castejón ocuparía la parte de la Ciudad Universitaria más próxima a Madrid ; Delgado Serrano atacaría el cuartel de la Montaña; Barrón y Tella el barrio de Carabanchel.

Estas columnas estaban bajo el mando de Yagüe, y se componían principalmente de legionarios y marroquíes. Todo estaba preparado, y la batalla decisiva estaba a punto de comenzar.

El Gobierno abandona Madrid

Largo Caballero tomó la decisión de marcharse de Madrid. Se alegaba que el Gobierno no podría llevar a cabo sus funciones en zona de guerra. Para sorpresa de muchos, decidió que la ciudad de Valencia sería la nueva sede, y no Barcelona, como se esperaba. En cierto sentido, la marcha del Gobierno dio una sensación de huida y derrotismo que no se pudo disimular. Hay muy pocos que confíen en la victoria.

Largo Caballero delegó todas sus funciones en el jefe de la división de Madrid, el general Miaja, que encajó la noticia con resignación. Ahora él era la máxima autoridad política y militar. Se le ordenó crear una Junta de Defensa como organismo de gobierno de la capital, en la que estuvieran todos los representantes del Frente Popular.

Se organizó también un estado mayor que estaba dirigido por Vicente Rojo, un militar que demostraría su competencia y eficacia durante toda la guerra. Terminaría siendo considerado el mejor estratega de la República. Ya tendremos más tiempo para hablar de él.

Un golpe de suerte vino a ayudar a los republicanos. En el bolsillo de la chaqueta de un oficial español muerto en el frente, se encontró el plan de batalla de Varela para el primer día de ataque. Esto les ayudó a posicionar a sus tropas. Por lo menos, no abandonarían la capital sin luchar.

Comienza la batalla

Para muchos republicanos, Madrid estaba perdida. Era una sensación de derrota que no ayudaba a la tarea ingente que les esperaba. Pero los acontecimientos cambiaron el curso de la historia en cuestión de días.

Varela lanza el primer ataque desde la Casa de Campo en dirección al Manzanares. Se encuentra una resistencia inesperada encabezada por las brigadas de Líster y Galán. Lo planeado era llegar hasta el cuartel de la Montaña, pero no se pasó del cerro de las Garabitas, una excelente posición de tiro sobre la ciudad. Mientras, el ejército republicano está desorganizado y muy mal coordinado. Miaja, de forma frenética, intenta resolver todos los problemas que surgen en el frente, pero es muy difícil.

La llegada de las Brigadas Internacionales

El 6 de noviembre, justo en el momento más crítico para la República, las primeras tropas internacionales llegan al frente. Antes de ir al campo de batalla, habían pasado por Madrid, siendo aclamados por la multitud al grito de ¡No pasarán! La visión de estos hombres extranjeros reavivó las esperanzas, y dejó claro para muchos que Rusia no iba a abandonarlos.

Las primeras unidades que entraron en la lucha eran el batallón Comuna de París (compuesto por franceses y belgas), el batallón Dombrowsky (integrado por polacos) y un batallón de alemanes, en el que estaba el famoso poeta inglés John Cornford. Todos ellos estaban integrados en la 11ª Brigada, al mando del Kleber.

El 8 de noviembre ya estaban luchando en la Casa de Campo. ¿La llegada de las Brigadas Internacionales salvó Madrid? Es muy probable que no. Estos batallones de voluntarios extranjeros eran muy poco numerosos para haber podido decantar la balanza de las fuerzas; además, los republicanos estaban consiguiendo detener el ataque de los nacionales antes de que las tropas internacionales entraran en acción. Pero significaron una ayuda importante para el posterior desarrollo de la batalla.

Una nueva ofensiva

Varela, viendo a sus tropas detenidas en la Casa de Campo, decide armar un nuevo ataque en el sector de Carabanchel. Se está produciendo algo inesperado: por primera vez las fuerzas republicanas están parando a las tropas profesionales de legionarios y marroquíes. En campo abiertos eran excelentes soldados, pero en la lucha urbana estaban siendo incapaces de avanzar. A los milicianos les ocurría lo contrario, parapetados en los innumerables edificios se sentían más cómodos.

Una ofensiva republicana, en la que intervinieron las Brigada Internacionales, empujó fuera de la Casa de Campo a las tropas nacionalistas. Varela decidió abandonar el ataque directo a la capital por la Casa de Campo, pero continuó su ofensiva en Carabanchel, donde el enfrentamiento era muy duro y sangriento. En algunos edificios, ambos comenzaron a luchar cuerpo a cuerpo.

Madrileños huyendo en un bombardeo en Madrid
Madrileños tratando de llegar al refugio más cercano durante un bombardeo en Madrid

Mientras abajo, en las calles y edificios de la ciudad, multitud de hombres luchan y mueren, arriba, en los cielos, los aviones sueltan su carga mortífera constantemente. Los nacionales emplearon bombas incendiarias, en un intento por colapsar la capital. Los cazas republicanos se apuntaron algunas victorias derribando aviones enemigos.

Miaja reforzó el frente de Carabanchel enviando a la 12ª Brigada Internacional compuesta de los batallones Thaelmann (alemanes), Garibaldi (italianos) y André Marty (belgas y franceses). Esta brigada, al mando de Lukács, tuvo menos éxito que su antecesora (la 11ª Brigada Internacional) a la hora de entrar en combate. Aún así, mantuvieron las posiciones y rechazaron al enemigo. También entraron a luchar en este sector Durruti y su columna de 4000 milicianos. La coordinación con Miaja fue pésima, y los anarquistas lanzaron un ataque que se diluyó en seguida tras el fuego enemigo, y los hizo retroceder desordenadamente.

La lucha en la Ciudad Universitaria

Otra nueva ofensiva en dirección al Manzanares es ordenada por Valera. Esta vez tendría el apoyo de la Legión Cóndor. Tras un buen inicio, las tropas de Asensio cruzan el río. Los anarquistas se retiran desorganizadamente y el hueco que dejan no se tapona. Los legionarios encuentran el camino libre hacia la Ciudad Universitaria. Este grave error intenta ser subsanado por Miaja, que traslada a la 11ª Brigada Internacional de la Casa de Campo a la ciudad Universitaria.

Comienza una sangrienta y desesperada lucha entre los edificios y los escombros de la Ciudad Universitaria, entre el bombardeo constante artillero y aéreo. Los republicanos no cedían ni un metro de terreno, mientras las tropas rebeldes atacan una y otra vez para romper el frente. Miaja se traslada al frente y en primera línea de fuego arenga a sus tropas para que resistan.

El 19 de noviembre, en una lucha sangrienta en la cárcel Modelo, el anarquista Durruti es herido gravemente, y muere al día siguiente. Desaparece así una de las figuras más icónicas del anarquismo español.

Imagen del anarquista Buenaventura Durruti durante el conflicto civil
José Buenaventura Durruti (1896-1936)

El 23 de noviembre la batalla de Madrid se estanca. Aunque el ejército de Franco ha conseguido ocupar casi toda la Ciudad Universitaria, sus tropas están exhaustas. Ambos empezaron a cavar trincheras. Los nacionalistas se dieron cuenta que lanzar una nueva ofensiva les costaría muchas vidas; los republicanos entendieron que tenían la capacidad de resistir, pero no de contraatacar. El ataque frontal a Madrid había llegado a un punto muerto.

Los bombardeos aéreos

Madrid sería el inicio de lo que, más adelante y con mayor intensidad, ocurriría en Guernica y en las restantes capitales europeas: los bombardeos masivos a la población. Franco estaba decidido a destruir la ciudad hasta los cimiento si con ello se ganaba la batalla. Los alemanes estaban muy interesados en comenzar a experimentar la reacción que tendría la población ante un bombardeo masivo.

Los bombardeos, llevados principalmente por Savoia 80 y Junkers 52, castigaron la ciudad durante 4 días. Se realizaban por la noche, para evitar una réplica más enérgica de las defensas republicanas. No obstante, los ataques causaron en la población una reacción inesperada: lejos de atemorizarla y hundirla psicológicamente, las bombas inspiraron más odio que miedo, y el objetivo de hundir la moral de la población no se consiguió.

La reunión de Leganés

El 23 de noviembre se produjo la reunión de Leganés. En ella, el alto mando nacionalista, bajo la presidencia de Franco, y en el que asistieron Mola, Varela y Saliquet, entre otros oficiales, acordó suspender el ataque frontal a Madrid. Por primera vez en la guerra, habían perdido una batalla. Estaban reconociendo implícitamente que la guerra civil se iba a alargar.

Imagen del Puente de los Franceses en Madrid
El puente de los Franceses, denominado así por la intervención de obreros franceses en su construcción, atraviesa el Manzanares. Se encuentra situado en las cercanías de las Estación Norte, en la frontera con la Casa de Campo. En la batalla de Madrid, el comandante Romero organizó su defensa. Los nacionalistas no pudieron cruzarlo, convirtiéndose en un mito que dio lugar a un copla republicana muy famosa.

Les esperaba una guerra de desgaste. La nueva estrategia pasaba por fijar el frente actual, reconocer que un ataque frontal a Madrid es imposible y realizar nuevas ofensivas envolventes para aislar completamente la ciudad. La primera de ellas sería la ofensiva para cortar y tomar la carretera de Madrid-La Coruña.

EL INCIDENTE CON UNAMUNO



Miguel de Unamuno es uno de los filósofos más reconocidos de la generación del 98. Vivió con amargura todos los problemas que acontecieron durante la República, hasta tal punto de secundar el golpe militar de 1936. Pero su apoyo no duraría mucho al ver el cariz que estaba tomando la España nacionalistas.

Fotografía de Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno (1864-1936), uno de los escritores y filósofos más importantes de la generación del 98. Licencia

El 12 de octubre de 1936 se celebró en el paraninfo de la Universidad de Salamanca una ceremonia para conmemorar la “Fiesta de la Raza”, el aniversario del descubrimiento de América por Cristóbal Colón. Al acto acudieron, entre otros, el general Millán Astray (fundador de la legión extranjera) y el obispo de Salamanca. Como rector de la Universidad, Unamuno presidía el acto, y le tocó hacer un discurso.

El enfrentamiento entre Unamuno y Millán Astray

José María Pemán, escritor monárquico, dio un discurso junto a otras personalidades. Millán Astray y sus seguidores falangistas dieron varios gritos de vivas a España, así como el lema de la legión extranjera: ¡Viva la muerte! La antipatía que Unamuno sentía por el fundador de la Legión Extranjera era pública y notoria. Tras estos gritos, Unamuno se levantó para dar el discurso que le tocaba:

“Acabo de oír el necrófilo e insensato grito: ¡Viva la muerte! Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán Astray es un inválido ―Astray había perdido en la guerra de Marruecos un brazo, tenía varios dedos mutilados y portaba un parche negro en un ojo―. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero, desgraciadamente, en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor”.

«Venceréis pero no convenceréis»

En este mismo instante, ciego por la ira, Millán Astray no pudo contenerse y gritó ¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte! Seguido del grito de los falangista. José María Pemán intentó aplacar los ánimos de este tenso momento. Unamuno continuó:

“Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho a la lucha».

Empezó un momento tenso donde Unamuno se estaba jugando la vida. Los falangistas que acompañaban a Millán Astray iniciaron un movimiento de acercamiento al estrado donde se encontraba el filósofo; uno de los escoltas de Astray lo apuntó con su arma. En ese momento, la mujer de Franco, Carmen Polo, se acercó a Unamuno y le pidió que la cogiera del brazo para salir. Así se evitaron males mayores.

Esta es su última intervención pública. Fue destituido del cargo de rector de la Universidad de Salamanca y señalado por la calle. El último día del año 1936 murió repentinamente en su casa, de la que ya no salía.

LA OFENSIVA DE LA CARRETERA MADRID-LA CORUÑA

El 13 de diciembre comenzó una batalla que tenía como objetivo aislar Madrid por el norte. Para ello era necesario tomar la carretera de Madrid-La Coruña, a pocos kilómetros de El Escorial. El general Orgaz, nombrado jefe supremo del frente de Madrid, se encargaría de dirigir las operaciones.

El ataque dio comienzo con un fuerte bombardeo artillero. Se continuó con un avance hasta Boadilla del Monte, ocupándola el 14 de diciembre. Los republicanos reaccionaron: enviaron a las Brigadas Internacionales y un destacamento de tanques rusos que lograron expulsar a los nacionalistas del pueblo.

Franco y sus generales en la Guerra Civil Española
En la imagen están los generales que se alzaron en armas contra la República en 1936. En primera plana los dos cabecillas principales: los generales Francisco Franco y Emilio Mola. Este último moriría en una accidente de avión en 1937, dejando llano el camino a Franco para liderar la sublevación y la guerra.

Los nacionalistas volvieron al ataque en Boadilla, entablándose una dura batalla cuerpo a cuerpo. Consiguieron tomar el pueblo de nuevo, pero no fue ninguna victoria. Decidieron suspender la ofensiva ante la imposibilidad de seguir avanzando.

A principios de enero se decidió reanudar la ofensiva, una vez reforzadas las tropas con falangistas y regulares. Pero el enemigo que tenían delante ya no era el de los primeros meses de guerra. El ejército republicano de Madrid había reorganizado sus fuerzas, con Miaja como jefe supremo, y 5 divisiones a las órdenes de Modesto, Cuevas, Perea, Prada y José María Galán (el hermano del republicano que dio un golpe de estado en 1930).

El ataque los llevó hasta Las Rozas, mientras las tropas de Buruaga alcanzaban Pozuelo. En estos combates destacaron figuras como el comunista  Valentín González apodado “El Campesino” y el anarquista Cipriano Mera, que de la noche a la mañana se vieron convertidos en oficiales.

El frente se estanca

El 5 de enero los nacionalistas, tras un ataque masivo de artillería y un avance de infantería y tanques (del que los alemanes tomarán nota para sus futuras ofensivas tipo Blitzkrieg), logran romper el frente. Ante el desastre, Miaja envía a la Brigada de Líster y a la 14ª Brigada Internacional, trasladada desde Córdoba.

El 6 de enero las nuevas tropas republicanas son enviadas con la orden expresa de no retroceder bajo ningún concepto. Cabe destacar la heroica resistencia del batallón alemán Thaelmann en Las Rozas. Dos días más tarde, las tropas de Orgaz tenían en su poder 10 kilómetros de la carretera Madrid-La Coruña, pero a costa de enormes bajas.

La República envía a la 14ª y la 12ª Brigadas Internacionales y contraatacó, apoyadas por una unidad de blindados rusos dirigidos por el ruso Pavlov. Fueron incapaces de ganar terreno, y la batalla quedó en tablas. Se habían producido más de 15 000 bajas en ambos bandos en 10 días. Los nacionalistas habían conquistado un buen trozo de carretera, pero han sido incapaces de aislar la capital por el norte.

LA REPRESIÓN FRANQUISTA

Desde el primer momento del alzamiento, los dirigentes militares buscaban “extirpar” de España las ideologías provenientes del extranjero. Querían limpiar el país de cualquier elemento revolucionario o marxista.

Cuando se tomaba una ciudad, daba comienzo una persecución sistemática de toda persona de izquierdas, independientemente de que hubiese participado o no en política. Cualquier votante del Frente Popular corría peligro en territorio nacionalista. Cuando los capturados eran ejecutados, las mujeres, hermanas o hijas a veces corrían la misma suerte.

Represión franquista en un pueblo de Sevilla durante la guerra de España
Esta imagen se repetirá una y mil veces por toda la geografía de España durante la Guerra Civil. Los nacionales entran en el pueblo mientras las mujeres ruegan por la vida de sus maridos que están escondidos en las casas.

Hay que tener en cuenta que en ciudades como, por ejemplo, Sevilla y Granada (como muchas otras de España), los militares estaban en minoría frente a la clase obrera. Por eso era prioritario infundir el terror para imponer el nuevo orden.

La represión en el bando sublevado fue decidida y organizada desde las altas instancias militares. Incluso en aquellas ciudades como Navarra, donde el golpe había triunfado apenas sin lucha, también se llevó a cabo una represión cruel y sistemática.

“Cada día en los pueblos perdidos, en el momento en que volvían del campo. Salían para su último viaje, con los brazos todavía rendidos por el trabajo del día, dejando intacta la sopa sobre la mesa, y una mujer sin aliento, junto a la puerta del jardín, tendiendo demasiado tarde ya un hatillo con las cosas más necesarias envueltas apresuradamente en una servilleta inmaculada : Adiós, recuerdos”


Relato del escritor francés Georges Bernanos sobre las detenciones nacionalistas

En la mayoría de ocasiones los fusilamientos se ejecutaban por la noche. Después se abrían miles de fosas para enterrar los cuerpos que nadie se atrevía a identificar. Muchos de los cadáveres eran antes expuestos al público para infundir terror y dar ejemplo.

Los consejos de guerra

Franco era la personalidad más fría de España. No era genial, pero sí competente y metódico. Para él los fusilamientos eran un elemento más de la guerra, que debían de hacerse. Mola ya había dejado escrito en las instrucciones del golpe militar que se tendría que actuar con gran violencia, para no dar respiro al enemigo. Franco estaba de acuerdo.

Federico García Lorca en la Huerta de San Vicente
Federico García Lorca (1898-1936) es uno de los poetas españoles más internacionales. No habrá otro como él. Su vida se apagó pronto, pero su obra es inmortal. En la imagen sale posando junto al cartel que representa La Barraca, un teatro ambulante que llevó la cultura a toda España.

La represión nacionalista se pude dividir en dos etapas diferenciadas: una al principio, donde las ejecuciones se llevaban a cabo en el momento, sin procedimiento judicial; y una segunda etapa en que se instauraron consejos de guerra, aunque en ambos métodos el ritmo de fusilamientos no bajó. Estos consejos de guerra no tenían ninguna garantía, pero se crearon para dar una mínima imagen de formalidad para la justicia nacionalista. El odio afloró en todos estos juicios sumarios. Las víctimas morían solo por ser republicanas, sin distinción. Eran asesinados oficiales republicanos y civiles, muchos de estos últimos denunciados por envidias o enemistades anteriores a la guerra.

Las cárceles franquistas se llenaron de republicanos, revolucionarios de todas las tendencias e independentistas vascos y catalanes. Entre torturas esperaban su destino, que en el mejor de los casos era evitar la muerte.

El asesinato de Federico García Lorca

De todas estas ejecuciones, la más triste fue sin duda la del poeta granadino Federico García Lorca. Constituyó una pérdida inolvidable, de la que la cultura española no se recuperó. ¿Por que fue asesinado? Lorca tenía una tendencia ideológica de izquierdas, y su tío era el alcalde socialista de Granada justo en el momento del alzamiento militar, pero no había militado nunca en ningún partido político.

Tras el triunfo del golpe militar en Granada, Lorca se refugió en la casa de la familia Rosales, simpatizantes falangistas. Un día acudieron a la casa y se lo llevaron. A partir de aquí se abren multitud de preguntas que aún no se han resuelto de forma convincente.

Parece ser que la responsabilidad de su muerte recae en Ramón Ruiz Alonso, diputado de la CEDA por Granada, que quiso matarlo solo para dañar a la familia Rosales. La decisión última de su asesinato la decidió el sangriento gobernador civil de Granada, José Valdés Guzmán. Hoy en día, todavía no se sabe dónde está su cuerpo enterrado.

LA REPRESIÓN EN EL BANDO REPUBLICANO

En las ciudades donde el golpe no triunfó, los milicianos se hicieron dueños de la situación. Ante la decisión del Gobierno de armarlos, se convirtieron en grupos incontrolados que ejecutaron a personas de derechas y religiosos, quemando además muchas iglesias.

Los primeros fusilados fueron los militares que fracasaron en el golpe miltar. Por ejemplo, en Madrid son ejecutados el general Fanjul y el coronel Fernández Quintana, oficiales que habían podido sobrevivir a la toma del cuartel de la Montaña.

Los 3000 presos que se encontraban en la cárcel Modelo de Madrid corrieron la misma suerte. La prisión terminó ardiendo, y sus moradores murieron de forma espantosa. Los que sobrevivieron, fueron fusilados por una multitud que se agolpó en la puerta pidiendo justicia por la matanza que los nacionales habían hecho en Badajoz.

Azaña contemplaba impotente el desastroso espectáculo. El Gobierno no tenía forma de parar estas ejecuciones. Al armar a las milicias, había perdido el control. El ministro de la Gobernación, el general Pozas, hizo lo que pudo para detener estos desmanes, pero no fue suficiente.

A raíz de estos sucesos, se crearon los tribunales populares que se componían de anarquistas y miembros de las diferentes ideologías del Frente Popular. Estos tribunales, al igual que los nacionalistas, no tenían ninguna garantía. Eran más bien una forma que tenía el Gobierno de instaurar un orden que era más aparente que real. Aunque los juzgados tenían derecho a una defensa, normalmente todos los falangistas eran condenados a muerte.

La matanza de Paracuellos del Jarama

Con el ejército de Franco asediando Madrid, el Gobierno republicano, como ya hemos comentado, decide marcharse a Valencia. Pero existía la duda sobre qué hacer con los presos de la cárcel Modelo. Se pensaba que la capital caería más tarde o más temprano, y el Gobierno no estaba dispuesto a dejarlos en manos nacionalistas. Se decide enviarlos a cárceles alejadas del frente. Estos traslados se hicieron por orden de Santiago Carrillo, en aquél momento consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.

Ante la inminente caída de la capital, a principios de noviembre comenzaron las sacas de presos de las cárceles madrileñas. Eran montados a toda prisa en vehículos o autobuses para su traslado. Reina la confusión, y los milicianos pertenecientes a la Milicias de Vigilancia de la Retaguardia son los encargados de custodiarlos.

Los convoyes con los presos salen de madrugada con la orden de evacuarlos a Valencia. Sin embargo, en el trayecto son desviados a la vega del Jarama, perteneciente al municipio de Paracuellos del Jarama. Allí son sacados de los vehículos y fusilados.

Estos hechos se volverían a repetir en los siguientes días, solo que en diferentes lugares. En sus memorias, Santiago Carrillo reconoce los sucesos, pero defiende que él nunca los ordenó porque los desconocía. Las autoridades republicanas, en cuanto se enteraron, censuraron los hechos, pero no pudieron hacer mucho más.

Las sacas de presos terminaron el 10 de noviembre, gracias a la acción determinante del anarquista Melchor Rodríguez García, el llamado “Ángel Rojo”, como director de Prisiones. Se puso él solo en este cargo sin que nadie le nombrase, y consiguió parar las ejecuciones, hasta que fue sustituido. Merece la pena contar su historia, por eso os dejo el siguiente video:

La ejecución de José Antonio Primo de Rivera

El jefe de Falange llevaba desde el día 6 de julio de 1936 recluido en la cárcel de Alicante. José Antonio era el preso más importante que tenía la República. El Gobierno intentó hacer un canje con los nacionalistas, pero fracasó por varios motivos.

José Antonio Primo de Rivera, líder de Falange Española. Causas de la guerra civil española
José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), líder y fundador de Falange Española de las JONS. Licencia

Uno de ellos era el miedo que los políticos republicanos tenían a las masas, que no verían con agrado como el jefe de Falange (para ellos el máximo enemigo de la revolución) era entregado al otro bando; el otro motivo era Franco. A medida que avanzaba la guerra, su figura se iba afianzando en el poder. El único que podía hacerle sombra en aquellos momentos estaba en la cárcel de Alicante. Hay muchas especulaciones sobre la poca voluntad que mostró el Caudillo a la hora de permitir un canje de José Antonio, pese a los ofrecimientos del Gobierno republicano.

Se celebró un juicio donde José Antonio se defendió así mismo. Fue declarado culpable y condenado a muerte. La sentencia llegó al Gabinete de Largo Caballero para ser firmada. Justo en el momento en que la estaban discutiendo, les llegó la noticia de que el líder de Falange había sido fusilado. Esto fue una insubordinación que a Largo Caballero le enfureció.

En realidad, todos los ministros del Gobierno, incluido su presidente, estaban de acuerdo en conmutar su pena de muerte. Y eso es lo que iban a hacer hasta que los jefes locales de Alicante, temiendo que fuera salvado, decidieron adelantarse.

El líder de Falange fue fusilado, junto a su hermano, el 20 de noviembre de 1936 en el patio de la cárcel de Alicante. Casualidades del destino, su vida se apagó el mismo día y casi a la misma hora que moría Durruti tras una herida de bala en el frente. Dos personajes históricos antagónicos, no cabe duda, pero que les unió el mismo destino trágico: una muerte prematura por culpa de una guerra fratricida.

LA GUERRA CIVIL EN 1937

Tras el fiasco nacionalista en Madrid, el nuevo año de 1937 vio alumbrar muchas batallas importantes que reconfigurarán el territorio de ambos bandos. Este año será decisivo, y republicanos y nacionalistas reorganizarán sus fuerzas para crear verdaderos ejércitos que lucharán para aniquiliarse.

LA BATALLA DE MÁLAGA

Málaga era una franja costera de unos 30 kilómetros que aún conservaba en su poder la República. Estaba conectada con el resto de territorio republicano por la carretera costera que conducía a Motril, en la provincia de Granada. Para Queipo de Llano, Málaga era una anomalía rodeada de territorio nacionalista. Debía ser conquistada.

En Málaga las fuerzas republicanas estaban aisladas, mal organizadas y coordinadas. El 17 de enero dio comienzo la ofensiva por las tropas de Queipo de Llano, que ahora dirigía el mando supremo del ejército del Sur nacionalista. El ataque se realizó por la zona más occidental del territorio, hasta llegar a Marbella. Por la zona oriental avanzarían las tropas provenientes de Granada, al mando del coronel Muñoz.

Los avances no tuvieron gran resistencia, pero provocaban una afluencia de refugiados que se apiñaban en la capital malaqueña. Largo Caballero no contempló enviar refuerzos, por lo que la situación se agravaba para los defensores.

Al norte de Málaga comenzó un tercer ataque por tropas italianas, fuerzas mecanizadas de los camisas negras al mando de Roatta. Contaban con la fuerza aérea legionaria italiana compuesta por 100 aviones. Mussolini quería que sus soldados se curtiesen en la guerra de España. Y, a su vez, obtener un triunfo glorioso para la propaganda fascista.

La caída de Málaga

El coronel Villalba era el encargado de dirigir las fuerzas republicanas que tenían que defender Málaga. Disponía de 12 000 hombres, pero estaban escasos de fusiles y artillería. el 3 de febrero las tropas enemigas llegan a la ciudad malagueña, y empezó a cundir el pánico. Estaban siendo atacados por varios frentes a la vez, y Villalba no pudo mantener alta la moral de sus tropas.

Ante la inminente conquista, Villalba ordena la evacuación general antes de ser plenamente rodeados. Los nacionalistas prefirieron no cortar la carretera de huida de los republicanos para no tener más bajas. Pero no huyeron solos, les siguió una ingente cantidad de población civil que, a pie, escapaba por la carretera de la costa.

El 7 de febrero los italianos llegaron a las afueras de Málaga; al día siguiente entraron las tropas de Queipo de Llano a una ciudad devastada como consecuencia del bombardeo del día anterior por los barcos de guerra nacionalistas. Lo que le siguió fue una represión atroz por las fuerzas ocupantes. Los miles de simpatizantes republicanos que habían decidido no huir, fueron encarcelados, y un gran número fusilados.

La Desbandá

Con la ocupación se produce un movimiento de pánico generalizado que provoca una huida de civiles por la carretera de Málaga-Almería. Los tanques y la aviación nacionalistas se lanzaron a la caza de los fugitivos. Se produjo una masacre entre las gentes que huían. Muchos cadáveres quedaron tendidos a lo largo del trayecto. Posteriormente será conocida como la “carretera de la muerte”.

Los aviones republicanos (la cuadrilla España dirigida por André Malraux) intentaron cubrir la retirada de esta ingente cantidad de civiles, pero con poco éxito. Los buques Canarias, Baleares y Almirante Cervera bombardeaban desde el mar. Esta carnicería terminaría denominándose “la Desbandá”.

Aún no está muy claro el número de civiles que huyeron de Málaga. Entre 15 000 y 100 000 republicanos sufrieron este éxodo. En 2005 se inauguró en Torre del Mar un memorial en recuerdo de los que allí perdieron la vida. Un suceso trágico más que nos dejaría este sangriento conflicto civil.

LA BATALLA DEL JARAMA



La conquista de Málaga había creado una crisis (otra más) en el seno del Gabinete de Largo Caballero. Los comunistas exigía responsabilidades y señalaban a aquellos ministros que no les gustaban. Asensio Torrado, subsecretario de la Guerra, y mano derecha de Caballero, fue el chivo expiatorio de la derrota en Málaga, provocando su caída en desgracia.

Queipo de Llano estaba enormemente cabreado. Franco le había ordenado parar la ofensiva. Esto es posible que fuera un error. Si el ejército hubiese continuado, posiblemente se habría conquistado Andalucía oriental. Franco seguía con su estrategia de cautela, centrado en una nueva ofensiva para tomar la capital. Esta vez por el valle del Jarama.

La ofensiva

Los nacionalistas reorganizaron su ejército, convirtiendo las columnas en brigadas. Cada brigada tenía un regimiento de legionarios y marroquíes. Para la ofensiva en el  Jarama, Varela envió a 5 brigadas al mando de Saenz de Buruaga, Barrón, Asensio y Rada, apoyados por 6 cañones de artillería y la Legión Cóndor. El objetivo es cortar la carretera de Madrid-Valencia y aislar la capital por esa parte.

Mapa de la batalla del Jarama en 1937
Mapa de las operaciones en la batalla del Jarama en 1937. Licencia

La ofensiva le pilló por sorpresa a la República. El 6 de febrero, las tropas de García Escámez atacaron Ciempozuelos y arrollaron a la 15ª Brigada republicana. Por su parte, Rada avanzó por el norte del campo de operaciones con igual éxito. Barrón conquistó la unión de los ríos Jarama y Manzanares. La carretera de Madrid-Valencia quedaba a tiro.

Miaja reaccionó pronto. Ante la gravedad de la situación decide enviar la 11ª División comandada por el competente Líster para ayudar al general Pozas, el jefe del ejército del Centro que estaba sucumbiendo a la embestida del enemigo.

Los puentes del Pindoque y San Martín

El 9 de febrero se reorganiza milagrosamente la línea de defensa republicana a lo largo de la orilla oriental del Jarama. 2 días más tarde, fuerzas marroquíes cruzan el río escoltados por la oscuridad de la noche para tomar el puente del Pindoque. Degüellan a los centinelas y y dejan paso a la brigada de Barrón. Son acribillados por el fuego de las ametralladoras italianas del batallón Garibaldi, y los soldados de Barrón se detienen.

La sangrienta batalla en el Jarama también se desarrolla más al sur, donde las tropas de Asensio han llevado la misma táctica para intentar tomar el puente de San Martín, conquistándolo, mientras que Buruaga se une con Asensio para reforzar el frente. Pero hasta aquí llegaron. Durante dos días los republicanos resistieron, impidiendo el avance nacionalista. Se estaba dejando notar que el ejército republicano era una fuerza cada vez más profesional.

Búnker de la guerra civil española en el río Jarama, en Madrid
Restos de búnkers de la batalla del Jarama actualmente sumergidos, situados en el Soto de las Juntas, el término de Rívas-Vaciamadrid. Licencia

Una ayuda importante para los republicanos fue el control aéreo que los Chatos estaban llevando a cabo. Las baterías antiaéreas de la Legión Cóndor intentaban contrarrestar el dominio de los cielos por los pilotos rusos, mientras protegían a sus propias tropas.

Los republicanos concentraron en Arganda, al norte del frente, a la 15ª Brigada Internacional, que iba a recibir su bautismo de fuego. Estaba apoyada por una brigada de tanques rusos. Esta brigada estaba mandada por el coronel Janos Galicz y la componían voluntarios de más de 20 países. En ella estaba integrado el famoso batallón Abraham Lincoln compuesto por norteamericanos. Mención especial tienen los irlandeses. En la 15ª Brigada había irlandeses miembros del IRA (Ejército Republicano Irlandés), mientras que el bando nacionalista luchaba otro grupo de irlandeses fascistas al mando de O´Duffy, también miembros del IRA. En el valle del Jarama, los irlandeses se ajustarían cuentas en su particular guerra civil.

Contraataque republicano

Asensio y Buruaga ordenan el ataque, pero los republicanos resisten en la denominada “colina del suicidio” hasta que las tropas de la brigada de Líster llegaron para reforzar el frente. La batalla continuó hasta el 12 de febrero. Sin duda, los aviones y tanques rusos habían sido fundamentales para mantener la línea defensiva republicana. Los nacionalistas, tras conquistar las colinas un poco más allá del Jarama, adoptaron una postura defensiva ante la imposibilidad de seguir continuando.

El 17 de febrero los republicanos lanzan un contraataque furioso que hizo retroceder a las tropas de Barrón más allá de la carretera de Valencia. Un segundo contraataque cruzó el Manzanares. La ofensiva hubiese sido más exitosa si los republicanos no hubieran perdido el control del aire. El as de la aviación nacionalista, Joaquín García Morato, junto con su escuadrón de cazas Fiat italianos, había terminado con la tiranía de los Chatos rusos.

"Hay un valle en España llamado Jarama,  
Es un lugar que todos conocemos muy bien,  
Porque en él destrozamos nuestra juventud  
Y nuestra edad madura en gran parte" 

El irlandés Alex Mac Dade, 
natural de Glasgow,  puso letra a la canción
tradicional «Red River Valley»

Las Brigadas Internacionales atacan Pingarrón y San Martín, pero fracasan en su intento de romper el frente. Volvió a ocurrir lo mismo que en anteriores combates en torno a Madrid, ninguno de los dos contendientes eran demasiado fuertes para romper las líneas defensivas del otro. Los republicanos habían perdido un trozo de territorio de unos 15 kilómetros, pero conservaban la carretera de Valencia. Se puede decir que nadie ganó la batalla, pero la lucha había producido más de 15 000 bajas en los dos ejércitos.

LA BATALLA DE GUADALAJARA

Mussolini estaba empeñado en que sus tropas italianas entraran a luchar en España en un combate serio. Franco, pese a sus dudas, se plegó a la idea; no le quedaba más remedio puesto que la ayuda italiana era fundamental para proseguir la guerra. Estaba previsto que las tropas italianas entraran en combate para tomar la ciudad de Guadalajara, una nueva ofensiva que se estaba preparando al nordeste de Madrid.

Los italianos estaban compuestos por voluntarios y tropas regulares que habían formado un ejército aparte denominado Comando Truppe Volontarie (CTV). Estaban organizados en 3 divisiones de camisas negras fascistas: la división Dio lo vuole (Dios lo quiere), al mando del general Rossi; los Fiamme Nere (Llamas Negras), a las órdenes del general Coppi; y las Flechas Negras, bajo el mando del general Nuvoloni.

Estos 35 000 italianos, bajo las órdenes de Roatta, estarían apoyados por un tambor de marroquíes y carlistas, además de por una división entera al mando de Moscardó, el héroe del Alcázar. Contaban con más de 80 tanques, 200 piezas de artillería, 16 cañones antiaéreos y 50 cazas. El objetivo de los italianos, más que ayudar a Franco, era obtener una victoria para gloria de Italia. Mussolini quería mostrar a su país y al mundo de lo que su ejército era capaz de hacer.

Inicio de la batalla

El frente a lo largo de Guadalajara estaba defendido por la 12ª División republicana. Fue esta división la que recibió el primer ataque de los Llamas Negras. Utilizando la táctica Blitzkrieg (aunque todavía no se la conocía con este nombre), rompen el frente, al mismo tiempo que Moscardó hace lo mismo en las líneas republicanas que defendían la carretera de Soria.

El primer éxito italiano y nacionalista quedó empañado por el eficaz despliegue de la aviación republicana que obstaculiza el avance del enemigo. También hay que tomar en consideración que el ejército republicano se ha convertido en una máquina eficaz, alejada de la desorganización de los primeros tiempos del conflicto civil. Por eso, ante los primeros momentos de sorpresa, reaccionan rápidamente y llevan a cabo una concentración de fuerzas ordenada hacia el lugar del ataque.

El mal tiempo no ayuda. Es lo que ha impedido que el ejército de Orgaz lanzase una ofensiva simultánea en el Jarama, tal y como se había previsto. De esta forma, los nacionalistas solo atacan por Guadalajara.

El 9 de marzo los italianos de Coppi conquistan las poblaciones de Almadrones y Masegaso; por su parte, Moscardó toma la población de Cogolludo. La situación republicana es crítica. Los comunistas, descontentos, fuerzan la dimisión del jefe del estado mayor republicano, el general Martínez Cabrear. Esta decisión es crucial, puesto que lo sustituye el coronel Vicente Rojo, uno de los artífices de la exitosa defensa de Madrid.

La resistencia republicana

Rojo organiza apresuradamente una respuesta. La 11ª División de Líster se traslada a defender la carretera de Trijueque a Torija, mientras que la 14ª División (donde está integrado el batallón italiano Garibaldi) de Cipriano Mera se sitúa en la carretera de Brihuega a Torija. En la retaguardia, y a la espera, está la 12ª División del coronel Lacalle.

La población de Brihuega está en el centro del dispositivo de defensa republicano. Y es esta población la que terminan tomando los italianos. Moscardó sigue también avanzando y toma Jadraque, a la orilla del río Henares. Roatta estaba eufórico por el éxito de su avance, y Guadalajara estaba ya cerca.

Es enviado el batallón Garibaldi hacia Brihuega, donde estaban los italianos del bando nacionalista. Cuando ambos entran en contacto, se produce una mini guerra civil italiana: fascistas y comunistas arreglarían sus asuntos en las tierras de Guadalajara.

El descalabro italiano

Coppi lanzó sus blindados contra el batallón Garibaldi, que respondió con fuego de ametralladora. Se entabló una lucha que terminó con la rendición de los Llamas Negras. Sin embargo, en la casa de campo conocida como palacio Ibarra, los italianos de ambos bandos continuaron matándose.

El 11 de marzo se reanudó la ofensiva. Los Flechas Negras rompen las defensas de la 11ª División de Líster y conquistan Trijueque. Seguidamente continuaron hasta Torija, la penúltima población antes de llegar a Guadalajara. Al día siguiente, la aviación republicana consigue bombardear con acierto a las columnas italianas. Líster no se lo piensa, y ordena un contraataque cuya avanzadilla son tanques rusos T-26.

Tanques italianos en la batalla de Guadalajara, 1937
Blindados italianos en la batalla de Guadalajara. Licencia

Las brigadas de “El Campesino” y Thaelmann reconquistan Trijueque tras una sangrienta lucha cuerpo a cuerpo. Muchas unidades italianas se rindieron. En el palacio Ibarra, el batallón Garibaldi ataca a sus compatriotas y lo termina tomando. Ante el descalabro que se avecina, Roatta ordena que ataquen las dos divisiones que tiene en reserva, los Camisas Negras de Rossi y la división de Littorio de Bergonzoli. No solo los ataques fueron rechazados, sino que además los republicanos avanzaron más allá de Trijueque, hasta casi alcanzar la ciudad de Sigüenza.

Tras un parón de varios días, los republicanos vuelven a la ofensiva. Roatta es incapaz de parar el desastre. Le pide a Franco parar el ataque a Guadalajara, pero este le obliga a continuar. Justo en el momento en que está reunido con el Caudillo, le avisan de que más de 100 aviones republicanos están atacando Brihuega. En esta localidad las tropas de Líster y Cipriano Mera, apoyadas por blindados, se lanzan a su conquista. Cuando van a tomar la población, los italianos se retiran desordenadamente. Ante el desastre, Moscardó también se ve obligado a replegarse ante la amenaza de verse rodeado por el flanco. Los republicanos llevan a cabo una persecución a la caza de italianos.

El enfado de Mussolini

La ofensiva que se planeó para gloria del Duce terminó convirtiéndose en un estrepitoso fracaso militar. Los soldados italianos muertos se contaban por miles. La propaganda republicana hizo un uso hábil de esta victoria, a la vez que denunciaba en el comité de no intervención la presencia de tropas italianas en España, que sin duda constituía una violación del acuerdo.

La ofensiva italiana falló por muchos motivos. No coordinaron los ataques de la infantería con los blindados, además de no apoyarse de la fuerza aérea. Tampoco tenían buenos mapas para haber planificado mejor la batalla. Todos estos errores quizás se debieron al exceso de confianza.

Guadalajara enfureció tanto a Mussolini, que declaró que ningún italiano volvería vivo de España a menos que lograra una victoria. Su reputación internacional se vio también comprometida. Franco, por su parte, no acogió mal el descalabro italiano; todo lo contrario, ante la moral baja de los oficiales italianos consiguió plegarlos hacia su voluntad.

Guadalajara fue el último intento de ataque a Madrid por parte de los nacionalistas. Franco llegó a la conclusión que el ejército republicano ya estaba demasiado organizado y fuerte en torno a la capital. Es entonces cuando comenzaron a explorarse otros frentes.

LA CAMPAÑA DE VIZCAYA

La imposibilidad de tomar Madrid llevó Franco a replantear su estrategia. En marzo de 1937 redacta nuevos planes: las tropas en torno a Madrid se reorganizarían en plan defensivo, mientras que Mola planificaría un ataque para conquistar el territorio vasco que aún quedaba en manos republicanas. Es una decisión muy dura por parte del mando nacionalista y que lleva implícito el hecho de que Madrid no puede ser conquistada y, por lo tanto, la guerra se alargaría.

Franco es consciente de la debilidad de la República en el territorio vasco. Constituye un trozo separado y aislado del resto del territorio republicano, con un ejército menos preparado y peor equipado. Además, la región es tentadora por sus industrias química y del acero.

Mola había terminado de organizar la división Navarra compuesta por 18 000 hombres, divididos en 4 brigadas al mando de oficiales tan competentes como los coroneles García Valiño, Alonso Vega, Latorre y Cayuela.

El cinturón de hierro

Nido de ametralladoras del Cinturón de Hierro de Bilbao, en las peñas de Santa Marina (1937)
Nido de ametralladoras del Cinturón de Hierro de Bilbao, en las peñas de Santa Marina (1937). Licencia

Bilbao era el objetivo prioritario. En esta ciudad los nacionalistas vascos habían construido unas defensas alrededor de la ciudad que se terminaron denominando “cinturón de hierro”. Consistían en dos líneas fortificadas separadas por unos 300 metros cada una de ellas. Este sistema defensivo estaba incompleto y mal planificado. Carecía de profundidad y no tenía mucha protección en los flancos. En muchas partes de su recorrido no estaba ni siquiera camuflado. Los nacionalistas sabían muy bien de él, gracias a las informaciones que les había proporcionado un desertor nacionalista vasco.

Las fuerzas de ambos ejércitos

Mola había conseguido reunir para el ataque a la División navarra compuesta por 65 000 soldados, 150 aviones alemanes e italianos, 200 cañones de artillería y el apoyo por mar del acorazado España, el destructor Velasco y los cruceros Canarias y Almirante Cervera.

El ejército republicano del norte estaba bajo las órdenes supremas de Llano de la Encomienda, que agrupaba a los ejércitos vasco, cántabro y asturiano. Pero entre los tres no había mucha unidad. Los comunistas desconfiaban de los vascos, y viceversa. Hay insuficiente comunicación y coordinación, sobre todo con el ejército de Euzkadi, que está haciendo la guerra por su cuenta.

Cartel de propaganda republicana
Cartel de la propaganda republicana denunciando la intervención de tropas italianas a las órdenes de Mussolini en la Guerra Civil Española

Los vascos esperaban el ataque enemigo con 30 000  hombres organizados en 75 batallones de los cuales 27 eran gudaris (nacionalistas vascos). Un ejército muy singular, puesto que poseía un cuerpo de capellanes castrenses de más de 80 sacerdotes. Su misión era celebrar misas, velar por las almas de los gudaris y mantener la moral cristiana en las tropas. El fuerte sentimiento católico de los nacionalistas vascos estaba dejando imágenes que serían impensables en otras partes del territorio republicano.

El bombardeo de Durango

El 31 de marzo comenzó oficialmente la campaña del norte con un sangriento bombardeo de Junkers 52 de la Legión Cóndor a la ciudad vasca de Durango. Las bombas mataron alrededor de 200 civiles. Tuvo el triste honor de ser la primera ciudad indefensa bombardeada en Europa.

Las imágenes de Durango fueron la antesala, no solo de Guernica, sino de muchas ciudades europeas durante la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes proseguían con sus experimentos, analizando la reacción psicológica de la población civil ante estos ataques aéreos.

Imagen del bombardeo de Durango en la Guerra Civil
Imagen del bombardeo de la ciudad vasca de Durango. Licencia

Durango fue bombardeado durante varios días mientras que las fuerzas de Alonso Vega seguían avanzando. La División navarra rodeó el pueblo y los republicanos se retiraron. Se hizo entonces una pausa en la ofensiva debido al mal tiempo.

Mientras, los vascos reforzaban su cinturón de hierro a marchas forzadas. El bombardeo de Durango había aumentado el temor de los vascos sobre si las fortificaciones servirían de algo. El repliegue obliga a la República a enviar material de guerra y asesores militares rusos para ayudar al ejército del norte.

El 20 de abril comenzó desde Vizcaya un nuevo avance que hizo una vez más retirarse a los republicanos. En el pueblo de Elgeta los vascos rechazaron el ataque. Pero una nueva ofensiva de las tropas nacionalistas hundió el frente. En realidad, las tropas vascas no veían el momento de retirarse al cinturón de hierro, pensando que era el único lugar donde podrían defenderse de forma efectiva. Y entonces ocurrió lo de Guernica…

El bombardeo de Guernica



Guernica. Pablo Picasso
Guernica. Pablo Picasso. 1937

Guernica, en la provincia de Vizcaya, era una población que, en aquella época, tenía unos 7000 habitantes. Para los vascos, Guernica era especial desde tiempos inmemoriales como patria de sus libertades. Allí está el famoso roble de Guernica donde se reunía el parlamento de los senadores vascos; y es allí donde también los reyes españoles juraban los fueros vascos.

En 1937, en plena guerra civil española, la imagen de la población era muy distinta. Sus calles estaban masificadas de refugiados que huían del avance nacionalista. Hay que señalar que Guernica no disponía de ninguna defensa aérea, y el mando republicano estimaba que no era un punto estratégico importante; además, se encontraba a unos 15 kilómetros del frente.

El 26 de abril, a las 4:30 de la tarde, comienzan el repique de campanas para avisar del avistamiento de aviones. Seguidamente, fuerzas aéreas de la Legión Cóndor, compuestas por bombarderos Heinkel 111 y Junkers 52, escoltados por cazas Messerschmidt BF-109 y Heinkel 51, lanzan sus bombas en el pueblo. A su vez, los cazas ametrallan en vuelo raso a la población que huye del ataque.

Se producen sucesivas oleadas de bombardeos (al menos dos) que provocan una verdadera matanza. Las cifran aún no están muy claras, pero se estima que más de 1000 personas murieron en los ataques, sin contar los heridos y mutilados. El centro de Guernica quedó totalmente destruido. Pero de este suceso surgen todavía muchas dudas ¿Quién ordenó realizar el bombardeo? ¿Por qué en Guernica? ¿Era un objetivo estratégico prioritario? ¿Pretendían los alemanes seguir experimentando las consecuencias psicológicas de los bombardeos en la población? Vamos a aclarar estas cuestiones.

Consecuencia del bombardeo

El bombardeo no tenía ninguna finalidad militar. Lo atestigua el hecho de que el puente del pueblo, que supuestamente debería ser el objetivo, quedó intacto; al igual que las fábricas y la industria, que no sufrieron ningún daño. También se salvaron la histórica Casa de Juntas y el sagrado roble de Guernica. Lo que se buscaba con este ataque era causar pánico y destrucción a la población civil. Y esto lo demuestra el uso de bombas incendiarias que causaron el mayor daño posible. Y si no fuera así, ¿qué sentido tenía ametrallar a la gente que huía de la destrucción?

¿Estaban los nacionalistas enterados de lo que iban a hacer los alemanes en Guernica? Los diferentes estudios de los historiadores confirman que sí sabían del ataque. Y los alemanes, ¿eran conscientes del significado que para los vascos tenía Guernica? Quizás no, al menos no hay evidencias claras. También es probable que los nacionalistas no supieran que el bombardeo iba a ser tan destructivo.

El ataque saltó a la primera plana internacional. Los nacionalistas se pusieron muy nerviosos al comprobar la repercusión que estaba teniendo. Las primeras reacciones fueron culpar a los propios vascos de incendiar el pueblo. Posteriores informes del estado mayor de Franco reconocían que hubo bombardeo, pero se afirmó que los aviones eran republicanos. Más tarde, los alemanes declararon su autoría, pero argumentaron que se quería eliminar el puente, y que la destrucción del pueblo fue un error causado por la falta de visión. Otros le echaron la culpa al viento, que desvió la trayectoria de los proyectiles.

El cuadro Guernica, de Pablo Picasso

Debido a la gran controversia internacional que había provocado el bombardeo, el Gobierno republicano encarga al pintor internacional malagueño, Pablo Picasso, pintar un mural del acontecimiento para el pabellón de España en la Exposición Universal de París. De esta manera nació el Guernica, su obra más famosa, y una de las pinturas más internacionales.

Después de su exposición en París en 1937, la obra fue trasladada a Nueva York para exponerse en el Metropolitan Museum. El Guernica es una representación de los horrores de la guerra, un símbolo para que la humanidad nunca olvide. En la actualidad, el cuadro está expuesto en el museo Reina Sofía de Madrid.

Al poco del bombardeo, Guernica fue tomada por las vanguardias de las tropas nacionalistas, pero la ofensiva se paró. El respiro para los republicanos fue momentáneo, ya que el 1 de mayo la división de Mola volvió a la carga. Para el día 18, los vascos había retrocedido hasta casi el cinturón de hierro.

La muerte de Mola

Mola no vería a sus tropas conquistar el norte. El 3 de junio, el avión donde viajaba se estrelló en unas colinas cerca de Burgos, acabando con su vida. ¿Fue un accidente? Ha habido mucha especulaciones sobre este asunto. Mola y Franco solían emplear mucho el avión como el método favorito para sus desplazamientos. Los aparatos de aquella época no eran muy fiables, y hasta el momento no hay evidencias de ningún tipo de sabotaje.

Con la muerte de Mola, la figura de Franco adquiría mayor relevancia. Desde el alzamiento militar han ido desapareciendo todas las figuras importantes: Sanjurjo, Goded, Fanjul, José Antonio y ahora Mola. La campaña del norte pasó al mando del general Dávila

La batalla de Bilbao

El 11 de junio los republicanos defendían el último trozo de terreno anterior al cinturón de hierro. Un bombardeo de artillería, combinado con ataques aéreos de la Legión Cóndor y la aviación italiana, derrumbaron el frente de nuevo. Al día siguiente, las tropas navarras ya tenían al alcance de su vista el sistema defensivo de Bilbao.

A la hora de plantear el ataque al cinturón, la táctica nacionalista no varió: bombardeo masivo de artillería y de aviación sobre las fortificaciones, y avance de la infantería. La brigada de Bautista Sánchez fue la primera en atacar y penetrar por el punto más débil del sistema defensivo. Al sentirse copadas, las unidades republicanas se replegaron. La brigada de Bautista había roto el frente a la primera embestida, y el centro de la ciudad de Bilbao estaba solo a unos cuantos kilómetros.

Imagen de Guernica bombardeada
Imagen de Guernica tras el bombardeo. Licencia

Ante la fuerza de los hechos, los defensores abandonaron el cinturón de hierro y se replegaron para defender Bilbao. Psicológicamente, los vascos estaban completamente hundidos al observar lo poco que había servido crear un sistema defensivo fijo. En este sentido, los franceses podrían haber tomado buena nota, pues a ellos les pasará lo mismo en la Segunda Guerra Mundial con su Línea Maginot. La guerra de posiciones ya era una cosa del pasado.

Aguirre, el Lendakari vasco, se reunió con el alto mando militar para averiguar si aún había posibilidad de resistencia. Se acordó proseguir la lucha, aunque ya nadie creía en la victoria. El Gobierno republicano de Valencia aconsejó destruir toda la industria antes de dejar Bilbao en manos enemigas.

Los niños de la guerra

Barcos británicos y franceses arribaron en las costas vascas para evacuar a la población ante la inminente conquista del territorio. Los primeros refugiados vascos fueron niños. Su historia fue dramática. Se despidieron de sus padres llorando, en los muelles, rumbo a destinos que no conocían. Muchos de ellos no volverían a ver a sus padres nunca más.

Los niños se repartieron por Francia, Gran Bretaña y Rusia. Muchos que llegaron a Rusia, jamás volverían a España, quedándose a vivir en aquel país para el resto de sus vidas. Son los denominados niños de la guerra.

Por su parte, el gobierno vasco intentó abrir negociaciones de paz con Franco a espaldas del Gobierno republicano, pero el intento no cuajó. Franco tenían en su mano el País Vasco, y pronto tendrían el norte. A estas alturas, cualquier negociación de paz era perder el tiempo.

La caída de la ciudad

El Gobierno vasco abandonó Bilbao mientras que los refugiados se agolpaban en la carretera dirección Santander. En la ciudad quedó una Junta de Defensa que poco podía hacer: algunos oficiales vascos había huido ya en barco.

El 17 de junio la artillería rebelde estaba cayendo sobre la ciudad. Se entabló una lucha callejera para dar tiempo a la evacuación en la retaguardia. Los vascos se opusieron en todo momento a los comunistas y anarquistas que querían destruir las fábricas y diversos edificios de Bilbao. El día 18, con las tropas enemigas controlando gran parte de la ciudad, se recibió la orden de evacuar. Al día siguiente, una avanzadilla nacionalista comprobó que estaba libre de enemigos. La brigada de Bautista fue la primera en entrar, conquistando Euzkadi para Franco. El Gobierno vasco se exilió a Barcelona mientras que las tropas republicanas que escapaban se aprestan a reorganizarse para defender Asturias y Cantabria.

LAS JORNADAS DE MAYO DE 1937 EN BARCELONA

En mayo estalló una crisis en la España republicana que terminaría ocasionando cientos de muertes. Unos hechos que, desde luego, no ayudarían en el objetivo republicano de ganar la guerra. Desde el alzamiento militar, el Partido Comunista de España, gracias a su disciplina y eficaz propaganda, favorecido por la ayuda militar soviética, estaba teniendo cada vez mayor relevancia. Su influencia en las decisiones políticas y militares era enorme.

Frente a la cada vez mayor influencia comunista se oponían el jefe del Gobierno, Largo Caballero, los comunistas del POUM, de tendencia troskista y, sobre todo, los anarquistas. Esta enemistad entre fuerzas de izquierdas terminó estallando en mayo.

Los comunistas eran partidarios de centralizar el poder político y militar, y unificar toda la industria para ganar la guerra. Esto entraba en conflicto con los anarquistas, que controlaban la industria en Barcelona, así como todo el territorio republicano de Aragón, donde habían impuesto el comunismo libertario. Además, el PCE, bajo las órdenes de Stalin, ya había puesto su objetivo en eliminar al POUM. El dictador soviético no quería que ningún partido en España siguiera las ideas de su máximo rival político: León Trotsky.

La tensión entre comunistas y anarquistas en Barcelona

La tensión entre el POUM y los anarquistas por una parte, y el Gobierno de Company y los comunistas del PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña, la rama catalana del Partido Comunista) por otro, fue en aumento.

El Gobierno catalán quería unificar la policía catalana y terminar de una vez por todas con las patrullas de control anarquistas, que tanto caos y represión habían ejercido en Barcelona. Evidentemente, la CNT se oponía a esto, y lo consideraba un ataque. Esto provocó una crisis en el Gobierno, y los anarquistas dejaron de apoyar a Companys.

Bandera del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista)
Bandera del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista). Este partido marxista era de tendencia troskista. Durante la guerra denunció la intromisión constante de Stalin en los asuntos españoles. En las Jornadas de Mayo de 1937, se aliaron con los anarquistas para combatir al PSUC (la rama catalana del PCE) y a los gobiernos catalán y republicano. Tras los enfrentamientos en Barcelona, su líder, Andrés Nin, desapareció en extrañas circunstancias y nunca más se supo de él. Los historiadores están de acuerdo en afirmar que fueron agentes soviéticos, muy probablemente por orden de Stalin, quienes acabaron con su vida e hicieron desparecer el cuerpo. Licencia

Pero el problema viene de largo. Estas tensiones se habían dejado notar desde meses antes. Los asesinatos en las calles entre anarquistas y comunistas eran constantes. La propaganda de ambos se atacaban duramente, y la situación se hacía insostenible. Los ministros anarquistas del Gobierno de Valencia intentaron apaciguar los ánimos de sus colegas catalanes, pero fue en vano.

Una guerra civil dentro de una guerra civil

Tanto comunistas como anarquistas y militantes del POUM iban acumulando armas en los depósitos de sus edificios en previsión de un estallido de violencia en la capital catalana. Los comunistas se sentían bien respaldados tanto por el Gobierno republicano de Valencia como por el Gobierno catalán de Companys. Los anarquistas, por su parte, estaban cada vez más solos y con menor influencia. Muchos de ellos pensaban que se estaba preparando una conspiración para eliminarlos del panorama político. En cierta forma, tenían razón. Y detrás de todo esto estaba los comunistas.

La chispa que hizo estallar todo se produjo el 2 de mayo de 1937. El comisario general de Orden Público de Barcelona, Eusebio Rodríguez, se dirigió a Telefónica, el edifico donde se controlaban las comunicaciones y que estaba en manos de los anarquistas, resuelto a ocuparlo. Los anarquistas abrieron fuego contra él y los que lo acompañaban. Rodríguez Salas pidió ayuda inmediatamente a la guardia de asalto, que se presentó en el lugar. El incidente no fue a más, y los ánimos en el edificio de la Telefónica se calmaron. No así en la ciudad, donde la muchedumbre se congregó en la plaza Cataluña ante los rumores que se fueron propagando.

Edificio histórico de la Telefónica en Barcelona donde dio comienzo las Jornada de mayo de 1937
Edificio histórico de la Telefónica en Barcelona donde dio comienzo las Jornada de mayo de 1937. Licencia

Los diferentes rumores llevaron a que las fuerzas anarquistas sacaran las armas de sus escondites y tomaran posiciones en la ciudad, montando barricadas. Le siguieron las demás organizaciones políticas, incluyendo los comunistas. Todos los actores estaban preparados para aniquilarse: el PSUC, el POUM, la CNT, la FAI y otros crepúsculos anarquistas como “Los amigos de Durruti» y la JCI (Juventud Comunista Ibérica).

La lucha en Barcelona

La noche del 2 de mayo, la ciudad de Barcelona estaba en guerra. El Gobierno catalán y el PSUC controlaban un sector de la ciudad, mientras que los anarquistas estaban fuertes en el sector oeste de la capital catalana. En el centro de la ciudad, en tejados y azoteas, comenzaron los disparos. Algunos anarquistas lanzaron bombas a los coches de policía que pasaban.

El 4 de mayo, bandas de anarquistas asaltaron algunos edificios gubernamentales y los cuarteles de la guardia de asalto. Esto enfureció al Gobierno catalán y a los comunistas, que contraatacaron. Los mismos camaradas que lucharon juntos para frenar el golpe militar un año antes, ahora se mataban entre ellos.

Los dirigentes de la CNT del Gobierno de Valencia llamaban constantemente a sus camaradas anarquistas de Barcelona para que depusieran las armas, pero estos ya no les obedecían. Para muchos, los cenetistas de Valencia se habían vendido a los comunistas y al poder. El Gobierno de Largo Caballero quería impedir una guerra en Barcelona que, sin duda, no ayudaba al objetivo de ganar la guerra.

El temor de Largo Caballero se fue plasmando peligrosamente. La 28ª División anarquista, situada en el frente, se reúne y decide marchar a Barcelona para ayudar a sus camaradas anarquista, desguarneciendo la línea de defensa. Para los anarquistas, la revolución siempre había primado a ganar la guerra.

Ante las presiones anarquistas por destituir a varios miembros comunistas del Gobierno catalán, Companys decidió disolver el Gobierno por un consejo provisional en el que estuvieran representadas las diferentes fuerzas políticas. Pero esto no calmó los ánimos. Todos seguían atrincherados en sus barricadas y edificios.

La República envía refuerzos

Companys acepta los hechos consumados. Ha perdido el control total de la ciudad (si alguna vez lo tuvo), y en una conversación con el jefe del Gobierno le pide ayuda. Largo Caballero le envía refuerzos para restaurar el orden.

Mientras, la lucha proseguía en las calles. Comunistas y anarquistas se tiroteaban. En muchos casos, los muertos solo tenían la culpa de estar caminando por la calle en ese momento. Las diferentes fuerzas disparaban a toda persona o coche que pasara, sin preguntar, haciendo aumentar el caos.

El 6 de mayo atracó en el puerto de Barcelona el acorazado republicano Jaime I cargado de hombres armados enviados por Largo Caballero. Se les unieron 4000 guardias de asalto provenientes de Valencia, enviados con la misma misión.

Con estos refuerzos, los anarquistas estaban en minoría de fuerzas. El día 7 de mayo la CNT lanzó un llamamiento para no continuar con la lucha. De esta forma terminaron los combates en Barcelona. En el camino es probable que murieran más de 500 personas, y miles de heridos. Pero el daño está ya hecho. Una locura que con gran pesadumbre y tristeza observó desde el balcón del palacio de Barcelona donde residía, el presidente de la República, Manuel Azaña.

LA CAÍDA DEL GOBIERNO DE LARGO CABALLERO

Aunque los comunistas se habían negado a ocupar los puestos clave en el poder, su influencia era más que notable. Los continuos choques entre el viejo jefe socialista y los comunistas precipitaron su caída. A oídos del PCE habían llegado las iniciativas de paz que estaba llevando a cabo Largo Caballero, en las que, a cambio de que alemanes e italianos se marchasen, prometía la exclusión total de la influencia rusa en España. Esto no gustó a los comunistas.

El PCE se reunió y acordó la destitución de Largo Caballero. El secretario general, José Díaz, protestó argumentando que los comunistas españoles no debían someterse siempre a los dictámenes de Moscú. Pero su opinión no era mayoritaria. Así es como empezó la campaña comunista para destituir a Largo Caballero.

José Díaz, secretario general del Partido Comunista de España durante la Guerra Civil
José Díaz, secretario general del Partido Comunista de España durante la Guerra Civil

Las jornadas de mayo en Barcelona fueron la excusa. El PCE exigió que se castigara a los miembros del POUM y de la CNT. Largo Caballero se negó. Se inició una crisis en el Gabinete en el que los ministros comunistas, y los socialistas moderados liderados por Prieto, se retiraron. Largo Caballero solo tenía el apoyo de los ministros anarquistas.

Largo Caballero acudió a visitar a Azaña para presentarle su dimisión. Entonces los comunistas propusieron como jefe del Gobierno al socialista Juan Negrín. Sin embargo, Azaña no aceptó la dimisión de Largo Caballero y le animó a seguir en el cargo. Este formó un nuevo Gobierno, pero esta vez sin ministros comunistas. Esa fue su sentencia.

EL GOBIERNO DE JUAN NEGRÍN

En la España republicana ya no se podía hacer nada sin el consentimiento de los comunistas. Se habían convertido en un poder a parte. El PCE tenía el apoyo de los socialistas más moderados (que siempre habían odiado a Largo Caballero) e incluso de los republicanos de Azaña. Muchos que simpatizaban con ellos no eran comunistas, pero admiraban su organización, disciplina y propaganda, cualidades necesarias para ganar la guerra.

Juan Negrín, Presidente de la Segunda República
Juan Negrín López (1892-1956)

Juan Negrín era socialista, un intelectual que había trabajado con Ramón y Cajal durante sus estudios de medicina. Comenzó a participar en la política en los últimos años, es por eso que su figura no era muy conocida. Su cargo más relevante había sido el de ministro de Hacienda en el Gobierno de Largo Caballero de 1936.

Era sobre todo una persona muy práctica. Entendía que para ganar la guerra era necesario contar con los comunistas, aunque en el fondo no le gustasen muchos. Por el contrario, los comunistas apoyaron su candidatura pensando que sería una persona influenciable, a la que podrían dirigir sin problemas. Los hechos futuros vendrían a demostrar lo contrario.

El nuevo Gabinete de Negrín incluía a dos ministros socialistas (Prieto y Zuagazagoitia), dos comunistas (Uribe y Hernández) dos republicanos (Giral y Giner de los Ríos), un vasco (Irujo) y un catalán (Ayguadé). Negrín se reservó la cartera de Hacienda. Los anarquistas se negaron a entrar en el Gobierno a la vista de todo lo sucedido en Barcelona. También fueron defenestrados todos los afines a Largo Caballero.

LA BATALLA DE BRUNETE

Con las provincias vascas en su poder, Franco decide un receso en el ataque antes de lanzarse a por Santander. La República decidió distraer las fuerzas nacionalistas en el frente del norte y lanzó una ofensiva en Brunete.

El ejército que atacó Brunete, cuyo mando supremo detentaba Miaja, estaba formado por el 5ª Cuerpo de ejército al mando de Modesto y el 18ª Cuerpo de ejército a las órdenes del coronel Jurado. Dentro de estos cuerpos de ejército estaban divisiones comandadas por oficiales como Líster o El Campesino. También estaban la 11ª y 12ª Brigadas Internacionales. En total, 85 000 soldados reforzados con 300 aviones, 40 tanques y más de 200 piezas de artillería.

El objetivo de la ofensiva es atacar el frente norte de Madrid, en torno a la carretera de Madrid-El Escorial, avanzar hacia el pueblo de Brunete y aislar por el oeste a los ejércitos de Franco que asedian la capital.

Desarrollo de las operaciones

El 6 de julio avanzaron las tropas de Líster. A los nacionalistas les sorprendió el ataque. Recibieron el primer envite la 71 División, compuesta por falangista y marroquíes. Ese mismo día, las fuerzas republicanas penetraron en las líneas defensivas del enemigo y rodearon el pueblo de Brunete.

Mapa de la batalla de Brunete
Mapa de la batalla de Brunete

Franco puso al mando de la operación al general Varela. Inmediatamente se trasladaron al frente varias divisiones y abundante artillería. La Legión Cóndor, situada en el frente vasco, voló hasta Brunete. También llegaron las 4ª y 5ª Divisiones navarras, tropas muy profesionales al mando Alonso Vega y Juan Bautista. Toda esta reorganización se hizo en tiempo récord, una cualidad que los ejércitos de Franco demostrarían toda la guerra.

Mientras los nacionalistas agrupaban fuerzas, los republicanos toman Brunete. Pero la línea del frente no se movió mucho más gracias a la resistencia de guarniciones falangistas en las poblaciones de Quijorna, Villanueva de la Cañada y Villafranca del Castillo. La resistencia estabilizó el frente, y le dio tiempo a Valera para reorganizarse.

La batalla fue extremadamente sangrienta. La tozudez de los republicanos por tomar las poblaciones dio algunos resultados. La División de El Campesino conquistó Quijorna, y Villafranca del Castillo al día siguiente. La Legión Cóndor apareció en escena para hostigar a las fuerzas republicanas, a pesar de que eran inferiores en número a los cazas rusos.

Para el 13 de julio era evidente que el ejército republicano no podía avanzar más, y el frente se estabiliza. Los mandos republicanos ordenan ponerse a la defensiva y cavar trincheras. No obstante, habían conquistado Brunete y una bolsa de territorio de unos 12 kilómetros de profundidad.

La contraofensiva

Franco, fiel a su idea militar de luchar allí donde ataque el enemigo, detuvo la campaña en el norte, y envió fuerzas a conquistar un pueblo perdido en la árida meseta castellana. Quería reconquistar Brunete.

El 18 de julio las divisiones de Sáenz de Buruaga, Asensio y Barrón se lanzaron contra las líneas republicanas en todo el frente de Brunete. Las líneas fueron rotas por los flancos. Bajo un sol de justicia y a temperaturas extremas, las tropas de Barrón arrollaron a los republicanos por el centro y reconquistaron la población.

Bombardero alemán Heinkel 111 en la Guerra Civil
Bombardero alemán Heinkel 111 de la Legión Cóndor en la batalla de Brunete

Comenzó una retirada republicana en todo el frente. Varela quería continuar la ofensiva hasta Madrid, pero Franco le detuvo. Argumentó que más tarde que temprano las fuerzas republicanas, en su huída, se volverían a reorganizar y se defenderían con mayor fuerza cerca de la capital, como había pasado en las anteriores campañas. Además, le dijo a Varela que era prioritario continuar la ofensiva en el norte y conquistar Cantabria y Asturias. Así terminó la batalla de Brunete, una lucha que había costado más de 30 000 vidas entre los dos bandos, pero que ha dejado igual el tablero de la guerra.

LA CAMPAÑA EN EL NORTE

Tras la conquista de Bilbao, y frenada la ofensiva en Brunete, los nacionalistas continuaron su camino hacia Cantabria y Asturias, dos territorios aislados, pero que seguían en manos republicanas.

Santander

El ejército del norte seguía al mando de Fidel Dávil. Las tropas italianas se reagruparon en la División Littorio y la División 23 de Marzo; la División Navarra, dirigida por Solchaga, se agrupaba en 6 brigadas mandadas por los coroneles García Valiño, Muñoz Grandes, Latorre, Abriat, Alonso Vega y Sánchez González. En total, unos 90 000 soldados dispuestos a tomar Santander. Les ayudarían 150 aviones (entre alemanes e italianos) y unos 70 aviones españoles.

Mapa de la campaña del norte en la Guerra Civil
Mapa de la operaciones durante la campaña del norte. Licencia

Santander estaba defendida por los Cuerpos 14ª y 15ª, dirigidos por Prada y García Vayas respectivamente, subordinados al mando supremo del general Gamir. Las fuerzas aéreas republicanas eran muy escasas, solo unos 33 cazas y algunos aviones de reconocimiento que no servían para el combate. 80 000 soldados componían el ejército republicano del norte.

El 14 de agosto, el bando nacionalista lanzó una ofensiva por la cordillera cantábrica, donde se encontraba la línea defensiva republicana, que se derrumbó el primer día de ataque. El 16 de agosto fue conquistada Reinosa. El día 18 los italianos abren otra brecha por el flanco del enemigo, en la zona de la costa. A partir de este momento, los republicanos dejaron de tener un frente defensivo organizado.

El repliegue se concentró en la ciudad de Santander donde ya estaban llegando las tropas de Solchaga. Los vascos integrados en el ejército republicano abandonaron la lucha. Han puesto sus esperanzas en la negociación que su Gobierno en el exilio está llevando a cabo en Roma para conseguir una paz por separado.

Miles de refugiados se agolpan en el puerto de Santander intentando huir en barco. El caos en la ciudad es enorme y ningún oficial republicano es capaz de llevar a cabo una mínima reorganización para la defensa.

El ejército de Dávila entró finalmente en Santander. Luego vino la sangrienta rutina diaria, con juicios sumarísimos y ejecuciones. Franco ya tenía casi en su poder el norte de España, pero aún le quedaba Asturias. Fue en estos momentos cuando los republicanos volvieron a lanzar una ofensiva de distracción, esta vez en Aragón.

La batalla de Belchite

En realidad, la batalla de Belchite se organizó por el Gobierno central (apoyado por los comunistas) para terminar con el Consejo de Aragón. Este Consejo estaba bajo la presidencia de Joaquín Ascaso, y agrupaba a todas las colectividades libertarias instauradas por los anarquistas en la mitad oriental de Aragón.

Mapa de la batalla de Belchite en la Guerra Civil
Mapa de la batalla de Belchite. Licencia

Con la excusa de la ofensiva en Belchite, se envió a la División de Líster para terminar con aquel experimento anarquista y el Consejo de Aragón fue disuelto. Muchos anarquistas fueron detenidos. Este hecho puso aún más en evidencia la debilidad cada vez mayor de los anarquistas, y la fortaleza e influencia de los comunistas.

El 24 de agosto se lanzó una ofensiva en varios puntos del frente al norte de Zaragoza y entre Belchite y Zaragoza. 80 000 soldados,  100 tanques y 200 aviones componían las fuerzas republicanas. El avance fue rápido en los primeros momentos. Las poblaciones de Quinto, Codo y Medina cayeron el 26 de agosto.

La resistencia nacionalista, casi sin apoyo artillero y aéreo, fue notable. Esta vez Franco no cometió el error de abandonar la ofensiva en el norte para auxiliar a las tropas de Belchite. Lo que se hizo fue mandar un sustancial apoyo aéreo al mando del as de la aviación nacionalista, García Morato. También acudieron las divisiones 13ª y 150ª de Barrón y Buruaga desde Madrid.

Belchite es atacado con fiereza, siendo bombardeada día y noche. Los defensores resisten de manera muy terca, lo que sorprende a los republicanos. En mitad de las ruinas del pueblo, las guarniciones continúan sin retroceder, lideraras por su alcalde que muere en la defensa. La guarnición es aniquilada, y Belchite termina siendo conquistada.

La inusitada resistencia nacionalista y los refuerzos que llegaron después, terminaron parando el avance de las tropas de Líster el 6 de septiembre. El frente se estabilizó, y la República había llevado a cabo un enorme esfuerzo que solo había conseguido conquistar un trozo de terreno con poco valor estratégico.

La caída de Asturias

El 1 de Septiembre, Dávila ordena reanudar el avance en el norte, rumbo a Asturias. Frente a ellos estaban los restos del ejército republicano: el 14ª Cuerpo de Francisco Galán y el 17ª Cuerpo de ejército del coronel Linares. La desintegración era más que evidente, y se demostró cuando el Consejo de Asturias declaró a Asturias territorio independiente, destituyendo del mando supremo a Gamir y colocando en su puesto al coronel Adolfo Prada. Berlarmino Tomás, el dirigente socialista minero, asumió el poder político.

El avance nacionalista se topó con la complicada orografía del terreno de las montañas leonesas. Tampoco contaban con la Legión Cóndor, que se había trasladado a Belchite. Es por eso que pasó un mes y medio, y algunas montañas aún estaban en manos republicanas.

El 15 de octubre, la Legión Cóndor regresó al norte. Aranda y Solchaga comenzaron a avanzar más rápido, y cundió el pánico en las filas republicanas. Para ellos no había muchas opciones: el mar estaba bloqueado por la flota enemiga, y todo el territorio asturiano rodeado por la España nacionalista. No había lugar dónde huir.

Tanque en batalla del Ebro en la guerra civil española 1938
Una tanqueta lanzallamas L3-Lf en la Guerra Civil Española

Negrín envió una orden al Consejo de Asturias para que resistieran en Gijón hasta las últimas consecuencias. Los comunistas eran los únicos que estaban dispuestos a cumplirlas. El resto no. Todos los líderes políticos y militares de Asturias emprendieron la huída, incluido Berlamino Tomás, que milagrosamente escapó en un barco inglés.

El 21 de octubre las tropas de Aranda y Solchagan entraron en Gijón. Un día antes varios batallones republicanos se rindieron. No obstante, muchos hombres, sabiendo el destino que les esperaba en manos nacionalistas, se organizaron para seguir la resistencia en las montañas leonesas. A pesar de este foco de resistencia, el norte ya estaba en manos de Franco, ampliando aún más el territorio conquistado.

EL PRIMER GOBIERNO DEL CAUDILLO

A finales de 1937 los nacionalistas formaron su primer Gobierno, que daba un aspecto más formal que la Junta Militar que tenían desde el alzamiento de julio del 36. Franco llevaba ya tiempo acumulando poder en su persona. Meses antes decretó la unificación de falangistas y carlistas, creando Falange Tradicionalista de las JONS. Franco encabezó este partido oficial del régimen.

Fracisco Franco Bahamonde Guerra Civil Española
Francisco Franco Bahamonde (1892-1975)

Ahora formó un Gobierno. La vicepresidencia fue para Gómez Jordana, el ministerio de Defensa para Dávila y Martínez Anido ministro de Orden Público (un nombramiento muy adecuado para llevar a cabo la represión contra los republicanos). El resto de carteras se reservaron para civiles entre los que se encontraban falangistas y carlistas. Pero el verdadero protagonista de este nuevo Gabinete presidido por Franco era su cuñado, Serrano Súñer. El “cuñadísimo” se convirtió en la mano derecha del dictador, acumulando poder e influencia.

El nuevo Gabinete juró lealtad a Franco y a España. De esta forma, el Caudillo ya se estaba consolidando como figura indiscutible, reservando para sí todos los resortes del poder de la España nacionalista. Ahora lo único que le quedaba era ganar la guerra.

LA BATALLA DE TERUEL

Con el norte en su poder, el ahora Generalísimo puso de nuevo su atención en Madrid. Había discutido con su estado mayor un ataque por Guadalajara. Comenzaron los preparativos, pero una semana antes de la ofensiva prevista, la República se anticipó lanzando un ataque, esta vez en Teruel.

El plan de ataque

El mando republicano decidió atacar Teruel porque estaba débilmente defendida. Su conquista bloquearía las comunicaciones nacionalistas entre Castilla y Aragón, y pondría a tiro la carretera de Zaragoza.

Mapa de la batalla de Teruel
Mapa de la batalla de Teruel. Licencia

Para su cometido se destinó al ejército de Levante, al mando del general Hernández Saravia. Estaba compuesto por unos 100 000 soldados integrados en 18ª Cuerpo de ejército del coronel Fernández Heredia, el 20ª Cuerpo de ejército al mando del coronel Menéndez y el 22ª Cuerpo de ejército dirigido por el coronel Juan Ibarrola. En este último se encontraba la División de Líster, a la que se le encargó el ataque inicial.

La ofensiva republicana

El 15 de diciembre de 1937 hacía un frío de muerte en Teruel, y estaba nevando. No hubo bombardeo artillero ni aéreo previo porque se buscaba la máxima sorpresa. Las tropas de Líster se lanzan al ataque y rodean Teruel. Al oeste toman la cresta de La Muela de Teruel. Al alcanzar la noche, Teruel se encuentra completamente asediada.

El jefe de la guarnición de Teruel, el coronel Rey d´Harcourt, al mando de 4000 defensores, no tiene más remedio que ordenar un repliegue hacia el interior. Las noticias del ataque llegaron inmediatamente al cuartel general de Franco, que decidió plantar batalla. Sería un desprestigio para él dejar que el enemigo termine ocupando una capital de provincia.

Gobierno republicano en la guerra civil española
En la imagen, Azaña y Negrín visitan un frente republicano en las afueras de Barcelona acompañados por dos de las principales autoridades militares de la República: Vicente Rojo Lluch y José Miaja, en noviembre de 1937.

Como viene siendo costumbre en esta guerra, el Caudillo decide organizar un contraataque frontal, como se había hecho en Brunete y en otras batallas anteriores. Pero mientras llega la  respuesta nacionalista, los republicanos ya han penetrado bastante en la ciudad.

El 20 de diciembre, los defensores se hacinan en la zona sur de la urbe, defendiendo lo poco que les queda de ella. Franco envió un telegrama a d´Harcout apremiándole a que resistiera hasta la llegada inminente de refuerzos. Estos llegaron el 29, y se inició el contraataque.

Los cuerpos de ejércitos de Galicia y Castilla, al mando de Valera y Aranda, avanzaron hacia la ciudad, cubiertos desde el aire por la Legión Cóndor. El ataque hizo retroceder a los republicanos, pero las líneas no se rompieron. En un supremo esfuerzo, soldados nacionalistas toman La Muela de Teruel, y desde allí bombardean con artillería al ejército enemigo.

La conquista de Teruel

Los primeros días de enero de 1939 inauguraron un tiempo extremo en Teruel. Las temperaturas bajaron a menos 18 grados y una tormenta, con fuertes ventisca heladas, dejó en la ciudad casi un metro de nieve. La retaguardia de ambos ejércitos estaban cortadas por las condiciones tan extremas.

Mientras los soldados luchan en el interior de la ciudad para aniquilarse, el frío iba haciendo mella en los cuerpos. Todos sufrían sus efectos, sobre todo los nacionalistas, que no tenían un adecuado suministro de ropas de abrigo. La industria textil estaba en Cataluña, en manos republicanas.

Tanque T-26 republicano en la batalla de Teruel
Tanque T-26 republicano en la batalla de Teruel

Comenzaron a morir congelados muchos hombres. Además del frío, los defensores tenían que padecer la falta de suministros. El coronel d´Harcourt se rindió. Los nacionalistas lo tildaron de traidor, pero había resistido más de lo humanamente posible.

Con la ciudad en manos del ejército republicano, se decide evacuar a todos los civiles. Ahora los atacantes se convierten en defensores. Franco no está dispuesto a perder la ciudad.

El contraataque nacionalista

Ahora Aranda y Valera llevan una maniobra para envolver la ciudad tomando las colinas que la rodean. Se entabla una lucha con las fuerzas republicanas que se parapetan en esas colinas. El 19 de enero llegan las Brigadas Internacionales para reforzar el frente.

Poco a poco las líneas defensivas fueron cediendo en todo el frente al norte de Teruel. A principios de febrero, Aranda y Yagüe (al mando del ejército marroquí) rompen la defensa republicana en varios puntos.  Las localidades de Alfambra y Perales de Alfambra son tomadas. Se habían perdido 800 kilómetros cuadrados de territorio y 15 000 bajas antes de que Hernández Saravia enviara refuerzos. Ahora los nacionalistas se disponían a tomar Teruel.

La reconquista de Teruel

Destruidas las defensas en torno a la ciudad, el 17 de febrero Aranda y Yagüe inician un movimiento envolvente. Varios días después la ciudad está casi aislada, y algunos regimiento penetran en sus calles.

Ante el peligro de verse completamente rodeados, Hernández Saravia ordena la retirada. No quería que su ejército quedase en una bolsa dentro de la ciudad siendo atacado por todos lados. De esta manera Franco volvió a ganarle la partida al ejército republicano.

Las bajas aproximadas de la batalla aún hoy en día siguen en cuestión. Es muy probable que los nacionalistas tuvieran unas 50 000 bajas, entre muertos y heridos. La República tendría un número similar.

LA GUERRA ESPAÑOLA EN 1938

Este año se presenta con muchas dificultades para la República. Teruel ha resultado ser un fracaso mayor de lo que se esperaba, y ha dejado vía libre a Franco en Aragón. En cambio los nacionalistas poseen una poderosa maquinaria militar que se va perfeccionando con el paso de los meses. El apoyo incondicional de Alemania e Italia hace que no deban preocuparse por desarrollar una industria de guerra: los suministros de aviones, tanques y artillería son constantes. Estamos ante el año decisivo, en el que los dos ejércitos van a sellar su destino.

LA OFENSIVA DE ARAGÓN

Con el ataque a Teruel, la República había terminado mostrando el camino al ejército franquista. El Caudillo decide abandonar la idea de otro ataque a Madrid por Guadalajara y se centra ahora en una ofensiva en Aragón. Hay que aprovechar la debilidad del ejército enemigo en ese frente.

Mapa de la España en guerra civil en 1938
Mapa de España antes de la batalla de Teruel. La zona de color rosa corresponde al territorio conquistado por los nacionalistas; la azul, la zona republicana. Licencia

Las fuerzas que se van a lanzar al ataque en Aragón están bajo el mando de Dávila. Los diferentes cuerpos de ejército son comandados por Solchaga, Moscardó, Aranda, Yagüe y Varela. Les acompañarían la Legión Cóndor, unas 200 unidades de blindados y suficiente artillería.

El 7 de marzo, una oleada de bombardeos de la artillería y aviación inauguró la ofensiva. Después atacó la infantería. Casi no hubo resistencia. Las tropas republicanas, cansadas y abatidas tras el fiasco de Teruel, no pueden contener al enemigo, que rompe el frente en varios puntos.

La ruptura del frente

El 10 de marzo, avanzando por la orilla derecha del Ebro, la 5ª División navarra reconquista Belchite. A lo largo de todo el frente las tropas republicanas se ven obligadas a retroceder. El 16 de marzo, el ejército marroquí de Yagüe llega a Caspe y la rodea, mientras Aranda conquista Montalbán más al sur.

Las Brigadas Internacionales resisten heroicamente en Caspe, pero se encuentran muy solas. Durante dos días se baten de forma casi suicida. Finalmente, las tropas de Yagüe toman Caspe. En solo 10 días, las fuerzas franquistas habían avanzado más de 100 kilómetros, alcanzando los ríos Ebro y Guadalupe.

Joris Ivens, Ernest Hemingway y Ludwig Renn en la Guerra Civil Española
De izquierda a derecha, el director holandés Joris Ivens, el escritor estadounidense Ernest Hemingway y Arnold Friedrich Vieth von Golsseneau, también conocido como Ludwig Renn, Jefe de Estado Mayor de la XV Brigada, en una foto tomada al principio de 1937. Hemingway fue una de las figuras internacionales más famosas que apoyó a la República.

El 22 de marzo, tras varios días de descanso, prosigue la ofensiva. Se produce un ataque en la línea del frente de unos 130 kilómetros, que va desde Zaragoza a Huesca. Los republicanos llevaban asentados en ese territorio desde agosto de 1936, y habían construido una serie de fortificaciones para su defensa. Todas cayeron en un solo día.

Solchaga y Moscardó conquistan Huesca, Tardienta y Alcubierre; Yagüe, por su parte, cruza el Ebro y toma la población de Pina. Todo el territorio aragonés que ahora están en manos franquistas, no hace mucho que se asentaban las colectividades anarquistas del Consejo de Aragón. Ahora todo aquello es un espejismo. Sus habitantes, como en otras ofensivas, huyen de las poblaciones, acompañados por el ganado y todo los enseres que pueden portar. En su éxodo hacia el este son constantemente ametrallados por los cazas nacionalistas.

La entrada en Cataluña

El 25 de marzo Yagüe conquista Fraga. Por primera vez fuerzas nacionalistas entran en territorio catalán. Muy cerca se encontraba Lérida, donde las tropas de El Campesino llevan a cabo una dolorosa pero eficaz resistencia.

Al norte del frente, Moscardó ocupa Barbastro. Solchaga avanza por los valles de los Pirineos, donde los ataques de la aviación republicana consiguen detenerlo. Este es el único y escaso triunfo republicano, porque el frente ya casi no existe. No hay una línea defensiva republicana, y las tropas franquistas avanzan como una apisonadora en un amplísimo frente que abarca todo Aragón.

Tropas nacionalistas en la ofensiva de Aragón en la Guerra Civil de España
Tropas nacionalistas durante la ofensiva en Aragón

Más al sur, las tropas de Aranda, García Valiño y García Escámez cruzan la altiplanicie del Maestrazgo, dejando abierto el camino hacia el Mediterráneo. Entre la devastación y la desolación del derrumbe, hay algunas unidades republicanas que realizan actos aislados de resistencia en medio del caos. Pero son esfuerzos inútiles si no se coordinan.

El 3 de abril, Lérida y Gandesa son conquistadas por el ejército franquista. Si nadie lo evita, el colapso republicano está muy cerca.

La división del territorio republicano

El Mediterráneo estaba al alcance de la mano. Fuerzas italianas habrían llegado ya a la costa por la desembocadura del Ebro si no fuera por la eficaz resistencia de las tropas de Tagueña en Tortosa.

Más al norte, la ofensiva seguía penetrando en territorio catalán. El 8 de abril se conquistan Balaguer, Tremp y Camarasa, tomando las plantas hidroeléctricas de los Pirineos, y dando la estocada mortal a la industria de Barcelona.

Franco tomó una decisión (otra más) que fue muy cuestionada. Como ya ocurrió cuando desvió a sus fuerzas a liberar el Alcázar de Toledo, decide no lanzar un ataque frontal para tomar el resto de Cataluña. Prefiere centrar el esfuerzo militar en alcanzar el Mediterráneo. Para muchos de sus oficiales, esta decisión es un error táctico. Franco argumentaba que era peligroso seguir luchando junto a la frontera francesa. No quería que los alemanes llegaran a los Pirineos, ya que podían provocar una intervención gala, y esto ocasionar un conflicto general que no venía bien a los intereses de la España franquista.

A Yagüe le supuso un duro golpe dar orden a sus tropas de detener el avance. Sabía que el frente se había derrumbado y era solo cuestión de tiempo que Barcelona fuera conquistada. Se consolaba con el hecho de que la guerra parecía que estaba a punto de finalizar, y que la República ya no tenía más capacidad de lanzar ofensivas.

Finalmente, la 4ª División navarra de Alonso Vega ocupa Vinaroz y llega al mar. El territorio de la República estaba partido en dos. Al norte estaba la Cataluña republicana, muy disminuida en territorio tras la ofensiva de Aragón; al sur quedaba el territorio de Valencia, junto a la Andalucía oriental; en el centro se mantenía la capital, Madrid. La República estaba muy herida, pero no muerta.

EL NUEVO GOBIERNO DE NEGRÍN

El hundimiento del frente de Aragón llevó a Negrín a trasladarse a París para suplicar al Gobierno francés que abriera la frontera que había cerrado meses antes. Esto era prioritario para conseguir un suministro regular de armamento y evitar la derrota.

La apertura de la frontera francesa

León Blum, siempre sensible al destino de la República, accedió a las peticiones de Negrín. Gracias a esta acción, el material de guerra comenzó a pasar por los Pirineos en grandes cantidades. El jefe del Gobierno galo quería intervenir en la guerra española, pero parte de sus ministros, y la oposición de Gran Bretaña, seguían pesando mucho.

La apertura de la frontera con Francia fue fundamental para el posterior desarrollo de la guerra. Permitió a la República armase para lanzar una nueva ofensiva que ya estaba planificando. Sería la última oportunidad para frenar el avance arrollador de los ejércitos de Franco.

Los bombardeos sobre Barcelona

Ya llevaban tiempo los italianos bombardeando la ciudad condal desde sus bases situadas en Mallorca. Mussolini, en uno de sus innumerables arrebatos, había ordenado a sus fuerzas aéreas que pararan los ataques sobre Barcelona. El motivo de este enfado estaba en la intención de Franco de no involucrar al ejército italiano (CTV) en ninguna batalla seria. El Duce exigía que sus tropas fueran protagonistas en la lucha.

Sin embargo, el 16 de marzo se deshizo la orden, y los aviones italianos volvieron a causar el terror y el sufrimiento en la población barcelonesa. Uno de estos ataques aconteció por la noche, como viene siendo costumbre. Bombarderos Heinkel y Savoia soltaron su carga mortífera para luego regresar en unas horas. En total fueron 17 incursiones a la ciudad que duraron más de un día, dejando miles de muertos y heridos.

Parece ser que los ataques aéreos italianos habían sido ordenados por Mussolini, de forma independiente y sin contar con el mando nacionalista. Franco estaba furioso, y no por las víctimas, sino por las consecuencias internacionales que dichos bombardeos pudieran ocasionar. En el recuerdo sigue Guernica, y el impacto tan negativo que tuvo en la opinión pública europea. El mayor temor del Generalísimo era que Francia terminara interviniendo en el conflicto español de una manera más decidida, lo que supondría un efecto nefasto sobre sus intereses.

Estos bombardeos contra las ciudades republicanas fueron una constante hasta el final de la guerra. La inmensa mayoría de las veces no tenían ninguna intención estratégica, solo castigar a la población y sembrar el terror. Y no fueron de gran ayuda para el bando nacionalista.

La caída de Prieto

El ministro de Defensa Nacional, Indalecio Prieto, ya no ocultaba su derrotismo. Lo mostraba públicamente en cuanto tenía ocasión. No era el único, en la ciudad de Barcelona reinaba el mismo sentimiento.

Indalecio Prieto. Socialista moderado en la guerra civil española
Indalecio Prieto (1883-1962)

Negrín convocó un consejo de ministros bajo la presidencia de Azaña. Se dio cuenta del derrotismo de algunos ministros (entre ellos Giral y Prieto) que ya eran favorables a iniciar unas negociaciones de paz que terminasen con la guerra. Negrín, el más pragmático y lúcido de cuantos estaban reunidos, sabía perfectamente que lo único que aceptarían los nacionalistas era una rendición incondicional; de lo contrario les esperaba la aniquilación. Por lo tanto, para el jefe del Gobierno continuar la guerra no era una opción más, sino el único camino. Y en esto le apoyaban los comunistas.

Los comunistas comenzaron una campaña propagandística para eliminar políticamente a Prieto. Lo acusaban de traidor y derrotista en sus periódicos. El prestigio de Prieto se había esfumado, y Negrín era consciente que ya no podía tener a su lado a un derrotista, pues no ayudaba en la causa.

Negrín decide destituir a Prieto del Ministerio de Defensa. Pero los sentimientos de derrota son muy contagiosos. Los anarquistas protestaron ante esta destitución. Ellos también estaban convencidos de que debía acordarse la paz con Franco, puesto que la guerra la veían perdida. Solo Negrín y los comunistas seguían decididos a seguir luchando, sabiendo que las alternativas eran el exilio o la aniquilación.

El nuevo Gabinete

Con la caída de Prieto, Negrín formó un nuevo Gobierno abandonando la cartera de Hacienda y asumiendo personalmente la de Defensa. Puso a los socialistas González Peña y Paulino Gómez en las carteras de Justicia y Gobernación. Se incluyó al vasco Irujo, al catalán Jaime Ayguadé y al anarquista Segundo Blanco. A pesar del derrotismo en sus filas, la CNT decidió apoyar al Gobierno de Negrín.

ejercito de franco guerra civil española
Tropas del bando rebelde (entre las que se ve a moros y regulares) festejando la toma de Rubielos de Mora. julio 1938

Los comunistas querían luchar hasta las últimas consecuencias. Unas instrucciones de Stalin vinieron complicar la situación. Desde Moscú se ordenó que los ministros comunistas abandonaran el Gobierno. La Unión Soviética quería demostrar a Francia y Gran Bretaña que a los rusos no les interesaba conquistar el poder en España. Era una táctica encaminada a buscar el apoyo de estos dos países. Stalin, tal y como le sucedía a León Blum, tenía miedo a quedarse solo contra Alemania en una guerra europea. Sin embargo, los comunistas españoles hicieron caso a medias y decidieron mantenerse en el Gobierno.

La reorganización republicana

Negrín ordena a Vicente Rojo crear un nuevo ejército del Este con los restos de lo que ha quedado de Aragón. A pesar de todas las dificultades, la República se apresta a reorganizarse para seguir dando batalla. En Barcelona, la industria terminó en manos de la planificación del Gobierno, eliminando todas las colectividades. Los esfuerzos de guerra se estaban centralizando. Los anarquistas, cada vez más dóciles, aceptaron las nuevas normas y se comprometieron a aumentar la producción de la industria para un mayor esfuerzo militar.

La partición del territorio republicano fue un palo muy duro. Cataluña quedó aislada y las comunicaciones con Valencia pasaban por muchas dificultades. Los dirigentes debían sobrevolar territorio enemigo para trasladarse de un territorio a otro. Pese a todos los problemas y la grave crisis que estaba atravesando la República, se imprimió un último esfuerzo. Desde luego, las decisiones de Franco de no ir en línea recta habían dado un respiro a la República.

LA CAMPAÑA DEL MAESTRAZGO

El curso del río Ebro era una defensa natural que les estaba viniendo muy bien a los republicanos, por eso se aprestaron rápidamente a fortificarla. Los nacionalistas, una vez que han llegado al mar Mediterráneo, continúan su ofensiva hacia el sur por la costa.

Imagen del bombardeo sobre Valencia en la Guerra Civil española
Imagen de un bombardeo de la aviación legionaria italiana sobre la ciudad de Valencia

Varela lanza a sus tropas hacia el sur, a través del Maestrazgo, desde Teruel. El primer ataque abrió una brecha en las defensas enemigas. Sin embargo, los republicanos se refuerzan con cazas y artillería antiaérea provenientes de una remesa que ha cruzado la frontera francesa. Gracias a esto frenan la ofensiva de Varela. El 27 de abril el frente se estanca.

Los generales Aranda y Valiño lanzan sendas ofensivas al este de las posiciones de las fuerzas de Varela, pero su avance es lento. Los oficiales nacionalistas no esconden su malestar, sobre todo porque semanas atrás estaban convencidos del derrumbe republicano. La decisión de Franco de no atacar directamente Cataluña cuando estaba herida de muerte, había levantado ampollas en el seno del ejército. Muchos sentían que la guerra se podía eternizar.

Los 13 puntos de Negrín

Mientras que las críticas arrecian contra Franco, amenazando la unidad que siempre había caracterizado al bando nacionalista, Negrín expone sus trece puntos para la paz. Era un declaración cuidadosamente elaborada más para el exterior que para Franco. La declaración era un programa más moderado del que tenía el Frente Popular y constaba de las siguientes intenciones:

  1. Independencia de España.
  2. Retirada de todas las fuerzas extranjeras que está participando en la guerra.
  3. Sufragio universal como sistema de elección para el futuro país.
  4. Renuncia a toda represalia.
  5. Respeto a la propiedad privada.
  6. Respeto a las identidades nacionales en las regiones que las tienen.
  7. Continuar con la reforma agraria.
  8. Respetar el derecho de los trabajadores.
  9. La despolitización del ejército.
  10. Una política de desarrollo cultural.
  11. La renuncia a la guerra.
  12. Colaborar con la Sociedad de Naciones.
  13. Amnistía para los presos.

Estos puntos fueron redactados casi con la total unanimidad de las fuerzas de izquierdas, exceptuando una parte del anarquismo (sobre todo la FAI). Era evidente que Franco no iba a aceptar este programa, puesto que la única condición que contemplaba era la victoria sin condiciones.

Negrín, partidario siempre de continuar la guerra (más por la postura de Franco que por propio convencimiento) comenzó a pensar cada vez más en la posibilidad del estallido de una guerra europea. La situación en el continente se estaba agravando debido a la actitud expansionista de Hitler, que la patética política de apaciguamiento inglesa no estaba siendo capaz de parar.

Divergencias en el bando nacionalista

Un discurso del general Yagüe en un acto falangista el 19 de abril, escenificó con más dureza las divergencias de los nacionalistas. Yagúe argumentaba que debían revisarse los expedientes y perdonar a todos aquellos republicanos que habían sido condenados solo por el hecho de haber caído en las garras de una ideología equivocada.

Soldado nacionalista de Franco en la Guerra Civil
Un soldado nacionalista, probablemente un voluntario italiano del Corpo Truppe Volontarie (CTV), está parado detrás de un cañón destruido. Licencia

En su discurso pidió el inicio de una reconciliación nacional que comenzara a curar las heridas de la guerra. Yagüe, como falangista, buscaba atraer de nuevo a la clase obrera tan castigada por los nacionalistas, en sintonía con la política que llevaron a cabo falangistas tan reconocidos como José Antonio o Hedilla.

Las consecuencias de decir en público su opinión fueron inmediatas: Franco lo apartó temporalmente del mando del ejército marroquí. El Caudillo no había sufrido dos años de guerra ni había llegado hasta aquí para volver a la casilla de salida. En un discurso pronunciado el 6 de junio, Franco aseveró: “cuantos deseen la mediación consciente o inconscientemente sirven a los rojos”, afirmando que “una paz ahora supondría volver a una nueva guerra más adelante”.

Aún así, el Generalísimo era muy consciente del rechazo que habían provocado sus decisiones militares. Para muchos eran incomprensibles, solo tendentes a alargar el conflicto. Pero tenía claro que el objetivo no era ganar la guerra, sino exterminar al enemigo.

El avance por el Mediterráneo

La ofensiva en el Maestrazgo y el Mediterráneo avanzaba con mucha lentitud. El ejército republicano había logrado articular una defensa que, al mando del general Leopoldo Menéndez, estaba siendo efectiva. La apertura de la frontera francesa proporcionó un reforzamiento del material bélico. La República recibió una nueva remesa de cazas “Moscas” rusos y Grumman norteamericanos.

El 14 de junio, Aranda toma Castellón de la Plana con muchas dificultades, capturando el importante puerto de Castellón. Valencia se encontraba a 80 kilómetros. Estaba cerca y a la vez lejos: la resistencia republicana estaba consiguiendo que los nacionalistas fueran pesimistas sobre las posibilidades de tomar la ciudad. No les faltaba razones: el avance nacionalista se paró a unos kilómetros de Sagunto.

El 5 de julio se organizó un operativo para abrirse paso hasta Valencia. El ejército franquista concentró artillería y aviones para abrir brecha. Los primeros días del ataque consiguieron arrebatar terreno al enemigo. Se conquistan Mora de Rubielos y Sarrión, y la defensa republicana comienza a ofrecer síntomas de derrumbamiento.

La ofensiva se detiene a las puertas de Valencia

En el momento más crítico, las divisiones navarras e italiana llegan a la localidad de Viver, en la sierra de Espadán. Es una zona bien fortificada por los republicanos. Su conquista es clave, pues supone el último obstáculo a salvar antes de alcanzar Valencia.

Los coroneles Romero y Güenes, parapetados en las fortificaciones, resisten con gran destreza los ataques. Los continuos asaltos de la infantería nacionalista eran rechazados por una cortina de fuego de ametralladoras. Los bombardeos artilleros y aéreos no causaban el derrumbe de las defensas. Los días de julio fueron aciagos para las tropas de Franco. Las bajas son cuantiosas, y el ataque se terminó suspendiendo. Por ahora, Valencia se había salvado.

LA BATALLA DEL EBRO

Tanque en batalla del Ebro en la guerra civil española 1938
La batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta de toda la guerra civil española. Durante más de 100 ...

Negrín estaba convencido de que Valencia caería más tarde o más temprano si la República solo se dedicaba a resistir las ofensivas del enemigo. Se hacía necesario pasar a la acción y realizar un ataque diversivo para descongestionar el frente de Valencia.

Vicente Rojo elabora el plan

Vicente Rojo, jefe del estado mayor republicano, propuso un ataque desde territorio catalán para abrirse paso por el norte de la avanzadilla nacionalista en el Mediterráneo. Eso suponía cruzar el río Ebro por la retaguardia del enemigo, que ahora miraban hacia Valencia. El objetivo era bloquear las comunicaciones nacionalistas entre Cataluña y Levante y, con suerte, volver a unir el territorio republicano.

Vicente Rojo Lluch
General republicano Vicente Rojo Lluch (1894-1966)

Se organizó a marchas forzada el denominado Ejército del Ebro bajo el mando de Modesto. Lo integraban el 5ª Cuerpo de ejército a las órdenes de Líster, el 12ª Cuerpo mandado por Etelvino Vega y el 15ª Cuerpo liderado por Tagüeña. El 18ª Cuerpo de José del Barrio se quedaría en la reserva. Era una fuerza de unos 80 000 soldados apoyados por casi un centenar de cañones de artillería y una fuerza aérea compuesta por los nuevos cazas rusos “Superchatos” y “Supermoscas”.

El cruce del río

La noche del 24 al 25 de julio, comienzan a cruzar el río Ebro. Las tropas de Tagüeña pasan entre Mequinenza y Fayón y las de Líster entre Fayón y Cherta,  que comprendía Flix, Mora, Miravet y Amposta. En el centro de todo el arco que se pretendía atacar estaba Gandesa.

Tropas republicanas cruzando el Ebro. Guerra Civil Española
Tropas republicanas cruzando el río Ebro. 1938

Las avanzadillas cruzaron nadando, seguidas del grueso de las tropas que esperaban su turno para montar en las barcazas. Los ingenieros construyeron rápidamente puentes sobre el Ebro para pasar cañones y blindados.

Al otro lado del río estaba el ejército marroquí al mando de Yagüe (que había sido restituido en el mando tras las divergencias con Franco). Las primeras defensas franquistas fueron arrolladas. Los republicanos consiguen conquistar una cabeza de puente y continúan tierra adentro. Tagüeña se había adentrado unos 5 kilómetros; Líster, 40 kilómetros, y sus soldados llegan a Gandesa, dispuestos a tomar la población.

El ataque a Gandesa

Toda la cordillera que rodea la localidad de Gandesa fue tomada por las tropas de Líster. Las fuerzas nacionalistas en retirada se agolpan en el pueblo y se organizan para resistir. Franco ordena a los ejércitos de Barrón, Galera, Serrano, Rada, Vega y Castejón que acudan a reforzar el descalabro que se está produciendo.

Mapa de la batalla del Ebro en 1938
Mapa de la batalla del Ebro (1938) Licencia

En la retaguardia republicana, la aviación nacionalista bombardea los pontones montados por los ingenieros republicanos. En los últimos días de julio y primeros de agosto, Líster lanza sucesivos ataques contra Gandesa. Hacia el 2 de agosto se evidencia que los republicanos no pueden seguir avanzando. Líster tampoco es capaz de tomar Gandesa, donde los nacionalistas siguen resistiendo.

El frente se estanca, abarcando un arco de territorio que va desde Fayón a Cherta. Gandesa y Villalba de los Arcos siguen en manos nacionalistas. Los republicanos comienzan a cavar trincheras. El fracaso a la hora de tomar Gandesa es debido a que la infantería tiene que hacer el recorrido a pie, a falta de vehículos de transporte en los primeros momentos. Esto le dio tiempo a las tropas de Peñarredonda para hacerse fuertes en Gandesa. A partir de este momento dio comienzo una guerra de desgaste impulsada por la obstinación de Franco.

Los sucesivos contraataques nacionalistas

Franco recogió el guante y planteó un ataque frontal para volver a recuperar el territorio perdido, pese a las sugerencias de sus oficiales de llevar a cabo una maniobra envolvente. Concentró sus fuerzas en el frente del Ebro, incluyendo la artillería y la aviación.

El primer contraataque nacionalistas se produce el 6 de agosto. Delgado Serrano reconquistó la bolsa del norte, entre Mequinenza y Fayón. El 11 de agosto las fuerzas de Alonso Vega atacan la sierra de Pàndols; Yagüe atacó la ladera del monte Gaeta. Estas ofensivas consiguieron aliviar el cerco a Gandesa. Los republicanos perdieron la localidad de Corbera pero seguían resistiendo las embestidas del enemigo.

Por primera vez en toda la guerra, la ofensiva republicana había provocado un agudo pesimismo en los nacionalistas. La palabra derrota se difundió por muchos oficiales y políticos franquistas. Los falangistas hablaban abiertamente de los desaciertos del Caudillo a la hora de tomar decisiones. En el horizonte europeo se abrió la crisis de Checoslovaquia, que intranquilizaba aún más al mando nacionalista. Si estallase una guerra en Europa, la República se convertiría automáticamente en aliada de Francia, por lo que una invasión gala en España era una posibilidad muy real.

La conferencia de Múnich

En Múnich los ingleses vendieron vergonzosamente Checoslovaquia, terminando con la oportunidad que tenía la República de una intervención francesa. Hitler obtuvo vía libre para invadir Checoslovaquia, creyendo Chamberlain (primer ministro inglés) que de esta forma se aliviarían los deseos expansionistas germanos.

Pacto de Múnich (1938)
Pacto de Múnich (septiembre de 1938). De izquierda a derecha: Benito Mussolini, Adolf Hitler, Paul Otto Schmidt (intérprete de Hitler) y Neville Chamberlain

El frente del Ebro se había estabilizado y las tropas republicanas aguantaban una y otra vez las embestidas del enemigo. Las noticias provenientes de Múnich fueron un jarro de agua fría. Negrín, que sabía de buena mano la agresividad de los regímenes totalitarios, se alarmó ante la debilidad que mostraron las democracias europeas

La retirada de las Brigadas Internacionales

Las continuas concesiones de Francia y Gran Bretaña a la Alemania hitleriana fueron modulando la postura de Stalin. Moscú estaba desilusionada, y su intención de lograr una alianza con galos y británicos se estaba esfumando. Desde el momento de Múnich, Stalin comenzó a cambiar su postura diplomática y buscó la alianza con Hitler para no verse arrastrado a una guerra. Este cambio de actitud tuvo consecuencias en la guerra civil española. Los rusos comenzaron a insinuar a las autoridades republicanas que les gustaría retirarse de España. Como primera medida, se acordó la retirada de España de las Brigadas Internacionales.

Brigadas Internacionales Guerra Civil Española
Miembros de la 15 Brigada Internacional, posiblemente un batallón inglés, que fueron despedidos durante la batalla del Ebro

El Gobierno republicano aceptó la medida. Las Brigadas Internacionales no suponían una pérdida especialmente dolorosa. Los voluntarios se habían batido en España con valor y pundonor, destinados siempre a ser las fuerzas de choque. Pero la mayoría de sus miembros más veteranos habían muerto. Como resultado, en casi todas las brigadas los españoles eran ya mayoría.

Negrín, ante la Sociedad de Naciones en Ginebra, anunció al mundo la retirada de las Brigadas Internacionales. Pidió además a este mismo organismo que supervisara la salida. Mientras que en el Ebro la sangrienta batalla continuaba, los brigadistas comenzaron a retirarse del frente el día 22 de septiembre. Fueron despedidos en un desfile celebrado en Barcelona donde La Pasionaria emitió un discurso de agradecimiento. Se marcharon más de 5000 voluntarios de 29 nacionalidades distintas.

La batalla de Cavalls

Agosto, septiembre y octubre de 1938 se habían caracterizado por las innumerables contraofensivas del mando nacionalista, que se chocaban una y otra vez, con una rutina sangrienta, en las defensas republicanas. Pero Vicente Rojo era muy consciente que su ejército no podría aguantar mucho más.

Franco ordenó un ataque (otro más) al norte de la sierra de Cavalls, donde las defensas republicanas eran más débiles. Durante horas los nacionalistas bombardearon la zona con intenso fuego de artillería. Por el aire, los aviones soltaban sus bombas en las trincheras republicanas.

Cuando el fuego paró, avanzó inmediatamente la infantería franquista sin dar tiempo a los republicanos (que estaban escondidos al abrigo de las bombas) a volver a sus posiciones defensivas. Las trincheras fueron tomadas por los soldados de la 1ª División navarra. Durante todo el día la batalla fue extremadamente sangrienta, como ya es costumbre en este conflicto. Los nacionalistas consiguen apoderarse por fin de las fortificaciones de la sierra de Cavalls. Esto supuso un varapalo enorme al sistema defensivo montado por Vicente Rojo.

El 2 de noviembre ocurre lo mismo en la sierra de Pàndols. Los nacionalistas la conquistan y llegan hasta el río Ebro, expulsando al otro lado de la orilla a los republicanos en su flanco derecho. Después se llevó a cabo una ofensiva general  que los llevó casi al Ebro en el resto del frente. El 14 de noviembre cayó Fatarella; el 18 Ribarroja, última cabeza de puente de los republicanos.

mapa guerra civil española 1938
Situación de las dos Españas tras la batalla del Ebro. Licencia

Abatidos, aunque organizados y en formación, los últimos republicanos cruzan el río por los puentes que los ingenieros habían estado arreglando de manera muy profesional durante toda la batalla. Atrás dejan más de 10 000 muertos. Los nacionalistas tampoco salieron bien parados: sus fallecidos rondan los 7000. En total, entre muertos y heridos en los dos bandos, la cifra es probable que alcanzara los 60 000, en una de las batallas más sangrientas y largas de la Guerra Civil.

LA OFENSIVA SOBRE CATALUÑA

El triunfo sangriento en el Ebro, y el giro internacional que había provocado la conferencia de Múnich, habían eliminado de un plumazo el pesimismo y el derrotismo en las filas nacionalistas. Solo Franco seguía en su misma postura, con esa frialdad que siempre le ha caracterizado.

La República quedó muy tocada. Había conseguido trasladar al otro margen del río casi todo el ejército del Ebro, salvando los muebles. Pero el pesimismo se agudizó. El ejército franquista estaba a la espera de una remesa importante de material militar desde Alemania. Teniendo la garantía de que se entregaría, Franco decide no dilatar más el ataque a Cataluña y da la orden de avance a sus ejércitos.

Imagen de dos niñas refugiándose en un bombardeo en Madrid
Dos niñas refugiándose de un bombardeo en Madrid

Las mejores divisiones nacionalistas fueron concentradas en una línea de frente que abarcaba desde los Pirineos hasta la desembocadura del Ebro en el mar Mediterráneo. Esta impresionante fuerza estaba bajo el mando supremo de Dávila. La integraban el cuerpo de ejército de Urgel, al mando de Muñoz Grandes, el cuerpo de ejército del Maestrazgo, dirigido por García Valiño, el cuerpo de ejército de Aragón, capitaneado por Moscardó, el cuerpo de ejército de Navarra, a las órdenes de Solchaga y el cuerpo de ejército marroquí de Yagüe; apoyados por las divisiones italianas del general Gambara. En total, unos 300 000 soldados, 600 piezas de artillería y 500 aviones.

El inicio de la campaña

El ejército republicano que defendía Cataluña sumaban también unos 300 000 efectivos, agrupados en dos cuerpos de ejércitos, el del Ebro, al mando de Modesto, y el del Este, dirigido por Perea. Tenían casi 400 piezas de artillería y 200 tanques. La aviación era muy escasa, con 80 aviones en condiciones de volar. Al mando de todo el ejército republicano de Cataluña estaba el general Hernández Saravia.

El ataque de Franco pilló por sorpresa a estado mayor republicano, incluido Vicente Rojo. Estaban convencidos que para preparar la invasión de Cataluña, una operación de gran envergadura, los nacionalistas necesitarían meses. Rojo y los demás oficiales no contaban con la ayuda de material alemán a Franco, lo que precipitó el ataque.

El 23 de diciembre, navarros e italianos atacaron el Segre, en Mequinenza, comenzando la campaña de Cataluña. Los soldados cruzaron el río y tomaron las posiciones republicanas. Sin apenas resistencia, el frente quedó roto. Hasta que los republicanos se dieron cuenta de la importancia del ataque, se perdió un tiempo valioso. Fue enviado el 5ª Cuerpo de ejército de Líster para tapar la brecha. Las tropas de Líster aguantaron varios días, hasta que sucumbieron ante el asalto de los blindados nacionalistas.

Más al norte, García Valiño y Muñoz Grandes conquistan Artesa de Segre. El 4 de enero cae la población de Borjas Blancas. La línea defensiva republicana se va difuminando. Las tropas italianas seguían luchando en España sin que franceses y británicos hicieran nada. Tras los sucesos de Múnich, Chamberlain estaba aún menos dispuesto a molestar a los dictadores, permitiendo que la intervención alemana e italiana (que ha estado presente toda la guerra) se hiciera ahora sin ningún tipo de disimulo. Era la política de apaciguamiento en su máxima crudeza.

El derrumbamiento del frente

Roto el frente, la batalla de Cataluña se convierte en una desbandada. Ya no existe coordinación entre los ejércitos que deben defender Cataluña, ni moral de resistencia. El verdadero enemigo de los republicanos no eran los nacionalistas, sino su propio pesimismo.

Ante el desastre, Rojo solicita a Valencia que manden refuerzos por mar. La petición llega demasiado tarde. Las fuerzas nacionalistas avanzan a un ritmo imparable. El 14 de enero, partiendo desde Gandesa (la población que la República no pudo tomar en la batalla del Ebro), los marroquíes de Yagüe lanzan un espectacular ataque que los conduce a conquistar Tarragona.

Último parte de la guerra civil española redactado por Franco
Mapa de las diversas operaciones durante la ofensiva de Cataluña. Licencia

Francia abre de nuevo las fronteras para que llegue masivamente material de guerra ruso a Cataluña, pero todas las medidas que se toman llegan demasiado tarde. Mientras, en Barcelona, se volvía a repetir la imagen de los miles de refugiados agolpándose en sus calles huyendo del ejército enemigo.

El Gobierno trata de evacuar a los niños, pero el caos es enorme. Los barcos que se acercan al puerto de Barcelona para embarcar a los refugiados son atacados por la aviación nacionalista. Ya nadie piensa en luchar, sino en huir. Todo esto ocurría mientras el ejército franquista se aproximaba a la ciudad condal.

La conquista de Barcelona

Las tropas de Gambara al norte, Solchaga por el centro y Yagüe por la costa, avanzan sin apenas encontrar resistencia. García Valiño conquista Manresa y se apresura a cortar las comunicaciones entre Barcelona y la frontera francesa. El Gobierno catalán, el presidente de  la República y los dirigentes más importantes de los partidos y sindicatos se trasladan a Girona. Barcelona la dan por perdida.

Visto desde la perspectiva que nos proporciona el tiempo, Barcelona estaba en condiciones de ser defendida. El material ruso había estado entrando por la frontera, y con una organización se podría haber reagrupado el ejército para establecer una línea de defensa que contuviese el avance nacionalista. Sin embargo, no existía voluntad. Esa fue la verdadera razón de la derrota.

El 25 de enero de 1939, Yagüe cruza el Llobregat. Al día siguiente rodea, junto a las fuerzas de Solchaga y Gambara, la ciudad de Barcelona. El 27 de enero ordena a sus tropas entrar en la ciudad. Las calles estaban vacías. Los que pudieron se habían marchado, lo que han quedado se esconden rezando por su destino.

Muchos ciudadanos, al ver los primeros tanques nacionalistas recorrer las calles, salieron a celebrarlo. Eran los falangista y civiles que había logrado sobrevivir, o pasar desapercibidos por los republicanos, durante toda la guerra.

Como viene siendo costumbre, dio comienzo la represión. Se instauraron los consejos de guerra, se eliminaron las colectivizaciones y todos los libros contrarios al nuevo régimen; también se obligó a la población catalana a saludar con el brazo en alto y a hablar en castellano. Por supuesto, quedó derogada la autonomía de Cataluña. Las nuevas costumbres y normas se irán imponiendo, y durarán muchos años.

Los refugiados de guerra

Mientras las tropas nacionalistas desfilan por Barcelona, los que huyen se apresuran a cruzar la frontera antes que los ejércitos de Franco terminen de tomar toda Cataluña. Junto a los refugiados, marcha también el Gobierno. El caos es indescriptible. Azaña y los demás dirigentes no tienen contacto con el ejército; nadie sabe dónde está el jefe de las fuerzas aéreas republicanas, Hidalgo de Cisneros, que debería estar ordenando a sus pilotos cubrir la retirada.

El éxodo catalán estaba resultando ser el más grande de toda la guerra, mucho mayor que el de Bilbao o Málaga. El pánico, las carreteras atestadas de vehículos, los atascos, la confusión, los gritos y las prisas, iban saltando de población en población rumbo a la frontera. Niños con juguetes rotos, apretados a las manos de sus padres, marchaban desconcertados, con la incomprensión lógica de su edad.

En el trayecto quedaban rezagados los débiles y hambrientos, los que ya no podían continuar más. Y mientras, desde el cielo, llovían las balas de los aviones de la Legión Cóndor, que constantemente hacían incursiones contra la masa de refugiados, ametrallándolos.

Republicanos en la Guerra Civil Española
Un grupo de soldados republicanos habla con periodistas durante la Guerra Civil Española. De espaldas a la cámara se observa la figura de Ernest Hemingway.

El Gobierno francés no estaba muy dispuesto a coger a esa masa de refugiados que llamaban a su puerta. Propuso a Franco crear una zona neutral en la frontera, pero en territorio español, donde mantenerlos. El caudillo se negó. Así que no tuvo más remedio que abrir las fronteras para no dejarlos en manos nacionalistas.

Miles de refugiados cruzaron la frontera junto a los restos del ejército republicano de Cataluña. Francia los dejó pasar a condición de que entregaran las armas. Así daba comienzo un angustioso y doloroso exilio que para la mayoría duraría siempre. 

Después sufrirían las penalidades de los campos de concentración franceses y la Segunda Guerra Mundial; algunos lucharon con la resistencia francesa durante la ocupación alemana (y republicanos al mando del general de Gaulle liberarían París); otros sufrirían los horrores de los campos de concentración nazis. Pero esto ya es tinta para otra historia…

La caída de Cataluña

Tras Barcelona, el 5 de febrero se toma Girona. Companys, Azaña y Martínez Barrios cruzaron la frontera. Azaña, que como presidente de la República personificaba la institución más importante de España, pasó a Francia como un refugiado más. No volvería a pisar suelo español nunca más.

Las tropas de García Valiño entraron en Vich y los restantes ejércitos nacionalistas se apresuraban a alcanzar la frontera francesa. El 8 de febrero, tropas navarras toman Figueras, y casi alcanzan la retaguardia del ejército republicano en retirada.

Solchaga y Moscardó llegan a la frontera con Francia el 9 de febrero; un día después ya la controlan en su totalidad, impidiendo que más refugiados abandonen España. En aquel justo momento, Modesto estaba cruzando la frontera junto a sus hombres. Cataluña estaba en manos de Franco.

LA GUERRA EN 1939

Los dos primeros meses del año 1939 habían sido protagonistas del derrumbe de la República. La extensión de territorio que ya controlaba Franco era considerable. Con la caída de Cataluña, los países europeos se convencieron de que la guerra estaba finalizada. Y fiel reflejo de esto es la postura de acercamiento al régimen de Franco que inicia Francia.

Negrín, que había cruzado la frontera junto a Azaña, se traslada por avión hasta Valencia. Al llegar, las autoridades políticas y militares estaban desmoralizadas. No obstante, aún existía capacidad de luchar. Seguía intacto el poderoso ejército del Centro, al mando del general Miaja, compuesto por cuatro cuerpos de ejército bajo las órdenes de los generales Moriones, Escobar, Menéndez y el coronel Casado. Sumaban una fuerza de medio millón de hombres.

Comienzan a aflorar actitudes peligrosas. Los deseos de rendición de algunos oficiales derivaron en conspiraciones y traición. Los anarquistas eran los más partidarios de entablar negociaciones de paz con Franco. El coronel Casado era uno de los oficiales de alta graduación que más defendía esta vía para acabar con la guerra.

Miaja también estaba convencido de la inutilidad de proseguir la guerra. Para él, seguir luchando sería prolongar la agonía un año más. De esta forma, la quinta columna de Madrid comenzó a tantear a Casado. Los espías de Franco aprovecharon esta situación de pesimismo generalizado en el bando republicano para provocar una crisis en su seno.

LAS NEGOCIACIONES DE PAZ CON FRANCO

El coronel Casado entabló negociaciones con Burgos a través del coronel Ungría, jefe del servicio de información secreta de Franco. Quería un acuerdo de mínimos en el que se respetase la vida de los oficiales que depusieran las armas.

Los comunistas españoles no pudieron frenar el pesimismo que se apoderaba de todo Madrid. Ayudaba el hecho de que los jefes militares de la capital llevaban mucho tiempo sin contacto con el Gobierno. Estaban cansados de años de lucha. Solo el Partido Comunista era partidario de una resistencia hasta las últimas consecuencias.

Mapa de las dos España en marzo de 1939, tras la conquista de Cataluña por el bando franquista
Mapa de las dos España en marzo de 1939, tras la conquista de Cataluña por el bando franquista. Licencia

El jefe del Gobierno se trasladó a Madrid para sondear el estado de ánimo de los allí congregados. Tuvo una reunión con el coronel Casado, quien le transmitió sus deseos de que la guerra se acabase. Sus continuas quejas sobre falta de hombres, tanques, artillería y aviones eran respondidas por Negrín con la promesa de la llegada de más material ruso. Casado le volvió a insistir en la necesidad de negociar la paz.

Los comunistas, ante las quejas y peticiones de rendición que cada vez afloran más entre los oficiales anarquistas, deciden prepararse en el caso de que se produzca una conspiración.

Negrín tenía un doble juego. Por un lado apoyaba públicamente la resistencia a ultranza (siendo conocedor de que Franco solo pondría sus propias condiciones de paz), pero de forma silenciosa preparaba la huida. Sabía que la determinación de seguir luchando era una decisión que ya no le correspondía a él. La lealtad del ejército del Centro no era segura.

La conspiración de Casado

Casado seguía reuniéndose con espías de Franco. Les prometió que a cambio de perdonar la vida de los oficiales republicanos que “no hubieran cometido crímenes”, él mismo rendiría el ejército del Centro. Y pidió a Franco, a través de sus agentes, que pospusiera cualquier ofensiva sobre Madrid hasta que se ejecutara el plan.

Fotografía del coronel Casado durante la guerra civil
Segismundo Casado López (1893-1968)

Franco no estaba dispuesto a que le pusieran condiciones de paz. Las propuestas de mediación de franceses y alemanes fueron rechazadas por su cuartel general. Para el Caudillo, la España nacionalistas es la vencedora, por eso le corresponde imponer los términos. Y estos no serían para nada suaves.

Gran Bretaña y Francia reconocen al Gobierno de Franco

Francia entró en conversaciones con la España nacionalista. Los dos gobiernos estaban dispuestos a colaborar, y se aceptó el envío de un embajador francés a Burgos. Gracias a esta buena sintonía, el 27 de febrero Francia y Gran Bretaña reconocieron oficialmente a Franco.

Neville Chamberlain, Primer Ministro inglés
Neville Chamberlain era el primer ministro inglés en los años en los que España se sumergió en la cruenta guerra civil. El mandatario británico fue el impulsor del Comité de No Intervención que, en la práctica, beneficiaba a Franco. El constante temor a una guerra contra Hitler le llevó a desarrollar una política de apaciguamiento con Alemania que al final no daría resultado. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Chamberlain fue sustituido por Winston Churchill, quien conduciría a su país hasta la victoria

Exceptuando a la Unión Soviética y Estados Unidos, los restantes países europeos se preparaban para seguir los pasos de franceses e ingleses. Alemania, Italia y la Portugal de Salazar, ya habían reconocido a Franco tiempo atrás. Con este panorama internacional tan poco favorable, a la República se le agotaba el tiempo. Azaña, tras conocer la noticia, dimitió de su cargo de presidente de la República. Martínez Barrios se hizo cargo del puesto.

Casado, desde Madrid, transmitió al cuartel general de Burgos la intención de rendirse, y apelaba a un acuerdo para que los oficiales republicanos se pudieran entregar con plenas garantías. Franco contestó que solo aceptaría la rendición incondicional.

EL GOLPE DE ESTADO DEL CORONEL CASADO

Casado se entrevistó con algunos oficiales, entre los que se incluían Miaja, y declaró estar dispuesto a rebelarse contra el Gobierno para acordar la paz y terminar con la lucha civil. En Madrid continuaba recibiendo apoyos de todos los oficiales y líderes que no eran comunistas.

La tensión iba en aumento. Las conspiraciones ya no podían ocultarse y Negrín decide invitar a Casado a reunirse con él. Casado rechaza la invitación alegando razones de salud (temía ser detenido). El jefe del Gobierno envía su avión personal hasta Madrid para trasladarlo a Valencia.

Gobierno republicano en la guerra civil española
En la imagen, Azaña y Negrín visitan un frente republicano en las afueras de Barcelona acompañados por dos de las principales autoridades militares de la República: Vicente Rojo Lluch y José Miaja, en noviembre de 1937.

El 5 de marzo se precipitaron los acontecimientos. Casado ordena regresar el avión a Valencia. Negrín volvió a telefonear instando al coronel a obedecer las órdenes y reunirse con él.

Mientras esto ocurría, en Cartagena se produjo un levantamiento de falangistas quintacolumnistas que tuvo que ser aplacado por la 11ª División enviada por el Gobierno. Pero no se pudo evitar que el almirante Buiza sublevara a la marina republicana y pusiera rumbo a Francia para entregarse. La República perdió 3 cruceros (Miguel de Cervantes, Libertad y Méndez Núñez), 8 destructores y otros barcos menores, que quedaron anclados en los puertos franceses.

El Consejo Nacional de Defensa

Las insistentes llamadas de Negrín a Casado no obtuvieron contestación alguna. El coronel se trasladó al edificio del ministerio de Hacienda junto a la 70ª Brigada anarquista de Cipriano Mera. Se nombró a sí mismo presidente del recién creado Consejo Nacional. El golpe fue adquiriendo consistencia cuando Miaja se unió a él, más por pesimismo y cansancio que por propio convencimiento.

Junto a Casado y el general Miaja, el Consejo lo formaban los socialistas Wenceslao Carrillo y Gonzalo Marín, Eduardo Val de la CNT, Antonio Pérez de la UGT y los republicanos Miguel San Andrés y José del Río. Como se pude observar, exceptuando los comunistas, todas las tendencias estaban representadas.

En la noche del 5 al 6 de marzo, en los sótanos del ministerio de Hacienda, se radió un manifiesto a favor del golpe:

“¡Trabajadores españoles! ¡Pueblo antifascista! Ha llegado el momento en que es necesario proclamar a los cuatro vientos la verdad escueta de la situación en que nos encontramos. Como revolucionarios, como proletarios, como españoles y como antifascistas no podemos continuar por más tiempo aceptando pasivamente la improvisación, la carencia de orientaciones, la falta de organización y la absurda inactividad de que da muestras el Gobierno del doctor Negrín”

Después de la alocución por radio, Casado habló por teléfono con Negrín y le comunicó que se había sublevado. El jefe del Gobierno no daba crédito, e intentó que alguien en Madrid lo detuviera. Después se reunió con su sus ministros y generales para dar una respuesta a este desafío.

Una Guerra civil en Madrid

Ante este hecho tan desastroso, Negrín solo piensa en cómo llegar a París. Los comunistas son los únicos que le apoyan, y su general de más alta graduación, máximo responsable militar y político de la capital, el general Miaja, se había sumado a la causa de la rendición.

Casado se decidió a detener a los comunistas y a los dirigentes leales al Gobierno para ofrecérselos a Franco como garantía de su determinación por la rendición. Lo que estaba ocurriendo en territorio republicano era todo un despropósito.

El comité central del Partido Comunista se reunió de urgencia. Los militares comunistas, con Líster, Tagüeña y Togliatti a la cabeza, esperaban órdenes para aplastar a los casadistas. Pero la cúpula del partido ya lo daba todo por perdido. El Gobierno de Negría lo tenía todo listo para el exilio; en este sálvese quien pueda, la cúpula del PCE no se quedarían atrás.

A pesar de que el Gobierno republicano y los dirigentes del PCE preparaban las maletas, las divisiones comunistas en Madrid aún tenían la voluntad de resistir. ¿Pero contra quién? ¿Casado o Franco? Era una verdadera locura. Aún así, el 1ª Cuerpo de ejército al mando de Barceló se movilizó para ocupar todas las entradas a la ciudad y prestar batalla. Fijó posiciones, ocupó los ministerios de la Castellana y apostó tropas en el Retiro y en La Alameda.

La lucha entre comunistas y anarquistas

Los coroneles Bueno y Ortega enviaron a sus ejércitos en apoyo de Barceló, y todo el centro de Madrid quedó bajo control comunista. Comenzaron los enfrentamientos, y Casado perdió varios coroneles y un comisario socialista en la ocupación de los ministerios.

Casado no tuvo más remedio que hacerse fuerte en los suburbios. El 4ª Cuerpo de ejército del anarquista Mera fue en su auxilio. El 8 de marzo de 1939 se caracterizó por una lucha entre comunistas y anarquistas en la capital del país. El resto de la España republicana se mantenía a la expectativa del resultado del enfrentamiento. Los ejércitos de Levante, Extremadura y Andalucía no iniciaron movimiento alguno para apoyar a ninguna de las dos facciones, aunque sus comandantes ya se habían comprometido verbalmente con Casado.

Los comunistas se hicieron dueños de la situación en Madrid, pero habían perdido todo contacto con sus dirigentes. La mayoría ya iban camino del exilio; otros, como Uribe o Hernández, estaban en España, pero no podían contactar con las tropas de la capital.

La renuncia de los comunistas

Se produjo un hecho insólito: a pesar de que los comunistas eran dueños de la situación, su indecisión sobre qué hacer los estaba conduciendo a la derrota. Los soldados estaban ya demasiado cansados para realizar un asalto general contra las posiciones del ejército de Casado.

Ante el impás reinante, el comunista Ortega se ofrece como mediador ante Casado, que acepta la propuesta. Se declaró un alto el fuego. Los nacionalistas, que rodean la ciudad, son testigos privilegiados de la guerra fratricida que están librando sus enemigos. Franco había ordenado no intervenir hasta que se resolviera el asunto. Aunque con el último giro de los acontecimientos, se sentían pesimistas sobre las posibilidades de Casado para imponerse.

Coronel Barceló en la Guerra Civil
El coronel Luis Barceló Jover (1896-1939) es el que en la imagen sale a la derecha siendo curado de una herida en la mano por una enfermera. Barceló fue el comunista que más enérgicamente se opuso al golpe de estado del coronel Casado. Dirigió su ejército hacia Madrid para aplastar la insurrección. Barceló terminaría siendo fusilado por Casado.

Franco aprovechó el desconcierto que había provocado la lucha para ordenar a sus tropas que avanzasen un trecho por la Casa de Campo. Los comunistas se vieron rodeados por las tropas nacionalistas y las casadistas. Ante este panorama tan poco halagüeño, sus dirigentes comenzaron a planear su escapada.

Los comunistas se rindieron, aunque no formalmente. Algunos de sus dirigentes fueron apresados, otros se pasaron al bando de Casado. Al final, el asunto volvió al punto de partida. El coronel Casado ordenó que todas las unidades comunistas volvieran al lugar donde estaban apostadas con anterioridad, y prometió devolver a los prisioneros y jefes destituidos que se habían rebelado contra él. Los comunistas aceptaron estas condiciones y el 12 de marzo regresaron a sus puestos en el frente. Barceló, el máximo cabecilla que se había opuesto a Casado, fue condenado y fusilado.

EL FINAL DE LA GUERRA CIVIL

Con los comunistas aplacados y apartados de las decisiones, y con el Gobierno de Negrín en el exilio, Casado ya tenía las manos libres para concertar la paz con Franco. A través de sus mensajeros comunicó a Burgos que estaba preparado para entablar conversaciones serias de paz. Franco envió un mensaje en el cual le manifestaba que solo aceptaría la rendición incondicional.

Soldados nacionalistas tomando un barrio en los suburbios de Madrid durante la guerra civil española
Soldados nacionalistas tomando un barrio en los suburbios de Madrid durante la guerra civil española

Casado asumió la postura de Franco con resignación. Había tenido la esperanza de llegar a términos aceptables. Quizás pecó de ingenuidad, pero su actitud vino favorecida por el cansancio de años de guerra y derrotas. Aunque la actitud del Caudillo no le pillaba de sorpresa, era esperable.

Se planeó la retirada del ejército del Centro hacia el Mediterráneo, como única vía para quien quisiera escapar. Casado intentó ganar tiempo enviando a dos oficiales a entablar negociaciones con Franco en Burgos en base a sus condiciones.

Las condiciones de Franco

Franco envió un documento a Casado donde se detallaba la rendición:

  • La aviación republicana despegaría en dirección a los aeródromos nacionalistas.
  • El 27 de marzo habría un alto el fuego en todos los frentes y los jefes militares se entregarían.
  • Como única y pírrica concesión, permitiría en dos puertos de Levante marcharse a quien quisiera (eso sí, hasta que sus tropas llegasen a Levante).

Los negociadores nacionalistas prometieron que aquellos que no habían cometido delitos no tenían nada que temer. Los emisarios de Casado preguntaron qué concepto de delito tenía ellos. Se aceptó que lo acordado se pondría por escrito, pero justo en el momento que se estaba redactando el documento, desde Burgos se dio por rotas las negociaciones. El motivo era que la aviación republicana no se había rendido. Casado estaba utilizando los aviones como vía de fuga a Francia. Fue más una excusa que una verdadera razón.

¿Mereció la pena la acción de Casado? A la vista de las circunstancias, y analizándolo con la perspectiva que nos proporciona el tiempo, lo más probable es que fuera un error. Al final no sacó de Franco absolutamente ninguna concesión, y la rendición fue incondicional. Pero antes de juzgar a Casado, hay que tener en cuenta el cansancio que había en las filas republicanas.

Tras la pérdida de Cataluña, la situación de la República no era muy buena, pero con determinación, podría haber sido capaz de seguir luchando. El objetivo no hubiera sido vencer, sino resistir hasta el estallido de la guerra europea.

Solo dos semanas después del golpe de Casado, Hitler invadió Praga, y las relaciones entre Gran Bretaña y Alemania empeoraron. Se atisbaba en el horizonte las intenciones alemanas de invadir Polonia. La República, sin duda, se habría beneficiado de este nuevo contexto internacional, tal y como Negrín deseaba.

La entrada en Madrid de las tropas nacionalistas

El 26 de marzo Franco avisó a Casado de que sus tropas iban a entrar en Madrid. Exigía la rendición si no querían un bombardeo artillero y aéreo. Yagüe avanzó con su ejército desde Extremadura tomando todos los pueblos que aún estaban en manos republicanas. En todos ellos ondeaba la bandera blanca.

La Junta de Madrid se reunió por última vez y se resolvió no resistir al avance nacionalista. De esta forma se disolvió el ejército del Centro. Los hombres que estaban en el frente abandonaron las armas y marcharon para su casas.

Franco ordenó el 27 de marzo un nuevo avance desde Toledo. Marchó el ejército navarro de Solchaga, los italianos y el ejército del Maestrazgo. La República abandonó todos los frentes. Ya no existía oposición. Acto seguido, Casado aconsejó a todos los miembros de la Junta que se trasladaran hacia Valencia si su intención era huir a Francia.

Todos los dirigentes, incluido Casado, abandonaron Madrid. El coronel Prada fue el encargado de rendir el ejército del Centro ante los nacionalistas. Entró un primer ejército comandado por el general Espinosa de los Monteros que ocupó los edificios gubernamentales sin resistencia. Madrid ya estaba en manos franquistas.

La derrota republicana

Casado llegó a Valencia y solicitó a Gran Bretaña el envío de barcos para transportar a los refugiados fuera de España. La escenas, como antes en Barcelona o el norte, fueron dramáticas. Miles de refugiados se agolpaban en los puertos de Valencia, Alicante, Gandía, Cartagena y Almería esperando unos barcos que no llegaban. Los ingleses argumentaron que no tenían medios para realizar una operación de tanta envergadura. La rendición de la Marina republicana había sido un error; ahora sería de gran ayuda para auxiliar a los refugiados.

Casado se instaló en Valencia, donde ya había aparecido por sus calles la quinta columna. La ciudad ya estaba en manos de los partidarios nacionalistas que durante toda la guerra se estaban escondiendo en las embajadas para escapar de la muerte.

Finalmente, Casado se trasladó a Gandía y embarcó en un buque británico rumbo al exilio, dejando atrás a su suerte a miles de republicanos. A lo largo de los siguientes días, el ejército nacionalista tomó el resto del territorio republicano: Jaén, Ciudad Real, Cuenca, Sagunto, Albacete, Valencia, Alicante, Almería, Murcia y Cartagena. En todas estas ciudades, los nacionalistas apresaron a todos los que no consiguieron huir.

El 1 de abril de 1939, la guerra civil española terminó oficialmente

Último parte de la guerra civil española redactado por Franco
Último parte nacionalista de la guerra civil española redactado por Franco.
CUARTEL GENERAL DEL GENERALÍSIMO
ESTADO MAYOR
En el día de hoy, cautivo
y desarmado el Ejército Rojo,
han alcanzado las na-
cionales sus últimos objeti-
vos militares. La guerra
ha terminado
.
El Generalísimo
Franco
Burgos 1º abril de 1939

LA GUERRA NAVAL

El control y la supremacía en el mar fueron elementos muy importantes para el desarrollo de la guerra. Aunque en esto los dos bandos no estuvieron igualados. La superioridad republicana en el inicio de la guerra no supo aprovecharse. Serían los rebeldes los que, al final, tomaran ventaja en el mar.

La marina de guerra española, antes del estallido de la Guerra Civil, no era una fuerza menor. Poseía 2 acorazados, 4 cruceros, 12 destructores y 12 submarinos, más otros barcos de guerra de menor importancia. Contaba, en total, con aproximadamente 16 000 marinos.

Los militares conspiradores que organizaron el alzamiento militar del 1936 dejaron a un lado a la Marina en sus planes. Y esto resulta sorprendente en un país con tantos kilómetros de costa. Muchos oficiales de la Marina se enteraron del golpe militar justo el día que se produjo. Esto posibilitó que la mayor parte de quedara leal a la República, sobre todo gracias a la revuelta de las tripulaciones.

La intervención de la Marina en la sublevación

Días antes del alzamiento, Giral, ministro de Marina, envía a parte de la flota a vigilar el Estrecho. Lo había ordenado ante las sospechas de conspiración que le llegaban al Gobierno. Así se evitaría el paso de tropas desde Marruecos.

El crucero Miguel de Cervantes de la Segunda República Española en 1936 defendiendo el estrecho de Gibraltar.
El crucero Miguel de Cervantes en 1936, defendiendo el estrecho de Gibraltar.

La misión de vigilancia la componían el cañonero Dato, además de los destructores Churraca y Lepanto. El día 17, cuando se produce el alzamiento en Melilla, Giral envía más fuerzas a impedir el paso, entre las que se incluyen el Sánchez Barcáiztegui, el Almirante Valdés y 5 submarinos. Después se le unirían los cruceros Miguel de Cervantes, Libertad y el Almirante Cerveza.

Esta poderosa fuerza se concentró en Marruecos dispuesta a bloquear el paso al ejército de África. Estando en su destino, los oficiales superiores de muchos de ellos comunicaron a la tropa que se iban a sublevar contra el Gobierno para apoyar el golpe. Entonces los oficiales menores y los mandos subalternos los arrestan, poniendo rumbo a la Península.

El Dato y el Churraca apoyan el golpe. Seguidamente, escoltan varios barcos de transporte cargados de regulares rumbo a Cádiz y Algeciras. Tras soltar a la tropa, la marinería del Churraca también se subleva contra sus oficiales de alta graduación y se pone del lado de la República.

Las fuerzas navales de ambos bandos

Los sublevados tuvieron la suerte de tomar el astillero de El Ferrol. Allí estaban apostados dos cruceros modernos y rápidos, el Canarias y el Baleares, que justamente estaban siendo armados en el arsenal. Pero también se hicieron con el acorazado España y el crucero Almirante Cervera, más los barcos menores que se habían sumado al golpe. Por lo tanto, iniciada la guerra, los nacionalistas contaban con unos 17 barcos en total. El resto estaba en manos republicanas.

Crucero español Almirante Cervera
Crucero español Almirante Cervera

Ambos tenía un acorazado cada uno (la República poseían el Jaime I) y casi los mismos cruceros (los republicanos uno más). Pero el desequilibrio estaba en los destructores y submarinos, abrumadoramente para el bando republicano.

Con respecto a la marina mercante, que jugó un papel importante en la Guerra Civil, la mayoría quedó leal al Gobierno, sobre todo porque su oficialidad no se mostró tan beligerante como en la marina de guerra.

Los primeros enfrentamientos

Tras hacerse con El Ferrol, los nacionalistas pasaron a dominar las costas gallega y cantábrica. Proporcionaron gran ayuda a la resistencia en el cuartel de Simancas en Gijón. Pero los primeros enfrentamientos serios se produjeron en el Estrecho.

El 5 de agosto un primer convoy nacionalista, compuesto por los cañoneros Dato, Uad Kert y Torpedero 19, cruzó sigilosamente el Estrecho. El destructor republicano Alcalá Galiano los avistó, y se acercó para iniciar el ataque. Fue rechazado por el Dato, y el convoy llegó a Algeciras. Al día siguiente, el Jaime I bombardeó el puerto de Algeciras, impactando en el Dato e inutilizándolo.

Los republicanos se hacen con el control del Estrecho, bombardeando constantemente Ceuta y Melilla. Consiguieron bloquear los puertos de Cádiz, Huelva, Sevilla, Ceuta y Melilla. Aunque no lograron cortar el paso de lo regulares que cruzaban por encima de sus cabezas en aviones de transporte alemanes.

Este control de toda la costa sur terminó muy pronto debido a una pésima decisión. Prieto ordenó que la flota se trasladase al norte a finales de septiembre. Perdieron entonces una enorme ventaja.

El desbloqueo de los puertos del sur

Ante la decisión de Prieto, los nacionalistas mandan al sur al Canarias y el Cervera. El día 29 de septiembre de 1936, el Canarias avista al Almirante Ferrándiz. Apunta sus cañones hacia él: varias salvas hicieron blanco en la popa del destructor republicano, que terminó hundiéndose. Después llegó el Cervera, y junto al Canarias, desbloquearon todos los puertos del sur.

Submarino español (C-3) y buque de rescate de submarinos Kanguro atracados en la base naval de Cartagena, España.
Submarino español (C-3) y buque de rescate de submarinos Kanguro atracados en la base naval de Cartagena, España.

De esta manera pudieron trasladar con mayor rapidez a las tropas de regulares hacia la Península. Sin duda, la decisión de enviar el grueso de la flota al norte había sido la peor decisión para el Gobierno. El 17 de octubre, la flota republicana regresó al Mediterráneo, pero ya no tenían el control del Estrecho.

La flota rebelde se mostró rápida, audaz y certera. Tenía siempre objetivos claros y concentraban sus fuerzas en conseguirlos. La cara opuesta de la moneda es la flota republicana. Es lenta y, en muchos casos, se queda inmóvil. No es capaz de aprovechar la superioridad que posee en los primeros meses, ni siquiera para impedir el paso de las tropas enemigas por el Estrecho de Gibraltar.

La batalla naval del cabo Cherchel

El Mediterráneo se convirtió en el nuevo campo de batalla. Los nacionalistas estaban muy preocupados por la cantidad de barcos con material ruso que llegaban a través de este mar. Franco procuró por todos los medios obstaculizar la ayuda extranjera a la República enviando a sus fuerzas navales.

El almirante republicano Buiza ordena a su flota que proteja varios buques mercantes provenientes de la Unión Soviética cargados de material militar que se dirigían a Cartagena. Componían el convoy los cruceros Libertad y Méndez Núñez y los destructores Lepanto, Almirante Valdés, Almirante Antequera y Almirante Miranda.

A las 10.30 del día 7 de septiembre de 1937, el Baleares se dirige hacia el convoy. Cuando tiene a tiro a los dos cruceros republicanos, abre fuego a ambos. Tras el ataque, el Baleares se aleja, pero el Libertad lo persigue, teniéndolo a tiro constantemente. Uno de los proyectiles lo alcanza a babor, ocasionándole graves daños en la dirección de tiro. Esto obliga al Baleares a cesar el fuego.

Crucero nacionalista Baleares
Crucero nacionalista Baleares

El Libertad continúa con el ataque, persiguiéndolo a unos 30 nudos. Otro proyectil alcanza la chimenea del Baleares, causándole diversos destrozos. El humo y el fuego se expandieron por el crucero. La torres de su proa continuaron disparando, pero de forma menos efectiva. Al final, el Libertad le perdió el contacto.

Pero el Baleares no se rindió. Mientras volvía para buscar al convoy, intentó reparar averías. A los veinte minutos, se encuentra de nuevo con el Libertad. Este abre fuego de forma muy precisa, y obliga al crucero nacionalista a retirarse por segunda vez. El Baleares no tiene más remedio que esperar la llegada de refuerzos (el Canarias y la aviación italiana van de camino). Pero los republicanos no se detienen y pasan esta vez al ataque. Envían dos cruceros y tres destructores a su caza.

El Libertad lo encuentra y abre fuego una vez más. El crucero nacionalista, muy dañado por algunos boquetes en el casco, por donde está entrando el agua, decide marcharse. Se retira a toda máquina esquivando los ataques de los buques enemigos. Llega al puerto de Cádiz para desembarcar a los heridos y los muertos. Al final no pudo evitar que el convoy ruso llegara a su destino.

La batalla naval de Cabo Palos

En 1938 estalló otro importante enfrentamiento naval. El 5 de marzo, la flota republicana, compuesta por los cruceros Libertad y Méndez Núñez y los destructores Lepanto, Antequera y Sánchez Barcáiztegui, junto a 3 lanchas rápidas, se dirigían a realizar un ataque a la base naval de Palma.

Mapa de la batalla naval de Cabo Palos
Mapa de la batalla naval de Cabo Palos en marzo de 1938

Al día siguiente, los cruceros nacionalistas Baleares, Canarias y Almirante Cervera avistan barcos de guerra republicanos a 75 millas náuticas del Cabo de Palos, abriendo fuego contra ellos. El Lepanto y el Antequera respondieron de forma muy efectiva: la primera andanada provoca la explosión del Baleares, causando graves destrozos. Sorprendentemente, el Canarias y el Cervera, que lo acompañan, huyen a toda máquina dejando al Baleares a su suerte.

Destructores ingleses, que estaban por la zona, se dirigen a rescatar a los marinos rebeldes. Recogieron a más de 400, pero otros 800 murieron en el ataque. El Baleares termina hundiéndose.

Los nacionalistas dueños del mar

Las batallas que hemos comentado con anterioridad son victorias republicanas que no nos pueden inducir a engaño. Los enfrentamientos navales fueron escasos. La estrategia conservadora de la Marina republicana ocasionó que la escuadra nacionalistas se hiciera dueña del mar.

El dominio se afianzó en 1938. Los nacionalistas añadieron 4 cruceros más a su flota, y llevaron a cabo incursiones para bombardear Valencia, Sagunto y otras ciudades costeras. La República no se atrevió a plantar batalla en ninguno de estos ataques. Los nacionalistas se estaban apoderando del mar sin apenas lucha, tal y como había ocurrido en el Estrecho.

El último año de guerra, la Armada del almirante Buiza no apareció. Buiza era uno de los defensores de la rendición, y así se lo comunicó a Negrín. Con el golpe del coronel Casado, Buiza tomó la última y desastrosa decisión: sublevar la flota y enviarla a Francia. Como último acto de ayuda, los barcos republicanos podrían haber ayudado de forma muy efectiva al traslado de refugiados a Francia, pero la incapacidad de sus mandos para tomar buenas decisiones quedó demostrada una vez más. Así terminó la guerra en el mar, con Franco triunfante, y con una marina de guerra republicana que no se quiso poner seriamente a prueba en todo el conflicto.

LA GUERRA AÉREA

La guerra aérea en España inauguró muchas innovaciones que no se había llevado a cabo hasta el momento. Fue el primer conflicto de la historia donde la aviación pasó a ser un factor determinante en la lucha. Tanto españoles, como alemanes e italianos, experimentaron nuevas tácticas y formas de hacer la guerra en el aire. Desde luego, la Luftwaffe de Göring sacó valiosas conclusiones de la Legión Cóndor.

La importancia de guerra aérea en la contienda española

Los dos bandos comprendieron desde el primer momento la importancia de la aviación para doblegar al enemigo. Por eso se llevaron a cabo reorganizaciones en sus fuerzas aéreas. En el lado nacionalista fue nombrado el general Kindelán jefe del Aire. A su mando estaba la aviación militar y la civil. Cuando Franco creó su primer Gobierno en 1938, creó la Subsecretaría del Aire dentro del ministerio de Defensa.

General Kindelán, jefe de las fuerzas aéreas nacionalistas en la Guerra Civil
General Alfredo Kindelán Duany (1879-1962), jefe de las fuerzas aéreas de Franco.

El Gobierno de Largo Caballero transformó el ministerio de Marina en uno de nueva creación denominado ministerio de Marina y Aire, cuyo primer titular fue Indalecio Prieto. También se creó la Subsecretaría del Aire y la Jefatura de Fuerzas Aéreas, encomendados a los coroneles Antonio Camacho y a Hidalgo de Cisneros respectivamente.

Las fuerzas aéreas republicanas

La aviación española quedó casi en su totalidad del lado del Gobierno. Aún así, la República pidió ayuda al exterior para importar aparatos que ayudaran a reforzar sus fuerzas aéreas. Se formó un primer grupo español de bombardeo con los Potez 54 que estaban en el aeródromo de Barajas. También se formaron escuadras aéreas como la famosa escuadrilla España dirigida por el escritor francés André Malraux; o la escuadrilla de Abel Guidez con los cazas Dewoitine.

Avión republicano I-15 Polikarpov "Chato"
Avión republicano I-15 Polikarpov «Chato»

Los rusos fueron los primeros en aportar material aéreo. Los aviones que proporcionaron a España resultaron ser los mejores de su época. Los bombarderos Tupolev SB.2 (denominados Katiuska) eran unos bimotores extraordinariamente rápidos. Los primeros compases de la guerra se dedicaron a bombardear la retaguardia enemiga con total impunidad sin ser alcanzados.

En noviembre se incorporó un nuevo caza ruso, el Polikarpov I.15, llamado popularmente como “Chato”. Este caza no será el único que reciba la República. A mediados de este mismo mes se crearon dos escuadrillas del monoplano soviético Polikarpov I.16, llamado “Mosca” o “Rata”. Era un caza muy moderno y su velocidad y altura máximas superaban a los cazas italianos. Los Chatos y los Moscas eran muy avanzados para su época. No tenían nada que envidarle a sus homólogos italianos y alemanes. Ayudaron mucho al fracaso nacionalista en las batallas de Madrid, el Jarama y Guadalajara.

Avión Mosca republicano, Guerra Civil Española
Polikarpov I-16 republicano, llamado coloquialmente «Mosca». Museo de Cuatrovientos, Madrid, España. Licencia

Las fuerzas aéreas nacionalistas

Los primeros aviones que recibieron los nacionalistas fueron los Junkers 52 que realizaron con éxito el puente aéreo. Además de para el transporte de tropas, los Ju 52 sirvieron para las misiones de bombardeo, a pesar de su lentitud. A primeros de agosto de 1936 fueron armados y se formaron varias escuadrillas. En este mismo mes se emplearon por primera vez los Savoia 81, un bombardero muy veloz, y los Heinkel 51, todos manejados por pilotos españoles. A finales de agosto, Franco recibió los Fiat italianos. Este caza tenía una excelente velocidad en picado y mejor maniobrabilidad que los cazas rusos.

Junkers 52 en la Guerra Civil
Modelo del avión alemán Junkers 52 que trasladó a las tropas de Franco de Marruecos a la Península. Licencia

La Legión Cóndor fue de una ayuda inestimable para los intereses de Franco. Los aparatos que componían esta fuerza alemana eran antiguos, y de mucha peor calidad que los aparatos que Rusia estaba proporcionando al Gobierno republicano.

No obstante, la Legión Cóndor reaccionó. Se instaló en Burgos una nueva escuadrilla de bimotores experimentales de bombardeo. Se desarrollaron nuevos aparatos como el Heinkel 111 y los bimotores Dornier 17 y Junkers 86 por las fábricas alemanas, que entraron en servicio en la guerra española. Y en 1937 se incorporó el caza alemán Messerschimtt 109, uno de los mejores y más modernos de toda la guerra.

Con estas innovaciones que realizó la industria alemana, los nuevos aparatos lograron la superioridad aérea de los nacionalistas, aunque en muchos casos esta ventaja solo era causa de la inacción y la descoordinación republicana. Gracias a la Guerra Civil, los alemanes pudieron probar y mejorar sus fuerzas aéreas.

Caza italiano Fiat C.R.32 en la Guerra Civil española
Caza italiano Fiat C.R.32 volando en formación durante la Guerra Civil. Licencia

El primer puente aéreo de la historia

Tras la sublevación, las tropas apostadas en Marruecos debían pasar a la Península. La flota republicana bloqueó el Estrecho durante los primeros meses, haciendo imposible el traslado por mar. Franco reunió a sus oficiales en Tetuán (incluido al general Kindelán, jefe de la fuerza aérea) para buscar una solución.

En un alarde de valentía e imaginación, la fuerza aérea española comenzó el 20 de julio a trasladar tropas en aviones. Aunque ahora nos parezca algo normal, en aquél momento era toda una innovación. De hecho ningún país había realizado un puente aéreo con anterioridad.

Franco solo poseía 9 Fokker F.VII, 4 Douglas DC.2, 5 De Havilland Dragon y algunos hidroaviones. Y con estos aparatos españoles, algunos incluso averiados, Franco y Kindelán iniciaron la titánica tarea de trasladar a regulares y legionarios.

Se organizó un puente aéreo Tetuán-Sevilla-Tetúan de forma continua. El viaje no estaba exento de peligros, sobre todo porque era demasiado largo. Esto se resolvió en parte en el mes de julio. Se habilitó el aeródromo de Jerez para acortar el tiempo de vuelo.

A primeros de agosto, los nacionalistas se vieron un poco más aliviados con la entrega de lo primeros Junkers 52 procedentes de Alemania. Llegarían más aparatos alemanes en los siguientes días.

Para el 6 de agosto, el puente aéreo había conseguido pasar a la península 6 tabores de regulares y 6 banderas de la Legión, el 50 % de todas las tropas de África. Es muy probable que esta gesta fuera uno de los motivos más importantes para el triunfo de los sublevados en los primeros meses. Sin el ejército de Marruecos, Franco no habría llegado a la puertas de Madrid.

Hay que ofrecer una puntualización: no fueron los alemanes los que organizaron el puente aéreo. Este fue iniciado y organizado, como hemos apuntado anteriormente, por las escasas fuerzas que tenía Franco. Los alemanes se limitaron posteriormente a sustituir a los españoles en el traslado de tropas. Hoy en día, sin embargo, sigue existiendo esta confusión.

El primer enfrentamiento de aviones modernos

La batalla de Brunete significó el primer enfrentamiento de los aviones más modernos de la época. Los nacionalistas ya tenían en uso (y con excelentes resultados en la campaña del norte) magníficos aparatos como son el Savoia 79, Heinkel 111, Dornier 17 y el Messerschimtt 109. Ahora querían probarlos contra los Moscas republicanos.

Los republicanos lograron una gran superioridad aérea en los primeros momentos en Brunete. La Legión Cóndor terminó trasladándose al frente y equiparando las fuerzas. Frente a 5 escuadrillas de Moscas y Chatos, los nacionalistas opusieron una escuadrilla de Messerschimtt 109 y 10 escuadrillas de cazas Fiat. Las fuerzas estaban equiparadas, pero exceptuando los Messerschimtt 109, los aparatos rusos eran mejores.

La lucha aérea más dura en Brunete se produjo el 12 de julio en los cielos de Villanueva de la Cañada. Más de 20 aparatos participaron: Chatos y Moscas combatieron ferozmente contra Heinkel 51 y Fiat. Dos aparatos rusos fueron abatidos.

Una de las innovaciones técnicas de esta batalla fue sin duda la creación de una escuadrilla de caza nocturna por parte del ejército republicano. Compuesta por los biplanos Chatos, resultó muy eficaz, derribando dos aviones alemanes. Fueron los primeros derribos nocturnos de la historia.

CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

La Guerra Civil es, muy probablemente, la peor contienda bélica que ha sufrido España, por su nivel de destrucción y de muertes, consecuencia del empleo de armamento moderno. Fue un primer ensayo de lo que más tarde sería la Segunda Guerra Mundial.

Significó una tragedia en todos los sentidos. Las guerras son duras, pero lo son más los conflictos fratricidas. El odio que se ha ido generando durante más de un siglo estalló de la manera más violenta. La Guerra Civil significó también el colapso de un país que llevaba más de 2 siglos en decadencia.

La consecuencia más inmediata de la victoria de Franco fue la instauración de una dictadura que duraría casi 40 años. La represión de posguerra fue incluso más feroz que la producida en la propia contienda. El país entró en una autarquía que fue demoledora durante los primeros veinte años de régimen.

¿Cuántos muertos hubo en la Guerra Civil?

Entramos en un terreno complicado por la multitud de opiniones y estudios de los historiadores sobre este tema.Las cifras que aquí ofrecemos son orientativas, pero pueden ofrecer una idea de la magnitud del conflicto.

Es probable que el coste demográfico de la guerra alcanzara la cifra de 500 000. Este número redondo incluirían los muertos por todo tipo de violencia y la cifra de no nacidos. Sin embargo hay muchas miles de muertes que se realizaron sin que se inscribiesen en los registros civiles. En general, las regiones que se convirtieron en los teatros de operaciones más importantes fueron las que sufrieron mayor mortalidad. Y en este trágico ranking está Madrid en el primer puesto; le siguen otras provincias como Teruel, Tarragona, Oviedo, Castellón, Zaragoza, Vizcaya, Toledo, Huesca y Guadalajara.

De esas 500 000, es probable que unas 140 000 fueran víctimas de los combates directos o bombardeos. A esta cifra se le incluye los miles de muertos (entre 10 000 y 15 000) de extranjeros pertenecientes a las Brigadas Internacionales, los 4000 voluntarios italianos y los más de 7000 marroquíes. Las víctimas civiles provocadas por los enfrentamientos y los bombardeos estarían en torno a las 20 000.

Las muertes ocasionadas por la represión es otro tema a debate. Al igual que ocurre con las muertes en combate, las provincias donde incidió más la guerra suelen tener números más elevados de este tipo de defunciones. Se estima que en la retaguardia nacionalista perecieron unas 100 000 personas a causa de la represión; en la retaguardia republicana, el número de muertes se estima en unas 85 000.

El exilio

La consecuencia más inmediata de perder la guerra fue el contingente humano que se vio obligado a exiliarse. Los primeros meses de 1939, casi medio millón de personas cruzan la frontera francesa o acuden al país galo por otras vías.

Pancarta de republicanos en el campo de concentración de Mauthausen
Cuando acabó la sangrienta Guerra Civil, el calvario de los republicanos exiliados no terminó en Francia. Allí, recluidos en condiciones infrahumanas, tendrían que soportar una nueva guerra, la Segunda Guerra Mundial. Muchos acabarían en los campos de exterminio nazis. En la imagen se observa una pancarta de los españoles que reza «Los españoles antifascistas saludan a las fuerzas liberadoras» tras la ocupación del campo de Mauthausen por fuerzas estadounidenses.

Francia no acogió con especial entusiasmo esta masa humana. En un primer momento se negó, para luego abrir las fronteras para mujeres y niños. Hombres adultos y combatientes tenían vetada la entrada. Pero conforme el ejército republicano en retirada se va acercando a la frontera, las autoridades galas comprenden que es imposible prohibirles el paso.

En el país vecino les espera la dura experiencia de los campos de concentración. En realidad, no era fácil para Francia organizar una acogida de unos 150 000 refugiados en la primera oleada, más los 300 000 soldados del ejército republicano que entraron después. Los refugiados civiles fueron repartidos por toda la geografía del país, y se les proporcionó techo y comida.

Con los integrantes del ejército republicano fue distinto. Francia no había planeado esa entrada tan masiva de personas y las autoridades no disponen de instalaciones para acogerlos. En los primeros momentos el ejército republicano se quedó al aire libre. Ese sería el único sitio donde podrían dormir. Más tarde se habilitan campos de concentración como Argelès  y Saint Cyprien. Allí se encierran a cientos de miles de españoles, rodeados de alambre de espino, al lado del mar. Al frío y el hambre se sumaron numerosas enfermedades que se desarrollaban libremente en esas deplorables condiciones. Es el precio que han pagado por estar en el bando perdedor.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA



Conflicto en general

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La guerra civil española
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La guerra civil española
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La guerra civil española se inició tras un alzamiento militar que fracasó en muchas regiones, y sobre todo en las dos ciudades más importantes del país: Madrid y Barcelona. A partir de aquí, se configurarían dos bandos que lucharían para aniquilarse durante casi tres años de larga guerra. Este conflicto fratricida nunca se había visto en España antes.
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Deguerra

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