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OPERACIÓN BARBARROJA: la invasión de Rusia por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial



Panzer III alemán en la invasión de Rusia

La Operación Barbarroja fue el nombre en clave que pusieron los alemanes para la invasión que llevaron a cabo de la Unión Soviética en 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. Muchos historiados están de acuerdo en afirmar que fue la operación militar terrestre más grande de la historia, pero también la más violenta. En solo unos meses de guerra, millones de almas dejaron de existir. La crueldad de los nazis en su ataque, calificando la agresión como una guerra ideológica, y la resistencia desesperada de los rusos, bañó de sangre Rusia. El nazismo contra el comunismo, Hitler contra Stalin. Barbarroja es un claro ejemplo de la locura humana. Los dos ejércitos más grandes del momento estaban preparados para exterminarse. ¿Nos acompañas en este apasionante viaje por la historia de esta guerra?



Índice del artículo

Causas de la Operación Barbarroja




La invasión alemana de la URSS en 1941 fue un momento decisivo de la Segunda Guerra Mundial. La guerra pasó a una segunda fase tras el fracaso de Hitler de invadir Gran Bretaña con la operación León Marino. Desde ese momento, el dictador alemán desvió su atención a un nuevo objetivo: la Rusia de Stalin. Cuando Alemania ataca la URSS, se abre un nuevo escenario enormemente sangriento, donde millones de personas morirán en condiciones nunca vistas hasta el momento. Las causas del plan Barbarroja son muchas y muy complejas, pero es necesaria una explicación para poner en su contexto el enfrentamiento entre el comunismo y el nazismo. ¡Quédate con nosotros porque descubrirás curiosidades que seguro no sabías del enfrentamiento de dos colosos!

El pacto Ribbentrop-Molotov

El 22 de agosto de 1939 el ministro de Asuntos Exteriores alemán, Von Ribbentrop, se dispone a coger una avión para trasladarse a Moscú. Al día siguiente llega a la Unión Soviética con una misión importante: concertar una alianza entre las dos potencias. Para Hitler era primordial obtener el compromiso de Stalin de no atacar a Alemania en caso de que se produzca la invasión de Polonia o se entre en guerra con las potencias occidentales.

Imagen de Molotov firmando el pacto de no agresión con la Alemania nazi
Imagen de Molotov firmando el pacto de no agresión con la Alemania nazi. Al fondo, y vestido de blanco, se distingue Stalin.

Stalin había intentado acercase diplomáticamente a Gran Bretaña y Francia, pero la política de apaciguamiento del primer ministro Inglés, Chamberlain, con respecto a Alemania, había dificultado esta acción. Lo cierto es que la Unión Soviética se veía muy sola, rodeada de dos potencias muy agresivas: Japón y Alemania. De esta forma, una alianza con esta última sería un alivio y una garantía de que sus fronteras no se verán agredidas.

Los soviéticos propusieron un pacto de no agresión y los alemanes lo aceptaron. Hitler estaba por fin libre para hacer la guerra sin verse de nuevo en dos frentes, como había ocurrido en la Primera Guerra Mundial. Stalin también estuvo de acuerdo. En las negociaciones intervinieron el primer ministro soviético, Molotov, y el ministro de Asuntos exteriores alemán, Ribbentrop. Se llegó a un acuerdo global con unas cláusulas secretas en las cuales los dos enemigos ideológicos se repartirían los Estados orientales europeos.

El acuerdo estipulaba que ninguna de las dos potencias se atacaría en caso de entrar en guerra con otros países, con una vigencia de diez años. La esfera de influencia rusa abarcaría Finlandia, Letonia, Estonia y la parte oriental de Polonia. Hitler tendría vía libre en la parte occidental polaca.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial

Solo 7 días después de firmar el pacto germano-soviético, Hitler invade Polonia, inaugurando la guerra más destructiva que jamás ha tenido la humanidad. Dos días después, Francia y Gran Bretaña le declaran la guerra a Alemania. Polonia se vio arrastrada al conflicto, e invadida por dos frentes. Alemanes y rusos se la repartieron mientras las potencias occidentales observaban la invasión sin ayudar a los polacos.

Mientras que Hitler entraba en guerra con Francia y Gran Bretaña, la Unión Soviética les suministró cientos de miles de toneladas de petróleo, madera, manganeso, cobre, trigo y caucho. Los alemanes, a cambio, y según el tratado, debían entregar su material y tecnología, pero los retrasos eran persistentes. Hitler lo hacía de forma intencionada, puesto que tenía como objetivo futuro la invasión de Rusia.

En mayo de 1940, los ejércitos alemanes arrollan a belgas y holandeses, y terminan conquistando Francia. El cuerpo expedicionario británico huye de Francia a duras penas en Dunquerque, y Hitler es el amo de casi todo el continente europeo occidental. La guerra relámpago había desconcertado a Stalin. Pensaba que su pacto con los alemanes le permitiría estar tranquilo unos años, mientras Hitler se adentraba en una guerra de desgaste. De la noche a la mañana, Alemania era dueña de casi toda Europa, y la URSS se había quedado sola.

¿Por qué Hitler quiso invadir la Unión Soviética?

El pacto con los soviéticos solo era una manera de procurarse la seguridad en la retaguardia. La invasión alemana de la Unión Soviética se había decidió mucho antes. Hiter ya había declarado a algunos de sus allegados y militares que el ataque se llevaría a cabo. Pero para ello, Alemania tenía que resolver sus asuntos en el frente occidental; ya habría tiempo de volver  la vista al frente oriental. Para Hitler, el bolchevismo era el enemigo número uno, y los rusos solo una raza de seres caucásicos que no merecían el calificativo de seres humanos.

El comunismo representa un enorme peligro para nuestro futuro. Debemos olvidar el concepto de camaradería entre soldados. Un comunista no es un camarada ni antes ni después de la batalla. Esta es una guerra de exterminio.

Adolf Hitler

Después de la ocupación de Francia vino la batalla de Inglaterra, el fracaso de la Operación León Marino (el frustrado desembarco alemán en las islas británicas), la entrada en la guerra de la Italia de Mussolini y la apertura de un nuevo frente en los Balcanes y el norte de África. Pero mientras que se producían todos estos acontecimientos, gracias al pacto germano-soviético, Alemania tenía todas las materias primas necesarias suministradas por los rusos. Stalin comenzó a pensar que quizás el acuerdo con Hitler no había sido tan buena idea.

Lo cierto es que los triunfos nazis en los campos de batalla convencieron aún más a Hitler de la necesidad de invadir la Unión Soviética. Su intención era crear el tan ansiado imperio germánico en Rusia. Stalin, cada vez más nervioso, comienza a tomar conciencia de un posible ataque alemán y ordena preparar al ejército y levantar líneas defensivas. Aunque en lo más profundo de su ser aún sigue convencido de que Alemania respetará su palabra.

Lebensraum o espacio vital

Para los nazis, las tierras rusas debían ser liberadas de sus pobladores del este y ocupadas por alemanes, la raza superior. Si no se lograba se corría el riesgo de terminar siendo esclavizados por la raza inferior eslava. Y esto no se podía permitir. El antibolchevismo era un mantra que repetían los nazis constantemente, mezclándolo con las ideas de expansión.

Los alemanes esperaban una victoria rápida, pero no eran ingenuos. Tienen presente que los rusos lucharían hasta la muerte por cada palmo de terreno patrio. Aún así, la ideología nazi no temía perder contra una raza inferior, a la que no le daban la más mínima oportunidad. El espacio vital alemán se conseguiría con la fuerza. No sería una invasión al uso, sino una guerra total de destrucción para eliminar todo atisbo de eslavismo.

El ministro de Asuntos Exteriores soviético, Molotov, visitó Berlín y se entrevistó con Ribbentrop y Hitler. Los rusos estaban decididos a extenderse por Europa del este, el Mediterráneo y los Balcanes. Querían garantías de los alemanes para que respetasen sus zonas de influencia. Hitler intentó convencer a Ribbentrop para que Rusia mirase otros territorios, como el Índico. Los soviéticos no estaban dispuestos a dejar Europa del este a los alemanes. Las posturas eran irreconciliables. La actitud de Molotov y el fracaso en las negociaciones disiparon todas las dudas (si acaso había algunas) de Hitler con respecto a la invasión de Rusia. Ya no había vuelta atrás.

El plan Barabarroja




En julio de 1940, Hitler ordenó la preparación del plan de invasión de la Unión Soviética. La primera directiva del ataque fue presentada en agosto, donde se esbozaba más concretamente el plan. El julio, Alfred Jodl, jefe de operaciones de Hitler, reunió a los mandos nazis para comunicarles que se llevaría a cabo un ataque relámpago a la Unión Soviético. La fecha estimada sería a mediados de mayo de 1941.

Mapa de Europa en 1941, justo antes de la Operación Barbarroja
Mapa de Europa en 1941, justo antes de la Operación Barbarroja

La intención era poner a Gran Bretaña en modo espera (los británicos, con ayuda material norteamericana seguían resistiendo) y emplearse con los rusos para terminar de una vez por todas con el único enemigo que les quedaba a los alemanes en el contiente. Hitler despreciaba al Ejército Rojo, y creía que el país no aguantaría por mucho tiempo un ataque masivo de sus ejércitos. Con los rusos doblegados, Gran Bretaña no tendría más remedio que pedir la paz. En el caso de que los ingleses decidiesen continuar luchando, Hitler había argumentado que con Rusia en su poder tendría todas las materias primas que necesitase para continuar una guerra larga.

El proyecto de invasión estipulaba concentrar 110 divisiones de infantería, 24 divisiones Panzer y 12 divisiones motorizadas. Se dividirían en dos grupos de ejércitos: uno atacaría hacia el sur, en dirección a Ucrania; otro atacaría desde Polonia y se encaminaría rumbo a Moscú. Se estimó que la campaña rusa duraría entre 9 y 17 semanas.

Estrategia de la Operación Barbarroja

En el ataque al vasto territorio ruso, la estrategia de la Operación Barbarroja consistía en ataques veloces de acorazados para cercar y rodear a grandes bolsas de ejércitos rusos antes de que pudieran replegarse hacia el interior del país. Otra modalidad más de la guerra relámpago que tan buenos resultados había dado en Francia.

A Hitler solo le interesaba las tierras rusas occidentales. Más allá de Moscú lo consideraba tierra baldía sin ningún valor estratégico. El objetivo era una Euroasia alemana, el espacio vital tan deseado.

Retrato de Adolf Hitler
Adolf Hitler

El Estado Mayor alemán, conocido como OKW (Oberkommando des Wehrmacht), que Hitler asumía personalmente, tenía un plan que chocaba con el Alto Mando del Ejército, el OKH (Oberkommando de Heres), dirigido por el general Franz Halder. Hitler y Halder discrepaban mucho sobre la manera de atacar Rusia, y cada uno de ellos tenía su propio plan. Halder le daba mucha importancia a tomar Moscú, mientras que el Führer no lo estimaba importante, y recordaba que era vital la destrucción del ejército enemigo.

Al final, se llegó a un acuerdo. El plan de invasión consistía en 3 Cuerpos de Ejércitos que atacarían en las siguientes áreas:

  1. Grupo de Ejércitos Norte, al mando del mariscal de campo Ritter von Leeb: atacaría los estados bálticos en dirección a Leningrado, ciudad industrial que Hitler consideraba la “cuna de la filosofía bolchevique”. El Grupo del Norte lo componían 24 divisiones de infantería, agrupadas en el 18º Ejército de Von Küchler y el 16º Ejército al mando de Busch. Contaban con el 4º Grupo Panzer dirigido por Hoepner y apoyados por la 1ª Flota Aérea de 400 aviones bajo la dirección de Seller.
  2. Grupo de Ejércitos Centro, bajo mando supremo del mariscal de campo Fedor von Bock: se abriría paso por Bielorrusia camino a Moscú, el objetivo político. Este Grupo era el principal de los tres, ya que su objetivo estratégico (tomar Moscú) era el más importante.
  3. Grupos de Ejércitos Sur, dirigido por Gerd von Rundstedt: penetraría por Ucrania rumbo a Kiev y el Cáucaso. Estaba constituido por el 1º Grupo Panzer, el 6º, 11º y 17º Ejércitos, y el 3º y 4º Ejércitos rumanos. Ucrania y el Cáucaso pasan a ser objetivos económicos primordiales. El primero era el granero de Rusia; el segundo poseía las importantes reservas de petróleo para continuar la guerra.

¿Por qué se le llamó Operación Barbarroja?




El 18 de diciembre de 1940, Hitler firmaba la directiva número 21, denominada también Operación Barbarroja. Barbarroja era el sobrenombre que tenía el emperador alemán Federico I que en el siglo XII lanzó una cruzada contra los paganos eslavos.

Según la leyenda, Barbarroja yace en los bosques alemanes sentado en una mesa de piedra, esperando despertar de su sueño terrenal. Este sueño llegaría cuando su barba creciese de tal forma que le diese tres vueltas a la mesa. Entonces resurgiría para conducir a Alemania a la conquista del mundo. Hitler, apasionado de las leyendas teutónicas, no dudó en poner este nombre a la empresa rusa. En cierto sentido, para los alemanes la conquista también se trataba de una cruzada contra la raza inferior eslava, pero esta vez la intención era exterminarla de la faz de la tierra.

A partir de enero, todas las fuerzas militares y logísticas se concentraron en preparar la ofensiva en Rusia. El ejército alemán se encontraba ante su mayor reto: invadir un país de proporciones inmensas, adentrarse unos 1700 kilómetros hacia el interior en un frente de 1800 kilómetros de largo (igual de grande que toda Europa occidental) y triunfar allí donde Napoleón perdió a su gran ejército.

¿En qué consisitió la Operación Barbarroja? Una guerra racial

La Operación Barbarroja concentró a lo largo de la frontera rusa, entre el Mar Negro y el Báltico, a 4 millones de soldados, 600 000 vehículos de todo tipo y 600 000 caballos. Para reunir a todas las tropas y suministros se necesitó un plan logístico sin precedentes, movilizando 17 000 trenes. Toda la operación se preparó entre marzo y junio.

“La guerra contra Rusia es una guerra de aniquilación. La fuerza tiene que ser utilizada de forma brutal”

Adolf Hitler

Para los nazis, los rusos representaban los 3 males contrarios a la civilización europea: judíos, bolcheviques y eslavos. Hitler puso mucho énfasis a sus mariscales y generales para que no se tomasen la campaña contra Rusia como si fuera una guerra convencional. Intentó convencerles que la nueva campaña significaba una lucha entre civilizaciones, entre visiones del mundo diferentes, y no un simple enfrentamiento por la conquista del territorio.

Los jerarcas nazis pretendían dar a la invasión rusa un carácter de guerra racial, provocando que la futura campaña adquiriera una brutalidad nunca vista antes, aunque esto lo veremos más tarde. Para asegurarse, crearon las Einsatzgruppen, grupos de exterminio que se encargarían de eliminar a judíos, comisarios políticos y gitanos en la retaguardia. Estarían apoyados por las Waffen SS de Himmler.

Stalin no se lo cree

Mientras se acerca la fecha de la invasión, en Moscú se reciben cada vez más mensajes de los espías advirtiendo del inminente ataque a Rusia. El primer ministro soviético sabía que el Ejército Rojo no estaba preparado para ir a la guerra. Las informaciones sobre concentraciones de tropas en la frontera eran rechazadas. Decenas de avisos llegaban al Kremlin; la mayoría fueron ignorados.

Imagen de Joseph Stalin
Joseph Stalin

Stalin no quería ver lo que ocurría delante de sus ojos. La concentración de fuerzas en su frontera la consideraba un chantaje para obligarlo a negociar. Pero seguía sin creer que los alemanes fueran a invadir su país. A mediados de junio, Zhukov (recién nombrado jefe del Estado Mayor) suplicó a Stalin que movilizase al ejército para ir la guerra. El líder soviético se negó, a pesar de que sus servicios de inteligencia (los mejores en aquella época) seguían poniendo ante sus ojos infinidad de informes que confirmaban el ataque. Stalin había ordenado matar a muchos oficiales y gente leal a lo largo de su carrera política, y desconfiaba de todo el mundo; sobre todo de los espías. Pero estos eran considerados los mejores del mundo porque trabajaban por ideales, y no por dinero.

Aún hoy en día los historiadores siguen preguntándose por qué el líder soviético desoyó todas las informaciones que le llegaron y su empeño por infravalorar todos y cada uno de los informes que alertaban de la invasión. Lo cierto es que los informes venía de todas las partes de Europa, y fueron enviados por diferentes espías. Todos coincidían. Molesto con tantas rumores y presiones recibidas, Stalin ordena a su ministro de Asuntos Exteriores, Molotov, que concertase una cita con su homólogo alemán.

Molotov no pudo ponerse en contacto con Berlín (los alemanes ni siquiera se tomaron la molestia de contestar). Pero nada de esto le hacía cambiar de opinión. La Unión Soviética iba directa a la guerra para enfrentarse contra uno de los mejores ejércitos del momento. El país y el ejército no estaban preparados, pero lo peor era que su primer ministro, al que le correspondía tomar todas las decisiones, negaba la realidad.

La invasión de los Balcanes: asegurando el flanco de la invasión nazi a Rusia




Antes de lanzarse sobre la Unión Soviética, Hitler necesitaba asegurarse el frente sur. Los Balcanes era una zona muy compleja a punto de estallar, tal y como había ocurrido en la Primera Guerra Mundial. Las potencias volvían a poner su atención en esta región oriental de Europa una vez más, y la Alemania nazi no podía dejar desprotegido su flanco derecho en la inminente Operación Barbarroja.

El Duce, tras meter a su país en la Segunda Guerra Mundial, decidió invadir Albania. Pero su verdadero objetivo era Grecia. Los británicos enviaron tropas a Creta y Lemnos para ayudar a los griegos. Mientras, los soviéticos invadían los estados bálticos y daban un ultimátum a Rumanía para que le cediese Besaravia y Bukovina del Norte. Todo esto había sido acordado en el pacto Ribbentrop-Molotov.

Las relaciones entre Rumanía y Hungría empeoraron por ambiciones territoriales. El Gobierno rumano atravesaba una grave crisis como consecuencia de sus cesiones territoriales a Stalin. A Hitler le interesaba proteger Rumania y, sobre todo, sus pozos de petróleo tan necesarios para la guerra. Alemania multiplicó sus esfuerzos para acordar una tregua entre búlgaros y rumanos. El general Antonescu tomó el poder en Rumanía. Era un fervierte admirador de Alemania, y su país se adhirió al Eje. Hitler envió tropas para protegerla de las amenazas rusas. A partir de este momento, Rumanía se convirtió en un país satélite alemán.

Alemania consiguió que Rumanía, Bulgaria y Hungría entraran en el pacto tripartito, e incorporó a estos países a su zona de influencia. Más adelante, Yugoslavia entraría en el pacto, gracias a la decisión del príncipe Pablo que tomó en contra de los sentimientos probritánicos del pueblo yugoslavo. Con este panorama, Hitler se ganaba aliados y calmaba la región para asegurarse estar tranquilo ante la invasión a Rusia.

El ataque italiano a Grecia

Mussolini se tomó muy mal el envío de tropas alemanas a Rumanía. Siempre había soñado con un Mediterráneo italiano, y las acciones que tomaba su aliado alemán sin consultarle le enfurecían. Por eso pagó a Hitler con la misma moneda. El 15 de octubre de 1940, Mussolini da la orden de invadir Grecia. Pero el ejército italiano no estaba preparado debido a sus grandes deficiencias.

Imagen de Mussolini, el Duce de Italia
Benito Amilcare Andrea Mussolini, el Duce de Italia desde 1922 hasta su caída en 1943

Hitler enfureció. Llevaba meses intentando calmar el avispero de los Balcanes para poder invadir la Unión Soviética. La acción italiana iba a retrasar sus planes, y alteraba de nuevo la región. Los británicos intervendrían para ayudar a Grecia mientras que los yugoslavos y los búlgaros se aprovecharían de la situación para saldar sus cuentas con los griegos. Los soviéticos podrían avanzar hacia el oeste si se daban las condiciones. De nuevo, para Hitler, todo se complicaba. La única solución era intervenir militarmente.

Pero la situación se complicaría aún más para Alemania. La firma de adhesión al pacto tripartito por parte del príncipe Pablo había causado gran revuelo y malestar en sus súbditos yugoslavos. Un grupo de generales al mando de Dusan Somovic dieron un golpe de estado, deteniendo al príncipe Pablo, y poniendo en su lugar a su hijo Pedro, contrario a la alianza con la Alemania nazi. Hitler, enormemente cabreado de nuevo por las circunstancias, ordena la invasión de Yugoslavia.

La invasión de Yugoslavia

El 6 de abril de 1941, el ejército alemán ataca Yugoslavia y Grecia. Hitler no tuvo piedad con los yugoslavos. Tras tres días de masivos bombardeos a Belgrado, en los cuales murieron casi 20 000 personas, tropas de la Whermacht conquistan la ciudad y el país. El nombre en clave para la operación de conquista en Yugoslavia no dejaba dudas: “castigo”.

Tras la conquista de Yugoslavia, los alemanes atacaron Grecia, que llevaba 6 meses resistiendo con mucho éxito la invasión italiana. La ocupación fue rápida, y las tropas británicas destacadas para ayudar a los griegos tuvieron que embarcar rumbo a la isla de Creta, donde pensaban que estarían seguros.

Operación Mercurio: la conquista de Creta

Creta era un punto estratégico en el Mediterráneo para los ingleses. Permitía a su Marina realizar operaciones de larga distancia, y desde sus aeropuertos, la RAF (Royal Air Force) tenía a tiro los Balcanes (ahora en manos alemanas) y el sur de Italia. Pero lo que más preocupaba a Hitler era que los aviones ingleses lograsen alcanzar los pozos petrolíferos rumanos, tan imprescindibles para la campaña rusa. La invasión de Creta era una necesidad.

En Creta, los alemanes llevaría a cabo una operación que pasaría a los libros de historia. Se le encargarían a las fuerzas paracaidistas tomar la isla, donde se concentraban 30 000 británicos y 11 000 griegos dispuestos a defenderla, aunque muy bajos de moral. Es la denominada Operación Mercurio.

Paracaidistas alemanes invadiendo Creata en la Segunda Guerra Mundial
Paracaidistas alemanes lanzándose a la conquista de Creta en mayo de 1941

Fueron enviadas la 7ª División Aerotransportada y a la 5ª División de Élite de Montaña de apoyo. En total eran más de 22 000 hombres apoyados por 500 aviones de transporte, 75 planeadores y 600 bombarderos. 10 000 soldados se lanzarían en paracídas, 5000 serían transportados en aviones y unos 7000 vendrían en barcazas y desembarcarían en las playas de Creta.

El 20 de mayo, oleadas de paracaidistas alemanes se lanzaban en Creta. Los ingleses los estaban esperando, y los ametrallaron antes de que llegaran al suelo. Fue una auténtica matanza. Pero esto no impidió que la operación tuviera éxito. Le siguió una brutal lucha cuerpo a cuerpo a la desesperada. Las siguientes oleadas paracaidistas también sufrieron el tiro al blanco desde tierra de los británicos. En algunos casos, los alemanes perdían hasta dos tercios de los batallones que se lanzaban a tierra.

A pesar de las bajas, las tropas alemanas tomaron la cota 107, objetivo estratégico para adueñarse posteriormente de los aeropuertos de la isla. Los refuerzos por mar no llegaban, gracias al bloqueo efectivo de la Royal Navy. Se ordenó enviar a Creta a los últimos 600 paracaidistas alemanes que quedaban para apoyar la última ofensiva. Tras una dura lucha, los Aliados se retiran al sur de la isla mientras eran perseguidos y hostigados por las fuerzas enemigas. La Marina británica logró embarcar a 17 000 soldados, el resto quedaron a su suerte en la isla. A pesar de que había sido una operación espectacular, y de que Creta estaba en sus manos, los alemanes habían sufrido unas terribles pérdidas, debilitando su ejército. La Fuerza Aerotransportada no se volvería a utilizar más en una operación de esta envergadura.

El Ejército Rojo




Desde que Stalin tomó el poder en la Unión Soviética asesinando a todos su oponentes, dirigió el país con mano de hierro, imponiendo su tesis: la construcción del socialismo en un solo país. Stalin fue un dictador ambicioso y sin escrúpulos de ningún tipo, muy sanguinario, siempre celoso de quien destacaba por encima de él. La forma de ser del dictador tendrá una honda repercusión en su ejército.

Imagen de soldados del Ejército Rojo en 1920
Soldados del Ejército Rojo en 1920

La falta de preparación del Ejército rojo lo convertían en un gigante con pies de barro. Esto se comprobó muy bien en la vergonzante campaña finlandesa. Stalin, deseoso de capturar el territorio finlandés que rodeaba sus bases navales bálticas, lanzó un ataque a dicho país. La superioridad humana y material de los rusos era más que evidente, pero los finlandeses pararon el ataque y los hicieron retroceder. Fue una derrota estrepitosa. Un país de solo 3 millones de habitantes había frenado al Ejército Rojo, que tenía la misma cantidad de soldados en sus filas. Solo cuando Stalin se decidió a concentrar a un millón de soldados, se pudo resolver la campaña finlandesa.

La guerra ruso-finlandesa había sido un acontecimiento muy significativo que mostraba las deficiencias y la inoperatividad del Ejército Rojo. Y Hitler tomó buena nota de ello. El país tenía inmensas reservar en hombres y material, pero no tenía oficiales competentes, y la estrategia era un desastre. Todo esto fue fruto de las continuas injerencias del dictador soviético, pero también tuvo mucho que ver las purgas stalinistas.

Las purgas estalinistas

Stalin instauró uno de los regímenes más autoritarios de la historia. Rusia era un estado policial que eliminaba a todo sospechoso de ir en contra de su dictadura. Eliminó sistemáticamente a miles de camaradas comunistas, civiles discrepantes y militares. Impuso la colectivización forzosa de la agricultura y llevó a cabo la planificación obligada de la economía, industrializando el país a costa del bienestar de la población.

¿Por qué cuando pienso en él (Stalin) solo puedo ver cabezas, montañas de cabezas?

Osip Mandelstam

Stalin se empleó bien con el ejército. Depuró a todo aquel que no le ayudó a tomar el poder tras la muerte de Lenin: enemigos suyos, troskistas o simplemente todo del que no se fiaba. Las purgas del Ejército Rojo comenzaron en 1937. Depuraron a los generales y oficiales más competentes del ejército, solo por simples sospechas o paranoia desmedida del dictador. De esta manera, el Ejército Rojo perdía uno de sus elementos más valiosos: generales y estrategas que conocían las tácticas, sabían lo que hacían, estaban entrenados y eran experimentados. Fueron reemplazados por jóvenes más ideologizados, pero inexpertos, que tendrían que enfrentarse en la Operación Barbarroja al ejército alemán que, en términos logísticos y de estrategia, era el mejor del mundo.

Lo que habían creado las purgas era una oficialidad temerosa que no tendría ninguna iniciativa en el campo de batalla. El oficial soviético sabía que cualquier acción que tuvieran que realizar por su cuenta podría costarle la vida si a Stalin le parecía un error. La multitud de fusilamientos en el ejército eliminaron a hombres que tenían muchos conocimientos y experiencia. Fueron pocos los oficiales y enviados de Stalin de la guerra civil española que sobrevivieron. En España aprendieron cosas muy interesantes que jamás pudieron ponerse en práctica en Rusia. Stalin los ejecutó a todos.

Beria, el perro de Stalin

Ese miedo atroz que se instaló en la población y que recorrió el país tenía un nombre: Beria. Era el principal hombre que tenía Stalin para ejecutar sus matanzas. Era un personaje sanguinario e intransigente. Beria se encargó sistemáticamente de detener y torturar a todo el que le parecía bien. Ni siquiera Stalin estaba al tanto de quien se ejecutaba. Por las manos torturadoras de Beria pasaron muchos comandantes del Ejército Rojo. En total, se depuraron más de 35 000 oficiales. Pero también cayeron diseñadores de armas, científicos y estrategas. Todo un descomunal despropósito que eliminó a toda la intelectualidad y vanguardia del ejército ruso.

Imagen de Beria con la familia de Stalin
Imagen de Beria con la familia de Stalin. Al fondo se ve sentado al dictador soviético

Aunque nos centramos en las consecuencias que las purgas de Stalin tuvieron en el ejército, la represión se instaló con mucha más fuerza en la sociedad rusa. Beria creó un estado policial en el que las denuncias falsas por envidias u otros motivos estaban a la orden del día.

“Cualquier cosa podía desencadenar una acusación: una broma, la ruptura de una máquina en el trabajo, una queja por las enormes colas, dañar un cuadro de Stalin. Era suficiente que se viese a un ciudadano envolviendo pescado en un periódico con el retrato de Stalin para que fuera arrestado y desapareciera para siempre”.


Extracto del libro Operación Barbarroja. La invasión alemana de Rusia, de Álvaro Lozano

Se especula que durante los años más duros de la represión más de 5 millones de rusos fueron arrestados, con cientos de miles de ejecutados. Stalin creó una sociedad y ejército obedientes, cuya cohesión era el miedo que le tenían. Pero a costa de crear un país más débil, sobre todo teniendo en cuenta los enormes recursos que tenía, y la potencialidad de sus gentes. El dictador soviético acabó con todo eso. Cuando Hitler atacó Rusia, se encontró con un país inoperante, y un Ejército que lo único eficaz que podía hacer era enviar constantemente a soldados jóvenes a morir.

La Wehrmacht de Hitler




Los alemanes iniciaron una nueva forma de hacer la guerra que les llevó a tener Europa rendida a sus pies. Las nuevas concepciones centradas en el ataque rápido de formaciones de tanques e infantería motorizada, con el apoyo masivo de la aviación, habían obrado milagros en Polonia y en Francia. Guederian había sido uno de los máximos ideólogos de esta nueva manera de utilizar los blindados. Participó en la Primera Guerra Mundial y quedó horrorizado por la masacre en las trincheras. Por eso se convenció de que el movimiento llevaba a la victoria.

“Solo el movimiento lleva a la victoria”

Heinz Guderian

Ascendido a coronel, Guderian puso en práctica sus teorías en la exitosa invasión de Francia de 1940. Esto le dio una gran reputación, pero también le valió la oposición de los generales y oficiales de la vieja guardia, anclados en las tácticas tradicionales. En Rusia volvería a poner en práctica sus métodos con enorme éxitos, aunque esto lo veremos más adelante.

La guerra de movimientos

La nueva táctica alemana era tremendamente efectiva. Con la utilización de una formación compacta de blindados se rompía por un punto la formación clásica en línea del enemigo. La rapidez de los blindados permitía después un movimiento envolvente por la retaguardia, mientras la infantería alemana seguía atacándolos de frente. De manera rápida, el ejército enemigo se veía en una bolsa completamente rodeado, atacado por todas partes, y sufriendo el bombardeo en picado de la aviación. Si intentaba romper el cerco seguirían siendo hostigados por los blindados alemanes, cuya rapidez utilizaban para seguirlos y volver a envolverlos de nuevo si se daba la ocasión.

Avión Stuka alemán Segunda Guerra Mundial
Avión Stuka alemán de la Segunda Guerra Mundial. Este avión, con su bombardeo en picado, fue fundamental para realizar la guerra relámpago alemana

Como veremos más adelante, la guerra de movimientos tuvo muchos fallos en la Operación Barbarroja. Para que todo hubiese funcionado a la perfección, la Wehrmacht debería haber motorizado más a la infantería. Al ir a pie o a caballo, los soldados siempre se quedaban demasiado rezagados y no podían seguir a los tanques, que normalmente debían detenerse para que les alcanzasen, y no abrir una brecha en sus flancos.

Lo que sí diferenciaba enormemente al ejército alemán del soviético era en la calidad de sus oficiales. Mientras Stalin se había encargado de ejecutar a todos sus mandos competentes, la Wehrmacht tenía a los mejores oficiales del momento. Habían participado en las campañas de Polonia, Dinamarca, Noruega, Francia y los Balcanes. Muchos eran veteranos de la Primera Guerra Mundial. Sin duda era la oficialidad más preparada del mundo, y esto se notará en la invasión de Rusia.

El ejército alemán no estaba preparado

A pesar de los enormes éxitos del ejército alemán, que en aquellos momentos parecía invencible, no todo era perfecto. Uno de los mayores defectos era la cantidad de modelos diferentes de blindados y de vehículos de transporte que utilizaba. Esto añadía gran complejidad, sobre todo en las piezas de repuesto. En Rusia este problema adquiriría proporciones mayúsculas. El frío y la deficiente red de carreteras rusas impidieron un abastecimiento necesario, y el mantenimiento de los blindados se complicó. Todo lo contrario que los rusos, que tenían solo dos modelos de tanques, facilitando la logística y la fabricación de las piezas de repuesto.

El ejército de Hitler no estaba preparado para una guerra larga. La Blitzkrieg o guerra relámpago se había mostrado muy efectiva en la Europa occidental, con victorias rápidas y efectivas. Pero la industria alemana no se había convertido para una guerra total. Hitler se lo estaba jugando todo a una carta en Rusia. La idea era derrotar al gigante soviético en una campaña rápida de varios meses, antes de que llegase el invierno; pero sobre todo se evitaría también reconvertir una industria para una campaña eterna.

Alemania no tenía la capacidad ni los recursos para una guerra de años. Por eso era esencial conquistar los recursos rusos: el petróleo del Crimea y las tierras agrícolas de Ucrania. Una muestra de esto era que Hitler no había equipado a sus soldados con ropa para el invierno porque, sencillamente, Rusia se debía conquistar antes. El ejército nazi era muy efectivo a corto plazo, pero la Operación Barbarroja lo pondría a prueba en una campaña larga, mostrando todos sus defectos.

Fotografía de dos soldados alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. El de la izquierda lleva un Mauser con la bayoneta montada; mientras que el de la derecha tiene en su mano el famoso subfusil MP40

Combatientes en la Operación Barbarroja




La operación Barbarroja enfrentó :

  • Alemania nazi y sus aliados: Hungría, Rumanía, Italia, Finlandia y Croacia. Todos estos países aportarían tropas a la Wehrmacht de Hitler.
Bandera de la Alemania nazi
  • La Unión Soviética. Stalin se vería completamente solo ante el ataque. No obstante, Gran Bretaña y Estados Unidos ayudarían de manera crucial con material de guerra a través de convoyes por el Báltico.
Bandera de la URSS guerra civil española

Stalin vs Hitler: comienza la Operación Barbarroja




La calurosa noche de verano del 22 de junio de 1941 sería testigo de un acontecimiento que cambiará el curso de la Segunda Guerra Mundial: la invasión alemana de Rusia. Una semana antes, los diplomáticos ya se habían preparado. Todos los empleados de la embajada alemana en la Unión Soviética hicieron las maletas y se marcharon. Un soldado desertor alemán avisó que la invasión se produciría a media noche del 22 de junio. A Stalin se le acumulaban las pruebas inequívocas del ataque. Aunque ya tenía asumido que Alemania invadiría Rusia, públicamente seguía ignorando los avisos. Paralelamente preparaba a marchas forzadas al ejército y al país para la guerra.

Ante un frente tan inmenso, Zhukov era consciente de que la única opción efectiva era una defensa en profundidad. Stalin ordenó que se construyeran fortificaciones en la frontera, pero llegaban demasiado tarde. La línea Stalin (línea de fortificaciones construida en los años 30), que era la más preparada, no fue reforzada porque se encontraba más al interior del país. Stalin exigía que las fortificaciones se levantaran en la misma frontera.

La palabra clave para la invasión, “Dortmund”, fue trasladada a las tropas alemanas que se concentraban a lo largo de la frontera rusa. El ataque comenzaría a las 3:30 horas. Los oficiales alemanes y los millones de soldados que habían sido trasladado a Polonia contenían el aliento, mirando una y otra vez sus relojes.

¿Cuándo comenzó la Operación Barbarroja, el ataque de las tropas de Hitler a la URSS?

La fecha de inicio de la Operación Barbarroja, la invasión de Alemania nazi por la Unión Soviética, fue la madrugada del 22 de junio de 1941 a las 3:00 horas. Cuatro millones de soldados repartidos en 180 divisiones, 600 000 vehículos, 750 000 caballos, casi 4000 tanques y cañones, más de 7000 piezas de artillería y 1500 aviones, la mayor fuerza de invasión de la historia hasta ese momento, se ponía en marcha.

Operación Barbarroja: la invasión de Hitler de la Unión Soviética
Operación Barbarroja. Primeros avances alemanes en junio de 1941

Quince minutos después de las 3 de la madrugada, miles de cañones de artillería abren fuego sincronizadamente a lo largo de toda la frontera rusa. Las fuerzas acorazadas, que en el ejército de Hitler son siempre la vanguardia, inician un ataque masivo. Simultáneamente al ataque por tierra, miles de aparatos de la Luftwaffe sobrevuelan los cielos rusos rumbo a los aeródromos soviéticos. Los alemanes destruyeron todos los aparatos enemigos, parados e indefensos en sus bases. En solo unas horas, la fuerza aérea de Hitler acaba con más de 700 aviones rusos. Al finalizar el primer día de invasión las pérdidas son más de 1200 aparatos, una cuarta parte de toda la fuerza aérea soviética. En la semana siguiente, la cifra alcanza más de 4000 aviones destruidos.

La sorpresa rusa

Antes los inesperados ataques masivos, los oficiales rusos que están defendiendo la frontera llaman desesperadamente a sus superiores gritando que los alemanes les están atacando. ¡No puede ser! ¡Debe estar borracho! Contestaban sus superiores. La sorpresa era mayúscula, y los soviéticos no sabía qué hacer.

Esa misma noche Stalin dormía en Moscú. Zhukov, uno de las pocas figuras en toda la Unión Soviética que poseía el número personal del dictador, intenta ponerse en contacto con él. cuando lo consigue, le comunica que los alemanes están bombardeando las ciudades rusas y han iniciado un ataque masivo a lo largo de toda la frontera rusa. Según algunos historiadores, como Beevor o Volkognov, Stalin sufrió una conmoción. Su reacción fue el silencio. Sin duda la situación le había superado. Cuando consiguió reaccionar, ordenó que todo el ejército de la frontera respondiese a la agresión y defendiese el suelo patrio. Pero era demasiado tarde, los alemanes avanzaban gracias al elemento más poderoso que tenían: la sorpresa.

A primera hora de la mañana, el ministro de Asuntos Exteriores alemán comunicaba al mundo la invasión a Rusia. Se ponía en marcha uno de los mayores enfrentamientos de la Segunda Guerra Mundial, que tantos quebraderos de cabeza provocarían a los dos dictadores, y que tantos millones de muertes e inmenso sufrimiento traería a la humanidad.

Un avance imparable

Las defensas soviéticas saltaron por los aires en los primeros momentos. Es curiosa la orden que habían recibido las tropas rusas: aniquilar al enemigo y llegar a Alemania. Da una idea del desconcierto de aquellos momentos. La realidad era que la mayoría de divisiones rusas que defendían su país no habían recibido ningún aviso de ataque, y ahora estaban siendo aniquiladas al amparo del factor sorpresa.

El ejército ruso se encontraba repartido en 5 frentes comandados por tres generales de la Unión Soviética: Voroshilov, Timoshenko y Budenny. Debido a las purgas estalinistas, de los tres, solo Timoshenko era el único capacitado para comandar un ejército. El Ejército Rojo se encontraba sin protección aérea: casi todos los aparatos soviéticos habían sido destruidos o abatidos. La fuerza aérea más numerosa del mundo, simplemente había dejado de existir. La única buena noticia, si existía alguna para los rusos en esos momentos, era que sus fábricas aeronáuticas estaban lejos del alcance de los bombarderos alemanes. Había una posibilidad de reponer las pérdidas, pero no llegaría rápido.

Las primeras acciones alemanas se encaminan a cortar todas las comunicaciones del enemigo, pobremente defendidas. Los soldados rusos están completamente desorganizados y desconcertados, aguantando una avalancha de soldados y blindados enemigos, sin comunicación con Moscú, y con órdenes muy contradictorias de sus mandos. La destrucción de las comunicaciones por la Wehrmacht había provocado ese caos. Las unidades luchan separadas, sin saber dónde están las demás; los comandantes pierden el contacto con sus soldados; los oficiales no reciben órdenes claras; y en Moscú nadie sabe lo que está pasando. Stalin cree que el ataque se ha rechazado. La realidad, sin embargo, es que el Ejército Rojo se está desintegrando.

Tropas alemanas cruzando la frontera de Rusia en la Operación Barbarroja
Tropas alemanas cruzando la frontera de Rusia en la Operación Barbarroja

URSS vs Alemania. La gran guerra patriótica contra el nazismo

Muchos historiadores destacan el comportamiento del dictador ruso en aquellos momentos. No tomó el mando hasta pasados unos días, escondiéndose de la realidad. Está desesperado, sin saber cómo reaccionar. Tras el shock que le había provocado la invasión, Stalin comenzó a recuperarse y a tomar conciencia de lo que estaba ocurriendo. Fue Molotov el que se dirigió a la nación en un discurso radiado que muchos de los rusos escuchaban mientras las bombas caían en sus ciudades. Stalin proclamó: “es una guerra patriótica contra los invasores”.

Pero los alemanes, a pesar de su éxito innegable, están observando una resistencia que no se habían encontrado nunca. En otros frentes, como el polaco o el francés, los soldados se habían rendido cuando eran cercados; los rusos luchaban hasta el último hombre. Así ocurrió en muchos puntos del país, y en la fortaleza de Brest-Litovsk, donde los soviéticos se defendieron ante oleadas de bombardeos. Lo vivido allí sería un adelanto de lo que se esperarían los alemanes en Stalingrado.

“A los rusos hay que matarlos dos veces, y luego darles la vuelta para ver si realmente están muertos”

Federico el Grande

A más de un oficial alemán le hubiera venido bien tomarse en serio las palabras de Federico el Grande. Los alemanes estaban sorprendidos con la terquedad rusa. En muchas ocasiones luchaban por luchar, sabiéndose muertos, pero nunca se rendían. Cuando se les agotaba la munición luchaban a bayoneta y cuchillo. Llevaban a cabo cargas con sables y bayonetas para morir bajo una lluvia de fuego de ametralladoras. Aún así no se retiraban. Esta actitud estaba ordenada por Stalin, que no quería ceder ni un metro de terreno. Pero esa estrategia beneficiaba a Hitler. Una retirada a tiempo, y una defensa móvil y en profundidad, habrían puesto las cosas muchos más difíciles a los ejércitos alemanes. Pero la tozudez de Stalin le estaba ocasionando al Ejército Rojo unas pérdidas irreparables.

A Stalin, por su parte, no le temblaba la mano a la hora de ordenar fusilar a todo oficial que llevara a cabo una retirada. Así lo hizo con el comandante en jefe del Frente Occidental, el general Pavlov, a pesar de que la lógica de la retirada era correcta para evitar el exterminio completo. El primer día de invasión, los alemanes habían penetrado unos 20 kilómetros en territorio enemigo a lo largo de todo el frente. Miles de soldados rusos fueron hechos prisioneros o estaban muertos, y 12 divisiones soviéticas habían dejado de existir.

La división Azul. La Operación Barbarroja y España

Las noticias de la Operación Barbarroja llegaron a España donde fueron acogidas con gran entusiasmo por el régimen franquista. Los militares que se alzaron en julio de 1936 culpaban a los rusos de la guerra civil española. Los falangistas fueron más allá: querían combatir en Rusia. Ramón Serrano Suñer, el “cuñadísimo” de Franco, y ministro de Asuntos Exteriores, era el más partidario de la entrada en guerra de España. Pero Franco siempre había sido muy cauto a la hora de tomar todas las decisiones, y una intervención a favor de un bando no era muy de su estilo.

¡Rusia es culpable!

Ramón Serrano Suñer

Se llegó a un término medio. El Gobierno franquista organizó un grupo de voluntarios que, al grito de “¡Rusia es culpable!”, marcharían al frente para combatir codo con codo con los alemanes. Así ayudarían a Hitler sin comprometerse en la guerra. Al frente de la División Azul se puso al general Agustín Muñoz Grandes.

Despidiendo a la División Azul en Madrid, 1941
Despidiendo a la División Azul que marcha para Rusia. Madrid, 1941.

Estos voluntarios fueron con mucha ilusión a Rusia, donde esperaban llenarse de gloria. La realidad, sin embargo, fue mucho más prosaica. La División Azul fue destinada a trabajos secundarios de guarnición y apoyo. Cuando el designio de la guerra cambió, las gloriosas victorias que esperaban conseguir se convirtieron en auténticas matanzas que sufrían en una interminable retirada. Miles de ellos dejarían sus vidas en el país que tanto odiaban, sucios, malnutridos, humillados y abandonados por los alemanes y por Franco.

Panzer vs T-34




Cuando los alemanes comenzaron a penetrar en territorio ruso se encontraron con una sorpresa. Los tanques KV y T-34 demostraron ser más pesados y veloces que los Panzer III y IV. El T-34 resultaría ser el mejor tanque de la Segunda Guerra Mundial. Los alemanes comprobaban desesperadamente como los cañones antitanques que disparaban a bocajarro a una distancia de 80 metros, rebotaban contra los blindados rusos.

El T-34, el mejor tanque de la Segunda Guerra Mundial

Tanque ruso T-34
Tanque soviético T-34

El T-34 apareció por primera vez en julio en el campo de batalla. Pesaba 28 toneladas, tenían un blindaje de 65 mm (que lo hacía aún más impenetrable gracias a su montaje inclinado en ángulo de 60 grados). En los primeros enfrentamientos, Guderian se quejó de las duras pérdidas que estaba sufriendo a manos de los T-34, reconociendo que eran superiores a los Panzer IV. Los alemanes se dieron cuenta de inmediato que los blindados rusos eran superiores.

Aunque los tanques rusos eran espectaculares, su manejo por los oficiales los estaban condenando. Se desperdiciaron muchos por la descoordinación en los ataques, así como su dispersión en el campo de batalla, todo lo contrario que hacían los alemanes.

A pesar del pobre manejo de los T-34 y los KV, los alemanes tenían que hacer esfuerzos sobre humanos para destruirlos. Solo los ataques combinados de Panzer, artillería y aviones (e incluso cañones antiaéreos que eran girados para apuntar a tierra) eran efectivos. Lo único que estaba salvando a los alemanes era el caos y la desorganización rusa que impedía un uso efectivo de sus bestias móviles.

El tanque KV

Este monstruo blindado era un completo desconocido para la inteligencia alemana. Solo cuando los soldados se lo encontraron en el campo de batalla comenzaron a darse cuenta de los avanzados que estaban los rusos en el desarrollo de tanques. El KV-1 pesaba más de 40 toneladas, 3 veces más pesado que los Panzer III y IV, con un blindaje tres veces superior al de los alemanes; su velocidad, a pesar de ser mucho más pesado, equiparaba a la de los Panzer. Tenía, además, bandas de rodaje más gruesas para desplazarse por el barro y el lodo de Rusia.

Tanque KV-2 soviético en la Operación Barbarroja
Tanque KV-2 soviético en la Operación Barbarroja

Los enfrentamientos entre Panzer y KV eran desesperados. Los alemanes abrían constantemente fuego sin dañarlos. Solo las tácticas combinadas y un poder de fuego concentrado conseguían derrotarlos. Pero era la poca experiencia rusa lo que, por ahora, estaba salvando a los alemanes.

Los Panzer III y IV

Desde el contacto con los tanques T-34, los alemanes comenzaron a preocuparse por la construcción de blindados que estuvieran a la altura de los rusos. Como medida de urgencia se dotó a los Panzer III y IV de un cañón más potente de 75 mm, y se incorporó una coraza más gruesa. Estas acciones equilibraron la balanza en los enfrentamientos. Aunque la calidad de la táctica alemana terminaba inclinando a su favor los enfrentamientos.

Uno de los problemas más graves que sufría el ejército alemán era la diversificación de sus vehículos blindados y de transporte. Tenían tanques de muchos tipos, requisados a los ejércitos derrotados de Europa. También poseían vehículos de transporte capturados en muchos países. Tener piezas de repuesto disponibles para la amalgama de vehículos era una tarea titánica para la cual la industria alemana no estaba preparada. Los rusos, sin embargo, habían simplificado todo el proceso construyendo solo dos modelos de tanques, y facilitando la producción de repuestos.

Panzer III alemán en la invasión de Rusia
Panzer III alemán en la invasión de Rusia

La escasez de piezas retrasó la construcción de tanques para dar prioridad a la producción de repuestos. A esto se le sumó el caos que se originó en la industria alemana cuando se decidió construir los nuevos modelos de tanques. Hitler quería impulsar el desarrollo de nuevos tanques, al mismo tiempo que se retrasaba la construcción de los modelos ya existentes.

En definitiva, los Panzer III y IV eran buenos blindados. Sin embargo, los tanques rusos T-34 y los modelos KV-1 y KV-2 eran cualitativamente mejores. Solo la destreza alemana en el empleo de blindados, con tácticas de agrupamiento y concentración en los ataques, sumado a la inexperiencia y descoordinación de los soldados rusos que los manejaban, estaba inclinando las victorias del lado de Hitler. Pero esta ventaja no duraría mucho. Los rusos aprendían rápido, y sus industrias estaban comenzando a producir en masa estas bestias de acero.

Minsk y Smolensko: Grupos de Ejércitos Centro




Hitler estaba exultante. Las tropas alemanas avanzaban sin ninguna oposición, el factor sorpresa había funcionado y los soviéticos, desbordados en todos los frentes, estaban siendo aniquilados. Todo iba de acuerdo con el plan establecido, y en todos los frentes el avance era rápido.

El éxito del plan Barbarroja estaba siendo aún mayor de lo que esperaban los oficiales alemanes. La cantidad de prisioneros y muertos rusos, y casi la destrucción total de las fuerzas acorazadas y aéreas enemigas, convencieron a Hitler y a sus generales de que una victoria rápida en Rusia era posible.

Soldados rusos rindiéndose a tropas alemanas en la Operación Barbarroja
Soldados rusos rindiéndose a las tropas alemanas

El ejército alemán siguió avanzando por territorio ruso, y maniobró para realizar una pinza sobre la ciudad de Minsk. El general Hermann Hoth, del 3ª Grupo Panzer, dirigió con éxito un movimiento de pinza en el norte del Grupo de Ejércitos Centro. Los rusos estaban demasiado preocupados evitando los continuos desbordamientos del enemigo. Reinaba la confusión. La zona de Minsk quedó indefensa.

Fue el Grupo de Ejércitos Centro a quien finalmente le correspondió la tarea de reducir la bolsa de Minsk, donde 15 divisiones rusas estaban atrapadas. El 9 de julio sucumbieron debido a los constantes ataques de la infantería alemana, aunque en la mayoría de casos les costaba seguir el ritmo de los blindados. En solo una semana, los alemanes habían cubierto la tercera parte de la distancia hasta Leningrado y Moscú.

Las primeras divergencias alemanas

A pesar de los éxitos, los choques entre los mandos comenzaron a aflorar ante las distintas estrategias que unos y otros tenían. Con respecto al Frente del Centro, Guderian y Von Bock querían cerrar la pinza en la ciudad de Smolensko; Von Kluge, por el contrario, quería que esta se cerrase en Minsk.

Surgieron serios problemas en la estrategia alemana. Las fuerzas acorazadas de Guderian avanzaban a un ritmo que no podía seguir la infantería. Por este motivo, Von Kluge quería que la pinza se cerrase en Minsk, para que la infantería no se quedase atrás. En cualquiera de los casos, la bolsa que estaban a punto de sellar era gigantesca. Nunca antes en ninguna guerra se había visto un cerco de estas dimensiones.

¿Debían los tanques esperar a los soldados o, por el contrario, seguir su camino sin ellos? Guderian, que consideraba a las fuerzas blindadas como un arma separada, era partidario de proseguir con sus tanques, lo que enfadaba enormemente a Von Kluge. Hitler estuvo de acuerdo con este último y finalmente la bolsa se cerró en Minsk el 28 de junio. Dentro de ella estaban atrapadas 20 divisiones rusas. Stalin, enfurecido por el enorme fracaso, mandó fusilar a Pavlov, un general que poco podía haber hecho ante el desastre generalizado.

Una veloz guerra de movimientos

Aunque la bolsa se cerró a finales de junio, los soviéticos siguieron resistiendo hasta dos semanas después. Esta era la estrategia relámpago alemana: los tanques, organizados en unidades móviles, avanzaban con rapidez rompiendo el frente y rodeando al enemigo. Se crean bolsas de resistencia que la infantería alemana se encarga de reducir y destruir.

La velocidad del avance estaba superando cualquier previsión hecha con anterioridad. Las más de 300 divisiones rusas repartidas en todo el frente, de mar a mar, estaban destruidas o seriamente dañadas. El Grupo de Ejércitos Norte había avanzado más de 800 kilómetros tierras rusas adentro en solo dos semanas. Stalin estaba cada vez más nervioso y desequilibrado, tal y como lo confirmaban sus ordenes poco realistas. Exigía constantemente ofensivas con divisiones que ya no existían. Sus generales, cada vez que le comunicaban las derrotas o las retiradas, sabían que se estaban jugando la vida.

Los ejércitos alemanes habían cercado a los soviéticos en tres bolsas: Brest-Litovsk, Bialystok, Volkovysk y Minsk. Estas batallas se estaban desarrollando con una brutalidad nunca antes vista en la Segunda Guerra Mundial. La causa la provocaban los sentimientos antibolcheviques de muchos de los soldados alemanes. La propaganda nazi había calado hondo, y ya se había tomado la costumbre de no coger prisioneros. Por su parte, los rusos seguían luchando con una ferocidad que desconcertaba a los mandos germanos. Estas dos causas eran un cóctel explosivo para una guerra muy sangrienta.

La batalla de Smolensko

Guderian y Hoth (al mando del 3ª Grupo Panzer) tenían prisa por penetrar más en territorio ruso. Pretendían alcanzar de una vez por todas el río Dnieper y la ciudad rusa de Smolensko, el verdadero objetivo del Grupo de Ejércitos Centro. Sin embargo, Hitler mostraba su perfil más conservador, y quería que los tanques ayudasen a reducir las bolas de resistencia de Bialystok y Minsk en retaguardia.

Las dos almas del ejército alemán se enfrentaron en aquellos primeros días de julio: la más arriesgada en innovadora representada por Guderian, y la más conservadora encarnada en el general von Kluge. La enemistad entre ambos era notoria y pública. Kluge reclamaba una y otra vez a Guderian que detuviese el avance de sus blindados y apoyase a la infantería; Guderian desobedeció y avanzó con sus tanques a través del río Dnieper, hasta Smolensko.

Tropas alemanas entrando en Smolenko durante la invasión nazi de la URSS
Tropas alemanas entrando en la ciudad rusa de Smolensko

Al final, las tesis de Guderian se impusieron, sobre todo porque contaban con el apoyo del Alto Mando del Ejército alemán. La infantería motorizada y los blindados de Guderian se abrieron paso en combates muy sangrientos por la ciudad rusa. Finalmente, el 16 de julio, Smolensko fue conquistada por la 29ª División de Infantería Motorizada. Las unidades Panzer de Hoth pasaron por el flanco de Guderian, convergiendo en el norte a unos 50 kilómetros, completando la doble envoltura a los soviéticos.

Con la toma de Smolensko ya no quedaba ninguna ciudad importante entre el Grupo de Ejército Centro y Moscú. Se hicieron 300 000 prisioneros, se capturaron 2500 tanques, 1500 cañones y 240 aviones. Los números demuestran la magnitud del desastre del Ejército Rojo. Pero a pesar de las cifras, hay otras circunstancias que están alterando el rumbo de la guerra. La feroz resistencia rusa seguía desconcertando a Hitler, y aunque los rusos estaban siendo exterminados, aún mantenían su capacidad defensiva y, sobre todo, estaban reduciendo el ritmo de avance alemán. No eran victorias, pero sí avisos que los alemanes comenzaban a tomarse en serio. Quizás la Operación Barbarroja no iba a ser un paseo como Hitler pensaba. En la vastedad inacabable de la tierra de los zares, los alemanes comenzaban a nadar en un mar de dudas.

Se frena el avance a Moscú

En su obsesión por seguir avanzando hacia delante, Guderian ordenó tomar la localidad de Yelnia, la cual consideraba un trampolín hacia Moscú. La feroz batalla que allí se produjo impidió a Guderian mandar a todas sus fuerzas hacia el norte para encontrarse con el general Hoth y cerrar fuertemente la bolsa de Smolensko que se mantenía muy precaria. Los soviéticos aprovecharon esta situación y forzaron por ese lugar para escapar. Más de 100 000 soldados soviéticos salieron del cerco.

Hitler entró en cólera cuando le llegó la noticia, y ordenó detener el avance a Moscú. Precisamente se estaba haciendo todo lo contrario a lo que él quería. Guderian tenían una mentalidad más estratégica, en la que la toma de la capital rusa era fundamental para la victoria; para Hitler esta no llegaría si no se aniquilaba al Ejército Rojo. Y dejarlo escapar en Smolensko no ha sido de su agrado. El 26 de julio, ante el apremio de Hitler, la bolsa se selló, y la resistencia que aún quedaba en Smolensko era eliminada.

Grupos de Ejércitos Sur: Ucrania




En Ucrania los rusos habían apostado a la mitad de divisiones y blindados de todas sus fuerzas en Rusia. Von Rundstedt se enfrentaba a un enemigo númericamente superior. La sorpresa inicial de ataque obró milagros. El 6º Y 17º Ejércitos cruzaron de noche los ríos Bug y San, apoderándose de todos los puentes. La sorpresa inicial no bloqueó tanto a las tropas rusas en este frente como sí ocurrió en otras partes. Los contraataques furiosos desconcertaban a los oficiales alemanes, muy poco acostumbrados a esa resistencia que rayaba la locura.

Soldados rusos luchando en la Operación Barbarroja
Soldados soviéticos apuntando a las tropas alemanas con su ametralladora pesada Maxim M1910

El objetivo es la ciudad de Kiev, y Rundstedt tenía la intención de avanzar de forma directa. El ataque frontal de las divisiones alemanas provocó combates muy sangrientos. Los soldados soviéticos se sentían mucho más cómodos luchando cara a cara contra el enemigo, sin sufrir esos peligrosos envolvimientos que tanto asustaban. Entre inmensas llanuras de trigo, maíz y girasoles, ambos contendientes se estaban masacrando.

La vastedad de Rusia nos devora

Mariscal de campo Von Rundstedt

El Grupo de Ejércitos Sur iba más retrasado con respecto a los demás grupos de ejércitos. El enemigo que tenían en frente era más numeroso y mejor armado que lo que se habían encontrado los alemanes en los otros frentes. El ala izquierda del Grupo Sur (1ª Grupo Panzer) se encontró con una resistencia feroz. Hitler estaba preocupado por la ralentización que estaba observando en la Operación Barbarroja tras el ímpetu de los primeros días. De esta preocupación nacieron las nuevas órdenes.

El cambio de actitud de Hitler

Hitler no quería Moscú, no le interesaba, en contra del criterio de la mayoría de sus oficiales. A finales de julio, publicó una serie de directrices para derrotar a la Unión Soviética que vendrían a trastocar todos los planes. Estas directrices se concretaron de la siguiente forma:

  • Grupos de Ejércitos Sur: se apoderaría de Crimea y de las cuencas industriales de Jarkov y Donets.
  • Grupos de Ejércitos Centro: era el que más había avanzado de los tres, y el que tenía como objetivo Moscú. Se ordenó detener su avance y pasar a la defensiva. Cooperaría cediendo medios a los otros dos grupos de ejércitos.
  • Grupos de Ejércitos Norte: seguiría hasta Leningrado, como se había estipulado.

Hitler no abandonaba la idea de tomar la capital rusa, pero estimaba más importante las misiones de los Grupos de Ejércitos Sur y Norte. Pero este nuevo plan ralentizaría el avance en un momento en el que la estación veraniega estaba muy avanzada. El invierno se acerca.

Lo que más preocupaba al dictador alemán era el fulgurante avance del Grupo de Ejércitos Centro, que estaba dejando al descubierto sus flancos, y distanciándose cada vez más los blindados de la infantería. Por eso ordenó al 3ª Grupo Panzer virar al norte para apoyar el avance a Leningrado; y al 2ª Grupo Panzer dirigirse al sur para la conquista de Ucrania. Las fuerzas del Grupo de Ejércitos Centro las dispersaba para apoyar a los otros dos. También se planificó un bombardeo masivo de Moscú.

Se habría un gran debate: ¿el objetivo económico o el político? ¿Ucrania o Moscú? Contra el criterio de la mayoría de sus generales, entre los que se incluía Guderian, el Führer se decantaba por el económico. Quería Ucrania, Leningrado y los pozos petrolíficos de Crimea, y destruir el Ejército Rojo. Dejaba a un lado Moscú, una ciudad que le recordaba al fracaso de Napoleón, y que intentaba evitar.

La conferencia de Novy Borisov

Se convocó una conferencia en Novy Borisov donde por primera vez Hitler escucharía las opiniones de sus comandantes de manera personal y directa. Allí le transmitieron la importancia estratégica que tendría Moscú para ganar la guerra a los soviéticos. Hitler seguía negándose.

Lo que no sabía el dictador nazi era la conspiración que se estaba organizando en tierras rusas contra él. En el seno del Grupo de Ejércitos Norte se había elaborado un plan para secuestrarlo y ejecutarlo. Los conspiradores pretendían crear una nueva Alemania sin el dictador, que tuviera otro rumbo político. Estaban hartos de las atrocidades que las fuerzas alemanas estaban llevando a cabo contra la población rusa en retaguardia.

Imagen de Heinz Guderian
Imagen de Heinz Guderian, uno de los teóricos de la guerra de movimientos.

Hitler, aunque no sabía del plan, supo cómo manejarlo todo. Se reunió uno a uno con los generales, y de esta forma impuso más fácilmente sus tesis. Los conspiradores no tuvieron ninguna oportunidad debido a lo fuertemente escoltado que iba. De esta forma se afianzaron sus planes: tomar Leningrado y Ucrania. Después, si acaso, Moscú. Quería los recursos naturales rusos: el mineral de hierro del Báltico, las inmensas reservas agrícolas de Ucrania y el petróleo de Crimea. El fantasma de Napoleón seguía estando muy presente en las decisiones del Führer, por eso evitaba siempre Moscú. Esta decisión estratégica cambiará el curso de la Operación Barbarroja.

La batalla de Ucrania: el doble envolvimiento




Un día caluroso de agosto del 216 a.C., los 40 000 soldados cartagineses de Aníbal Barca se enfrentaron a las todo poderosas legiones romanas que los doblaban en número. Aníbal atrajo a los romanos hacia su formación cóncava, mientras que su caballería realizaba un doble envolvimiento que terminó por rodear a los legionarios romanos. En la batalla de Cannas murieron más de 70 000 legionarios, una masacre que terminó con el poderío de Roma.

Soldado alemán con civiles ucranianos
Soldado alemán hablando con civiles ucranianos

Más de 2100 años después de Cannas, los alemanes se disponían a ejecutar ese mismo plan contra los soviéticos. Pero la labor de envolver al enemigo ya no correspondería a la caballería, sino a los Panzer. El plan de Hitler era una copia del que ejecutó Aníbal: el 2º Ejército partiría desde la localidad de Gomel hacia el sudeste; el 17º Ejército iría hacia el norte desde Kremenchug; el 6º Ejército atraería a los rusos en Kiev, como Aníbal en Cannas.

Las 2 pinzas del envolvimiento exigían recorrer bastas distancias, pero los alemanes confiaban en el éxito de la operación. El 10 de septiembre, las tropas motorizadas de Guderian ocupan el pueblo de Romni, al este de Kiev, y en plena retaguardia soviética. A 150 kilómetros al sur, el 1ª Grupo Panzer de Kleist se dispuso a avanzar hacia el norte para encontrarse con Guderian.

El anillo se cierra

Stalin estaba desesperado. Pensaba que los alemanes iban a tomar Moscú. Su error de cálculo había llevado a que sus tropas en Ucrania se viesen seriamente comprometidas. Pero se negaba a ordenar un repliegue. Ante esta situación tan desastrosa, el dictador soviético recurrió a Zhukov. Pero este le recomendó que las tropas retrasaran sus posiciones, un asunto que molestaba mucho a Stalin, y que se negaba a hacerlo.

¡Ni un paso atrás! Resistan y, si es necesario, mueran


Joseph Stalin a sus comandantes en la batalla de Ucrania

A Stalin no le temblaba la mano a la hora de cesar a cualquier oficial que le recomendase un repliegue en Ucrania. Zukhov fue destituido como Jefe del Estado Mayor General del Ejército Rojo; también ocurrió lo mismo con el general Budenny, que desde el frente pedía al líder soviético que le dejase replegar a sus tropas para reorganizar una nueva línea de defensa y poder seguir resistiendo. Pero Stalin seguía determinado a no abandonar Kiev, a pesar de la completa paralización rusa ante el innovador plan alemán.

Lo que Stalin pretendía era, sencillamente, imposible. La realidad se terminó imponiendo. El 14 de septiembre los Grupos Panzer 1º y 2º establecen contacto. Al día siguiente, el cerco se cerraba a 160 kilómetros al este de la capital ucraniana. 5 ejércitos soviéticos (5º, 21º, 26º y 27º) quedaban completamente rodeados. Al igual que 2000 años antes en Cannas, los soldados soviéticos estaban rodeados y confinados, esperando a ser aniquilados. En Cannas, Aníbal rodeó a 120 000 romanos; en Kiev, los alemanes habían logrado atrapar a casi 700 000.

Una victoria muy sangrienta en la campaña de Rusia

Cada día que pasaba dentro de la bolsa morían alrededor 9000 soldados rusos. Así fue durante más de dos meses. Aunque las tropas soviéticas eran valientes y resistían hasta rayar la locura, su estrategia era un desastre. Los continuos ataques suicidas solo ocasionaban más y más muertes. No había plan. Solo resistir y no ceder terreno. Así que la estrategia y la innovación siempre partían de los alemanes.

La derrota mostraba en toda su magnitud el desastre: 700 000 soldados muertos o prisioneros, 900 blindados, casi 4000 cañones y 5 ejércitos soviéticos destruidos o capturados. Desde que había comenzado la Operación Barbarroja, un tercio de todo el Ejército Rojo ya no existía.

El 18 de septiembre, Stalin cedió y ordenó un repliegue, pero era ya demasiado tarde. La bolsa de un diámetro de más de 200 kilómetros se había convertido en una orgía de sangre y muerte. Los rusos estaban siendo aniquilados en su interior, y los intentos por escapar y romper el cerco ya eran imposibles. Muchos soldados rusos escaparon para unirse a la resistencia. El 19 de septiembre, Kiev fue conquistada por el Sexto Ejército. A pesar de las arengas de Stalin para que resistieran hasta morir, algunos oficiales rusos comenzaron a capitular.

Unidad anticarro nazi en Rusia
Unidad anticarro nazi de las SS en Rusia

Kiev fue un enorme triunfo para Hitler que vino a reafirmar sus tesis. Pese a los espectaculares éxitos alemanes, muchos oficiales no les gustaba lo que estaban viendo. Les fascinaba la resistencia rusa. Llevaban meses avanzando y avanzando, destruyendo ciudades y aniquilando a soldados enemigos; pero nunca se acababa. ¡Era una guerra sin fin! Cada vez que mataban a un ruso, más tarde aparecían tres. Las enormes bajas del Ejército Rojo no le había impedido seguir presentando batalla. Había malas sensaciones en el mando alemán. Aunque Cannas fue un éxito, Aníbal nunca pudo conquistar Roma. Sus tropas se pasearon invictas por toda la península italiana, pero los romanos nunca estuvieron vencidos. Los oficiales alemanes encontraban peligrosos paralelismos con la invasión cartaginesa del Imperio romano. ¿Les pasaría a ellos lo mismo?

Georgi Konstantinovich Zhukov

Para los alemanes, el nombre de Zhukov estaba pasando desapercibido. Pero los acontecimientos que se iban a suceder a partir de ahora lo pondrían en la primera plana de la historia militar. Hitler ya había autorizado la Operación Tifón, la conquista de Moscú, sin apenas tiempo para que sus tropas descansasen tras Kiev. Zhukov comunicó a Stalin las nuevas intenciones del enemigo y el dictador le ordenó que organizara el destrozado Frente Occidental. Stalin volvía de nuevo a encomendar a Zhukov un milagro, pero el mariscal ruso era el más competente, y los milagros siempre se le daban bien. Moscú y Leningrado son dos ciudades que, inevitablemente, están ligadas a su suerte. De él dependían la derrota o la victoria.

Zhukov era de las únicas personas en toda la Unión Soviética capaces de contradecir a Stalin. Cuando no estaba de acuerdo con él se lo decía. Esto le había costado más de un disgusto. Fue cesado como Jefe del Estado Mayor y enviado a Smolensko. Allí les puso las cosas difíciles a los alemanes, y Stalin lo volvió a llamar para defender Leningrado. Por mucho que a Stalin le enfureciese que Zhukov le llevase la contraria, siempre lo reclamaba para ordenarle cosas imposibles. Y Zhukov las realizaba. Así paró a los japoneses en Mongolia (donde comenzó a forjase un nombre) y en Smolensko, y ahora era llamado para salvar Leningrado.

Imagen del mariscal Zhúkov.
Imagen del mariscal Zhúkov.

Grupos de Ejércitos Norte: Leningrado




Los objetivos estratégicos del Grupo de Ejércitos Norte eran más claros: destruir al enemigo a lo largo del Báltico y tomar Leningrado. Había varios inconvenientes. El Grupo de Ejércitos Norte era el que poseía menos efectivos, pero tenía que recorrer una distancia de más de 800 kilómetros. No era una empresa fácil. Von Leeb se enfrentaría al general ruso Kuznetsov, este último en una posición difícil, ya que los países bálticos, ahora en poder soviético, eran contrarios a la ocupación rusa. Sin duda, los alemanes encontrarían apoyo en su avance.

Los primeros ataques alemanes fueron un éxito. La resistencia  en el frente del norte fue más débil que en los frentes centro y sur. La única oposición seria se produjo en el río Daugava por el 26º Ejército, pero no tardó en derrumbarse. Seguidamente se conquistaron Letonia y Lituania, y Leningrado quedaba a poco más de 200 kilómetros.

Leningrado comenzó a llamarse así tras la muerte de Lenin y el triunfo de la revolución bolchevique. Fue la capital zarista cuando se llamaba San Petersburgo. Ahora era un objetivo importante para los alemanes, no solo por su fuerte carga simbólica, sino por ser un importante centro industrial. Desde el primer momento, Hitler se decantó por rodear y aislar la ciudad para matarla de hambre, dejando de lado un asalto para su conquista.

Los alemanes llegan a Leningrado

El Grupo de Ejércitos Norte atacó por primera vez las defensas alrededor de Leningrado el 8 de agosto. La infantería se lanzó contra las líneas de defensa soviéticas a lo largo del río Luga. Von Leeb no había tenido más remedio que ordenar un ataque frontal. Envolver la ciudad para rodearla se hacía imposible debido a que en la retaguardia de Leningrado se situaba el lago Ladoga. El ataque se encontraba con la dificultad de los numerosos anillos concéntricos defensivos que Stalin había ordenado construir a la población de la ciudad. Von Leeb se vio también limitado por la retirada de algunas de sus fuerzas para apoyar el ataque a Moscú.

Frente oriental de la Segunda Guerra Mundial en 1941
Estado del Frente Oriental en diciembre de 1941

Zhukov llegó a Leningrado por orden de Stalin para organizar la resistencia e impedir la caída de la ciudad. 40 divisiones soviéticas, junto con una población mal armada con escopetas de caza y cócteles molotov, era todo lo que Zhukov tenía. Los 3 millones de habitantes de Leningrado contenían la respiración ante lo que se les venía encima.

El 4 de septiembre, la artillería alemana ya tenía a tiro las calles. El 8 de septiembre dio comienzo el ataque en la ciudad. Los Stukas alemanes bajaban en picado bombardeando a la población. La infantería alemana, apoyada por los blindados, se habría paso por las trampas y defensas rusas gracias a la gran labor de los zapadores. La ciudad quedó rodeada y el 15 de septiembre la infantería estaba a tan solo 11 kilómetros del centro de la ciudad.

Stalin no mostró piedad a la hora de dictar instrucciones. Estaba prohibida la huida. Los soldados debían defender su posición o morir. Se les ordenó disparar sin piedad si los alemanes utilizaban rehenes rusos como parapetos.

Zhukov reorganiza la defensa

Con las líneas defensivas destrozadas y los soldados enemigos penetrando en la ciudad, la defensa se antojaba complicada. Stalin sabía ya, por medio de sus servicios de inteligencia, que la prioridad alemana era Moscú, y que la intención de Hitler era llevar a cabo un asedio de Leningrado, sin comprometer mucho a sus tropas en un asalto. A finales de septiembre, el Führer dio la cruel orden: asediar y bombardear la ciudad y arrasarla hasta sus cimientos. Borrarla de la faz de la tierra.

Mapa del asedio a Leningrado
Mapa del asedio a Leningrado en 1941 por las tropas de Hitler

Zhukov se puso manos a la obra. A pesar de la pésima situación en la que se encontraban sus fuerzas, la decisión de Hitler de no realizar un asalto le daba ciertas esperanzas. No tuvo otro remedio que armar como pudo a la población y ordenarles que construyeran barricadas y trampas por todas las calles. Los alrededores de la ciudad se habían convertido en una fortaleza.

La inteligencia soviética comenzó a informar a sus oficiales que los alemanes estaban comenzando a establecer posiciones defensivas, y que muchos de sus blindados estaban siendo transportados para el frente de Moscú. Es así como el ataque frontal se detiene, y comienza el largo y sangriento cerco de Leningrado.

El asedio de Leningrado

Aquí comienza una de las historias más trágicas y horrorosas de toda la Segunda Guerra Mundial. Los más de 3 millones de rusos atrapados en la ciudad no eran conscientes del sufrimiento que les esperaba, mucho mayor del que ya estaban padeciendo. Todos los días los aviones alemanes bombardeaban la ciudad, causando muerte y destrucción. La ciudad se paralizó; la comida escaseaba (y más que escaseará en los siguientes meses); ya no había electricidad; los habitantes morían a centenares diariamente a causa del constante bombardeo; cada día que pasaba quedaban menos edificios en pie. Era la escalofriante rutina durante el asedio a Leningrado.

El hambre era el fantasma más presente en aquellos meses. Durante los primeros días de cerco, los soviéticos organizaron un sistema de cartillas de racionamiento que, en la práctica, no cubría a toda la población. Las raciones diarias estaban en torno a los 400 gramos, que se repartían prioritariamente a soldados y obreros, después a la población. Era una ración insuficiente, que en noviembre se vería mermada a los 200 gramos, por debajo de la línea de subsistencia.

Ante este panorama tan negro, las gentes de Leningrado comenzaron a comerse a cualquier animal que capturaban vivo: caballos, gatos, perros, pájaros y ratas, que eran despellejadas y asadas. Los libros eran echados al agua caliente como ingrediente para la sopa. Otros optaron, ante la desesperación, por comerse las medicinas. Cualquier cosa era válida. Algunas madres se suicidaban para que su ración diaria pasara a sus hijos. El canibalismo hizo acto de presencia. Se ha documentado un mercado negro de miembros humanos que eran arrancados cuando morían sus portadores. Las gentes presentaban un aspecto atroz. No tenían grasa en el cuerpo, eran prácticamente esqueletos andantes. Mientras esto les ocurría a las gentes de Leningrado, los dirigentes del Partido Comunista soviético dormían en habitaciones calientes con menús propios de un restaurante, al mismo tiempo que exigían a la población una resistencia sobrehumana.

“Pan de celulosa, sopa de cola, gelatina de entrañas de rata, leche de algas: la lista de sucedáneos alimenticios que se fueron inventando parece el menú de un banquete de brujas. No nutrían, por supuesto, pero proporcionaban una breve e ilusoria satisfacción. Más real y más terrible era la que reportaba la carne humana o los restos de los que habían muerto”


Extracto del libro “Operación Barbarroja. La invasión alemana de la Unión Soviética” del autor Álvaro Lozano.

Los bombardeos y el hambre subieron la mortalidad a la escalofriante cifra de 5000 personas diarias. Hitler no tenía la menor intención de hacerse cargo de la población de Leningrado. Quería hacer desaparecer a todas y cada una de sus gentes. El ejército alemán no podía alimentar a toda la población si la ciudad finalmente era conquistada. Debían desaparecer.

El lago Ladoga

El lago Ladoga se convirtió durante los meses de asedio en el único pulmón de la ciudad, eso sí, un pulmón enfermo. Si no hubiera sido por esta vía de comunicación, es muy probable que las intenciones de Hitler de hacer desaparecer a todas las personas de Leningrado se habrían cumplido. Durante los primeros meses de septiembre y octubre, y a través de pequeñas embarcaciones, se pasaban los alimentos y las municiones que no daban para subsistir.

Cuando el lago se congeló, se construyó una ruta encima del hielo para seguir ofreciendo exiguos recursos a la moribunda ciudad. Así se levantó la Carretera del Hielo siguiendo el trazado donde el hielo era más grueso. Camiones y caballos lo cruzaban. Muchos de ellos quebraban el suelo y terminaban desapareciendo en sus aguas. Cuando el hielo se hizo más denso, con la llegada de los meses fríos, la carretera se fue consolidando. En diciembre aumentaron las toneladas de provisiones a la ciudad. El éxito de la primera carretera llevó a la construcción de 5 carreteras más. Se alcanzaron las 2000 toneladas diarias, claramente insuficientes, pero visto el panorama, significaban un gran triunfo.

La resistencia de Leningrado significó mucho más que una enorme tragedia humana. La determinación de la población provocó que el Grupo de Ejércitos Norte no pudiera trasladarse al frente de Moscú para apoyar la ofensiva sobre la capital. Hasta el invierno de 1941 murieron un millón de personas, la mayoría por hambre. Pero esto no era lo peor. Lo más cruel es que aún les quedaba casi 3 años más de sufrimiento.

La Operación Tifón: la conquista de Moscú




Tras la conquista de Kiev, Hitler comenzó a mostrar interés por Moscú, a pesar de que nunca lo consideró un objetivo prioritario. Ahora quería tomar la ciudad. Se había perdido un tiempo valioso con la ofensiva en Ucrania, distrayendo muchas fuerzas del frente de Moscú. Eso había permitido a los rusos seguir fortaleciendo las defensas en torno a su capital. A pesar de esto, los alemanes consideraban que aún podían tener éxito en este frente.

A finales de septiembre se reforzó el Grupo de Ejércitos Centro con el 4º Grupo Panzer proveniente del frente de Leningrado. Así se concentraron el grueso de fuerzas acorazadas en Moscú. El 2º Grupo Panzer de Guderian atacaría Briansk y Tula, en el noroeste del frente; el 3º Grupo Panzer de Hoth se lanzaría por el norte; el 4º Grupo Panzer de Hoepner le tocaría el centro del teatro de operaciones. Estos 3 Grupos Panzer cercarían a las fuerzas rusas para que el 9º y 4º Ejércitos de Strauss y Von Kluge, respectivamente, liquidaran a todos los que se encontrarían en el interior de la bolsa. La misma táctica que habían empleado durante toda la Operación Barbarroja.

Los rusos antepusieron a los alemanes 3 ejércitos: el Occidental de Koniev, el de Briansk, dirigido por Yeremenko y el Frente de Reserva al mando del mariscal Budenny. Zhukov se encontraba en Leningrado organizando la resistencia en aquella ciudad.

La batalla de Viazma y Briansk: se culmina el cerco a Moscú

Hitler dio el visto bueno a la directriz 35 y la Operación Tifón dio comienzo el 30 de septiembre. Los informes de los reconocimientos aéreos eran preocupantes para los oficiales alemanes. En la pausa de agosto y septiembre, los soviéticos habían reforzado las defensas en torno a Moscú. También preocupaba, y mucho, el tiempo. Las lluvias de octubre habían convertido los caminos en un lodazal impracticable para los blindados y los vehículos de transporte. Los retrasos eran continuos. El invierno se aproximaba, y tanto Hitler como Von Bock (Jefe del Grupo de Ejércitos Centro) sabían que debían conquistar Moscú antes de las primeras nieves. El fantasma de Napoleón volvió a surgir.

El avance empezó con éxito, como todas las ofensivas alemanas hasta el momento. Los alemanes crearon dos bolsas de resistencia enemiga, pero los soviéticos lograron escapar, algo que se estaba volviendo costumbre. Guderian y su grupo Panzer avanzaron 150 kilómetros por el sur; Hoepner, con su 4º Grupo Panzer, atacaron al ejército de Koniev, destrozando la línea de defensa. Viazma y Briansk caen, cercando a más de 600 000 rusos, y cortando la carretera hacia Moscú. Otra catástrofe más para Stalin.

De los cercos de Viazma y Briansk escapan más de 100 000 soldados, una imprudencia que alentaba más al Ejército Rojo y dificultaba el avance alemán. El mal tiempo era un obstáculo que cada vez pesaba más en el ánimo del soldado alemán, pero también en la logística y el movimiento. Las lluvias torrenciales y el barro dificultaban extremadamente todas las operaciones. A primeros de octubre se produjo la primera nevada del año.

La batalla de Moscú

Los ejércitos alemanes tienen a tiro la capital. Se conquista Tula y Borovsk, a 80 kilómetros del objetivo. Koniev se aprestó a la tarea poco gratificante de defender la última línea de defensa en torno a la ciudad. El 5 de octubre, tras un bombardeo aéreo y artillero, el avance de los ejércitos de Hitler llegan a 13 kilómetros de Moscú. Stalin ordena que se movilicen todos los recursos humanos y materiales para parar al enemigo. No importa el sacrificio ni las bajas. El ejemplo a seguir era Leningrado. Bajo ningún concepto la capital debe ser conquistada.

Rusos construyendo trincheras en torno a Moscu en la Segunda Guerra Mundial
Civiles soviéticos construyendo a toda prisa defensas en torno a la ciudad de Moscú

Los soldados soviéticos se preparaban para otra lucha de aniquilación, algo a lo que ya están más que acostumbrados. Algún día la historiografía nos tendrá que explicar cómo los soviéticos aguantaron tan estoicamente la invasión alemana, sacrificando sus vidas, con un nivel de exigencia que ningún país del mundo habría realizado. Lo que ordenaba Stalin se realizaba sin pestañear, aunque implicase la muerte y el hambre para millones de sus compatriotas.

Llega el invierno ruso

Todos estos éxitos militares escondían un profundo pesimismo en el Alto Mando alemán. Las condiciones meteorológicas estaban empeorando y la toma de Moscú se les antojaba ya demasiado tarde. Algunos oficiales comenzaron a pedir a logística ropa de abrigo para sus tropas. Se les negó. Hitler no quería oír hablar del invierno. El ejército alemán no se había preparado para el frío sencillamente porque su objetivo era terminar con la guerra antes del invierno. Pero conforme avanzaba octubre la nieve se apoderaba del paisaje, y era algo que ya los alemanes no podían seguir ignorando.

Automóvil alemán atascado en el barro de una carretera rusa durante la Segunda Guerra Mundial
Automóvil alemán atascado en el barro de una carretera rusa

Los rusos recibieron de manera esperanzadora la meteorología tan adversa. Lo que necesitaban Stalin y sus generales era tiempo. Tiempo para seguir fortificando sus defensas; tiempo para continuar produciendo el material de guerra y trasladarlo hasta el frente; tiempo para organizarse.

El invierno ruso, tantas veces nombrado por la historiografía, no es suficiente para explicar el desgaste de la Wehrmacht en la Operación Barbarroja. Se había perdido un porcentaje importante de los blindados. Los soldados se encontraban cada vez más cansados, en un país inmenso cuya invasión no acababa nunca. Los incontables éxitos militares no han podido derrotar al Ejército Rojo, y esto les desesperaba. La nieve y el frío estaban haciendo aún más mella en el soldado alemán. ¿Cuántos ejércitos soviéticos habían rodeado y aniquilado? ¿Acabará el avance algún día? Estas preguntas circulaban por la tropa.

Llegados a este punto se comienza a abrir un debate en el Alto Mando alemán: ¿Debían hacer un supremo esfuerzo final y conquistar Moscú, o en cambio ponerse a la defensiva y esperar a que pasara el invierno? Esto último implicaría atacar la capital el año que viene, con el peligro de dejar más tiempo a los rusos para fortificarse mejor.

Pánico en Moscú

El avance llegaba a las puertas, y la moral rusa se estaba hundiendo. Las embajadas de los diferentes países, sobre todo de Estados Unidos y Gran Bretaña (que estaban ayudando considerablemente a los soviéticos con material de guerra) se preparan para marcharse. El 15 de octubre es el Gobierno soviético quien se marcha a la localidad de Kuibishev. Todo está muy desorganizado. Cada cual busca escapar. El miedo se apoderó de Moscú y todo el mundo buscaba la manera de marcharse. El caos en las calles era indescriptible.

El Consejo Militar del Frente soviético intentaba poner orden en el caos masivo. Arengaba a los compatriotas a no tener miedo y resistir al enemigo. Pero los trenes no paraban de transportar a políticos, funcionarios, diplomáticos y habitantes de la ciudad. Las carreteras de salida estaban colapsadas. Las fábricas de Moscú se desmontaban a toda prisa en medio del caos para evitar que con la conquista de la ciudad cayesen en manos enemigas. Incluso el cuerpo de Lenin fue retirado del mausoleo y trasladado a lugar seguro.

Zhukov, nuevamente enviado por Stalin para salvar la situación tras el éxito en Leningrado, organiza como puede la defensa. Mandó construir zanjas, puso al mando del Ejército que defendía Moscú a oficiales capaces y experimentados y concentró todos los recursos en torno a la capital. Tres decisiones muy inteligentes que tendrán sus consecuencias.

La lucha final

El plan para conquistar la capital enemiga consistiría en una pinza que se realizaría por el 3º Grupo Panzer de Reinhardt y el 9º Ejército de Strauss, que avanzarían por el Volga hacia Moscú; el 2º Grupo Panzer de Guderian conquistaría Tula y Kachira; el 4º Grupo Panzer de Hoepner y el 4º Ejército de Von Kluge se lanzarían directamente hacia la capital soviética, apoyando el movimiento de pinza.

Era la hora de la verdad para los soviéticos. Ya no tenían más territorio donde retroceder a no ser, claro está, que dejaran vía libre al enemigo en Moscú. Defendiendo la ciudad estaban 800 000 soldados rusos. Cuando Stalin, desesperado por la situación, mandó llamar a Zhukov para que se hiciese cargo de la defensa, solo quedaban 90 000 soldados. El general soviético mandó fortificar al máximo los alrededores de la capital. Trincheras y zanjas antitanque eran construidas a toda prisa por la población moscovita. Mujeres y niños fueron también llamados para trabajar, sufriendo los ataques aéreos de los cazas alemanes.

Zhukov tenía unas fuerzas claramente insuficientes. Pero había más problemas. Los soldados que eran mandados al campo de batalla de Moscú no tenían armas suficientes. Sin embargo, no todo estaba perdido. Cada día empeoraba el tiempo. El invierno más crudo se había adelantado a octubre. Las temperaturas bajo cero, la nieve y las ventiscas estropeaban carreteras, y debilitaban a los soldados alemanes. También empezaban a aparecer en el teatro de operaciones occidental las tropas rusas siberianas que estaban apostadas en Oriente. La inteligencia rusa había comunicado a Stalin que los japoneses no tenían la intención de atacar a la URSS. Esta información tan crucial, que después se demostraría con el ataque a Pearl Harbor, permitió a Stalin movilizar las fuerzas orientales hacia el frente occidental.

Los alemanes llegan a las afueras de Moscú

El 27 de noviembre, el 3º Grupo Panzer y el 9º Ejército abren una brecha por el norte del frente, consolidando una cabeza de puente al otro lado del Volga. los alemanes seguían avanzando, pero con menos ímpetu. El ataque estaba llegando a su límite. Los rusos oponían cada vez más resistencia, con más hombres y blindados en el frente. Por primera vez en toda la Operación Barbarroja, en el frente de Moscú se habían equilibrado las fuerzas de tanques.

“El helador frío, la falta de alojamiento, la escasez de ropa, las enormes pérdidas de hombres y de equipo, el lamentable estado de nuestro abastecimiento, todo esto hace imposible la labor de un comandante, y cuanto más se prolonga en el tiempo, más me encuentro abrumado por la enorme responsabilidad que tengo que soportar”


Extracto de una carta que Guderian envió a su mujer desde el frente ruso

El 5 de diciembre de 1941 se produce algo insólito. El general Von Kluge, ante la pésima situación de su ejército, ordena parar la ofensiva. El 6 de diciembre le siguió en esta decisión el general Von Bock, que hizo lo mismo y terminó por detener a todo el Ejército Centro. La meteorología adversa, la falta de combustible y un deficiente abastecimiento habían dado la puntilla a una ofensiva que ya había perdido fuelle.

Los alemanes se habían quedado a unos cuantos kilómetros de la capital rusa. Incluso algunas fuerzas alemanas llegaron a los suburbios de la ciudad, desde donde observaron las imponentes torres del Kremlin. El Ejército Rojo ya no era el de los primeros días de la Operación Barbarroja. Cada vez más equipado, reforzado con las tropas siberianas, rechazaba una vez tras otra los ataques alemanes. Los rusos habían logrado por primera vez en la guerra parar a la maquinaria bélica nazi. Por el camino se habían dejado 10 millones de compatriotas.

Hitler pierde la batalla de Moscú

Las fuerzas alemanas comenzaron a replegarse sin la autorización de Hitler. Von Kluge estaba asumiendo la responsabilidad de parar la ofensiva. El avance era ya imposible. Von Bock secundaba estas acciones. Se había esperado durante mucho tiempo el colapso ruso, pero a estas alturas de la Operación Barbarroja era ya evidente que no se produciría. Todo lo contrario, el Ejército Rojo estaba cada día más fuerte. Moscú se había salvado.

El 8 de diciembre de 1941, Hitler, muy a su pesar, y convencido por su Alto Mando, aprueba detener la Operación Tifón. Los alemanes se ponían a la defensiva esperando que pasasen los meses de frío para reanudar la ofensiva. Los soviéticos tenían ahora la iniciativa.

Precisamente un día antes de la decisión de Hitler, los acontecimientos se precipitaron. Japón atacaba Pearl Harbor, y Estados Unidos entraba en la Segunda Guerra Mundial. Hitler declaró la guerra a los estadounidenses, pero, sorprendentemente, no exigió de Japón que hiciese los mismo con la Unión Soviética. Alemania ha llegado a su punto culminante, precisamente en las puertas de Moscú, pero no había podido tomar la capital. Esto marcará un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial. En 1942 los alemanes llevarán un avance fulgurante por el sur y el Cáucaso, pero al igual que en Leningrado y Moscú, se estrellarán con la resistencia en la ciudad de Stalingrado.

La Unión Soviética toma la iniciativa




Aunque Hitler había asumido que, por el momento, tomar Moscú era inviable, no quería ni oír hablar de una retirada. Los soldados alemanes tendrían que resistir sin ceder ni un centímetro. La nieve y la ventisca también imposibilitaban las operaciones rusas. Ambos contendientes tenían serias dificultades para maniobrar. El frío los había paralizado.

Soldados soviéticos en la contraofensiva en Moscú durante la Operación Barbarroja
Soldados soviéticos avanzando durante la contraofensiva en Moscú

El 19 de diciembre ocurrió algo importante que marcaría el devenir de los acontecimientos: Hitler se nombra comandante en jefe del Ejército. A partir de ahora él tomaría directamente las decisiones, acabando con la tradicional independencia del Ejército alemán.

El Ejército de Siberia

Stalin comenzó a organizar la ofensiva para hacer retroceder a un paralizado ejército alemán y aliviar el cerco a Moscú. 25 divisiones de infantería y 9 unidades blindadas esperaban en Siberia ser transportadas al frente occidental. Era un ejército que los rusos habían tenido ahí siempre para mantener seguras las fronteras con China y Mongolia. Eran fuerzas muy experimentadas debido a sus continuos enfrentamientos con Japón en Manchuria, y muy preparadas para el frío.

Una vez que Stalin se ha asegurado que Japón no atacaría su país, el Ejército Rojo de Siberia comenzó a ser trasladado al frente de Moscú. Zhukov formó 3 ejércitos. Mientras los rusos aumentaban la cantidad y la calidad de sus tropas, los alemanes cada vez tenían menos hombres y blindados disponibles. Los designios de la guerra estaban cambiando.

Zhukov planifica la ofensiva

El plan de Zhukov consistía en dos ofensivas en forma de pinza que sorprenderían a los alemanes. Los objetivos eran muy limitados. La Unión Soviética aún no estaba preparada para lanzar grandes ofensivas, y la concentración de tropas para el ataque no disponían de los aviones y los tanques necesarios. Pero las tropas siberianas daban un toque de superioridad ante unos soldados alemanes cansados y hundidos por el frío.

Asalto soviético apoyado por un tanque T-34 a un pueblo durante la contraofensiva en Moscú
Asalto soviético apoyado por un tanque T-34 a un pueblo durante la contraofensiva en Moscú

La ofensiva partiría del norte y del sur del frente de Moscú. Lo ejecutarían Koniev, Timoshenko y el mismo Zhukov. La intención era atacar los flancos de los alemanes y rodearlos mientras que en el centro las fuerzas soviéticas atacarían para intentar mantener las posiciones alemanas y ayudar al cerco. Justo lo que las fuerzas de Hitler habían llevado a cabo en Ucrania, pero a un nivel más modesto.

Stalin recordó el efecto psicológico tan positivo que tuvo el desfile de las Brigadas Internacionales por Madrid en la guerra civil española. Siguiendo ese ejemplo, ordenó desfilar a las tropas siberianas por las calles de Moscú antes de que se incorporasen al frente. La ofensiva organizada por Zhukov iba a comenzar, y en ella los rusos tenían puestas todas sus esperanzas para aliviar el cerco y salvar la capital.

La contraofensiva soviética para salvar Moscú

El 5 de diciembre de 1941 se produce el primer asalto soviético a las líneas alemanas que cercan la capital rusa. Los ataques se encontraron con un ejército enemigo desmoralizado y cansado, que tenía que cubrir una extensión de frente con la mitad de hombres. Las armas no funcionaban en las condiciones extremas de frío, y los soldados no estaban vestidos con la ropa adecuada. Los muertos se multiplicaban.

Los alemanes son ahora una sombra de lo que fueron. Con las líneas de aprovisionamiento funcionando a medio gas (el tiempo hacía el transporte de provisiones y material de guerra algo imposible), con muchos blindados fuera de servicio y las posiciones fragmentadas en pequeñas unidades aisladas, el ataque comienza a dar sus frutos.

Por primera vez en todo la Operación Barbarroja, los alemanes se ven así mismos llevando a cabo un repliegue general. En los primeros momentos la retirada fue un caos. Los soldados habían perdido la disciplina y huían sin esperar las órdenes. Los oficiales no podían contenerlos, en muchos casos lo intentaban a punta de pistola, pero no funcionaba.

Mientras este desastre ocurría, Hitler daba órdenes desesperadamente a sus oficiales para que resistiesen en sus posiciones. Pero los oficiales eran conscientes de que carecían de apoyo logístico, armas, equipo y voluntad de los soldados para hacer cumplir la orden del Führer. Los soviéticos, por su parte, se sorprenden del éxito que están teniendo en el avance. El Alto Mando pensaba que los alemanes seguían fuertes, pero lo que se encontraron fue un derrumbe general. A Hitler le volvieron a pasar por la cabeza los fantasmas de la invasión napoleónica. De hecho, la caótica retirada alemana no se diferenciaba mucho de la que se produjo en el Ejército de Napoleón.

Los alemanes frenan la ofensiva

Con una determinación suicida, Hitler prohibió una y otra vez los repliegues. No realizó ni la más mínima concesión a aquellos oficiales que le pedían más flexibilidad. Ordenó a los comandantes que intervinieran a punta de pistola si fuera necesario para parar la desbandada. Debía organizarse una resistencia fanática que parase a los rusos. Sin discusión.

El 9 de enero de 1942 se lanza una nueva ofensiva rusa destinada a aniquilar al Grupo de Ejércitos Centro. Koniev y Zhukov planearon una enorme operación de tenaza para rodear a todo el ejército alemán. Las fuerzas de los dos generales rusos debían encontrarse en la región de Dorogobuj, a unos kilómetros al sur de la línea férrea Minsk-Moscú, para cerrar el cerco.

La lucha fue encarnizada. En ella destacó el general alemán Model que, gracias a sus acciones audaces, reestableció la línea defensiva, tomó contacto con las restantes fuerzas alemanas y cercó a 27 000 soldados rusos. La orden de Hitler de no retroceder llegó a todo el frente, despejando cualquier indecisión.

La ofensiva de Stalin perdía energía. Algunas unidades soviéticas abrieron brecha en el frente alemán, pero no fueron seguidas. La desorganización les impidió prestarles un apoyo fundamental. Los rusos habían subestimado la capacidad de reacción enemiga. Los alemanes lucharon desesperadamente por aguantar las posiciones; rendirse a los rusos significaba la muerte. Así que no tenían muchas más opciones. La sangrienta lucha puso en evidencia la inexperiencia de las tropas rusas, que aún no se creía lo que estaba ocurriendo.

Hitler toma el poder absoluto del ejército

El método de Hitler era sencillo: resistir hasta las últimas consecuencias, sin importar la vida de sus soldados, tal y como ordenó Stalin en los primeros momentos de la Operación Barbarroja. Quien no estuviera de acuerdo sería cesado. Así se llevó a cabo una purga entre los generales. Von Rundstedt, Leeb, Hoepner y Von Bock fueron destituidos fulminantemente por llevar a cabo repliegues. El siguiente fue el brillante estratega Guderian que, tras viajar a la Guarida del Lobo para convencer a Hitler de una retirada a una línea más cómoda para la defensa, fue apartado del frente. Estos generales habían sido los protagonistas del ofensiva en la Operación Barbarroja. Ahora ya no estaban en el campo de batalla. Las decisiones de Hitler cada vez se imponían más.

Imagen de Hitler y sus oficiales
Hitler y sus generales. En la imagen aparecen von Brauchitsch (justo a la izquierda de Hitler) y Wilhelm Keitel (a la derecha del dictador y de espaldas), Al fondo, siendo el más alto de todos, aparece Friedrich Paulus, que más adelante pasará a los libros de historia por rendir el ejército alemán en Stalingrado

Hitler toma el absoluto poder del Alto Mando de las fuerzas armadas alemanas (OKW), y ahora también el Alto Mando del Ejército (OKH). Todas las decisiones van a pasar por él. Este hecho tendrá enormes consecuencia en el destino de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial.

El frente se estabiliza

Los ataques rusos habían estado a punto de derrumbar el frente. Desesperados contraataques taponaron las brechas. Los oficiales alemanes, debido a la falta de soldados, llamaron a filas todo el que pudiera luchar: cocineros de los regimientos, ingenieros, conductores de transporte e incluso pilotos de la Luftwaffe.

A mediados de febrero, los alemanes habían conseguido establecer una línea defensiva estable. Las penetraciones rusas fueron limitadas y adolecían del material de guerra necesario. Los rusos habían podido producir armamento y tanques en una proporción mayor que Alemania, pero aún era insuficientes para llevar a cabo una ofensiva general. La inexperiencia de las tropas rusas también pasó factura. Estos dos factores fueron clave en el fracaso de aniquilar al Grupo de Ejércitos Centro. Pero marcaba una antes y un después: si bien los rusos no estaban preparados para derrotar al enemigo, ya sí lo estaban para defenderse, salvando la capital. Y lo mejor era que en los próximos meses la superioridad soviética iría en aumento.

Aviones soviéticos durante la Operación Barbarroja
Aviones soviéticos atacando posiciones alemanas en el frente de Moscú

Pero por el momento los soviéticos no podían continuar la ofensiva. A mediados de febrero de 1942 el ímpetu de ataque se va desvaneciendo. El Ejército Rojo aún no está preparado para derrumbar las defensas enemigas. Los días de febrero traen aún un invierno más duro que hace casi imposible continuar. Los rusos también están agotados. En el ataque habían perdido 500 000 soldados, y Alemania 80 000. Las cifras de bajas son muy distintas, pero a ambos les afectó por igual.

El final de la Operación Barbarroja: conclusiones




Con la llegada de marzo, el hielo fue sustituyéndose por el barro. Esto hacía imposible cualquier movimiento ofensivo durante dos meses. Ambos contendientes esperaban la campaña de verano para proseguir en su lucha de aniquilación. Los rusos no habían conseguido derrumbar al Grupo de Ejércitos Centro en la ofensiva de invierno; por su parte los alemanes, tras los meses invernales, mostrarían una capacidad de recuperación que asombraría a los Aliados.

La Operación Barbarroja estuvo a punto de lograr sus objetivos. Hitler no pudo tomar la capital, y Stalin salvó el pellejo en el último momento. Después del crudo invierno vendrían más acontecimientos, como el avance por Crimea y la batalla de Stalingrado, pero ya es historia para otro artículo. La Segunda Guerra Mundial se decidió en los meses cruciales de 1941. Si Alemania hubiese tomado Moscú, el mundo de hoy en día sería muy diferente.

¿Por qué fracasó la Operación Barbarroja?

Hay muchos factores que provocaron el colapso que sufrió la Wehrmacht de Hitler tras meses de campaña en Rusia. La climatología y la geografía son dos de los factores que más se han puesto en la mesa para explicar el fracaso alemán a la hora de lograr sus objetivos en la Operación Barbarroja. Pero hay más. Los soviéticos también lograron una milagrosa recuperación que les sirvió para una resistencia casi agónica. El nazismo y el comunismos se aniquilaron durante meses mientras que el mundo contenía la respiración.

LA SUBESTIMACIÓN DEL PODER SOVIÉTICO

La invasión alemana se basó en informes de inteligencia completamente erróneos. Habían subestimado el número de divisiones rusas, y su poder de resistencia y recuperación. Cuando las primeras bombas estallaron, los alemanes estimaban que el Ejército Rojo tendría unas 200 divisiones; conforme avanzaron por territorio ruso, el ejército alemán se topó con más de 350 divisiones. Los mismo ocurrió con los tanques, cuya estimación erró en un 50 %.

Tanques T-34 rusos
Fila de blindados T-34. Fue el tanque estrella de los soviéticos durante toda la Segunda Guerra Mundial

Pero no solo hablamos del elemento cuantitativo, sino también del cualitativo. Los tanques y aviones rusos eran superiores a los alemanes. Al empezar las hostilidades, los oficiales de Hitler se quedaron enormemente asombrados de los avanzados que estaban los rusos en la tecnología militar. Un ejemplo de esto eran los lanzacohetes múltiples o Katiusha (llamados coloquialmente órganos de Stalin). La primera vez que fueron utilizados sembraron el terror en las filas alemanas.

LA INVASIÓN DE LOS BALCANES

La invasión de los Balcanes, muchas veces olvidada por la historiografía para explicar el fracaso alemán, hay que tenerla en cuenta. Al atacar Grecia, Mussolini estropeó los planes de Hitler y retrasó un mes la invasión de la Unión Soviética. Esto tuvo como consecuencia que el invierno llegase justo en el momento de la batalla de Moscú. Además, habría pillado a los rusos aún menos preparados para la guerra.

La campaña en los Balcanes terminó asegurando el flanco de los ejércitos de Hitler, pero a un elevado precio. En Creta se destruyó mucha aviación que habría sido muy valiosa para el ataque a la URSS. De hecho, los alemanes ya no volverían a intentar una operación paracaidista de aquella envergadura. ¿Habría cambiado la historia si los alemanes hubiesen atacado Rusia un mes antes? No lo sabemos, pero es algo que hay que tener presente para explicar el fracaso del Plan Barbarroja.

LOS CAMBIOS CONSTANTES DE HITLER

Las decisiones del dictador alemán fueron un punto de inflexión en la Segunda Guerra Mundial, y aún siguen a debate. Su empeño por no tener a Moscú como objetivo prioritario, condicionó el plan Barbarroja. Quería aniquilar al Ejército Rojo, sin embargo, una estrategia más decidida por tomar la capital rusa hubiese podio provocar el colapso del país. Cuando por fin Hitler priorizó tomar Moscú, ya era demasiado tarde. El ejército alemán ya estaba muy cansado, el invierno se había echado encima, y los rusos había podido recuperarse para, al menos, resistir la ofensiva.

Soldados alemanes asesinando a un civil ruso durante la Operación Barbarroja
En la imagen se aprecia el asesinato de un civil ruso a manos de soldados alemanes de las SS durante la Operación Barbarroja

Después del fracaso de la Operación Barbarroja, Hitler tomó el mando supremo del ejército. No es casualidad que el declive del imperio nazi comenzase en Rusia. Sus decisiones dejaban cada vez más a un lado las cuestiones tácticas y empujaban hacia una resistencia irracional. El éxito nazi se basó en un equilibrio entre los deseos del dictador y la autonomía que tenían sus oficiales en el campo de batalla. Este equilibrio se rompió tras el fracaso en la batalla de Moscú.

LAS INMENSAS DISTANCIAS DE RUSIA

Las grandes distancias es otro factor que explica la derrota. Sin duda, la vastedad del territorio ruso no ayudó. Las líneas de aprovisionamientos se alargaron de forma excesiva. Cuando llegó el mal tiempo, el barro y la nieve pusieron a prueba la organización de la logística alemana. Pero también tuvo un efecto psicológico en el soldado alemán. El avance por el país nunca terminaba, a pesar de los continuos triunfos.

Panzer IV alemán durante la Segunda Guerra Mundial
Panzer IV alemán en unas maniobras de entrenamiento antes de la invasión de la Unión Soviética

Stalin ya tenía planeado proseguir la guerra desde Siberia si el enemigo tomaba la capital. La enorme extensión del país era una enorme ventaja con la que contaba la Unión Soviética. El traslado de las fábricas al este tenía ese objetivo, además de impedir que la Luftwaffe atacara la industria de guerra y colapsara al país. Los alemanes aniquilaron una y otra vez las divisiones rusas, pero las dimensiones del país impidieron la victoria.

EL INVIERNO RUSO

Una parte de la historiografía considera el tiempo como un factor decisivo en la derrota alemana. ¿Qué hay de verdad en esto? Aquí hay mucho debate. Sin duda, el tiempo tuvo una influencia muy importante: agotó aún más al soldado alemán, dificultó la logística y el aprovisionamiento de tropas, estropeó tanques, obstaculizó la salida de la aviación para apoyar las operaciones en tierra e impidió ofensivas alemanas más rápidas y coordinadas. Pero hay que tener en cuenta que el Ejército Rojo también estaba sufriendo el frío, aunque le beneficiaba en la medida en que los alemanes se paralizaban.

Dio la casualidad, además, que el invierno ruso se adelantó a octubre. Justo en el momento que los alemanes debían hacer un supremo esfuerzo por tomar Moscú, la climatología adversa se intensificó. Las tropas no estaban equipadas con ropa de invierno sencillamente porque Hitler no había planeado una campaña más allá del verano. El frío vino a terminar de colapsar a un soldado alemán ya extenuado por el constante avance por Rusia. En resumen, el tiempo fue un factor importante, pero no el único que explica la derrota alemana.

LA FEROZ RESISTENCIA RUSA

Los alemanes sufrieron una resistencia que no se habían encontrado en otros países de Europa. Algunos generales llegaron a afirmar que el soldado ruso había que matarlo dos veces. Esta resistencia compensó las enormes deficiencias en cuanto a organización y estrategia del Ejército Rojo. También sirvió para tapar los incontables errores de Stalin, y ayudó a ganar tiempo para trasladar la industria más allá de los Urales para producir más material de guerra.

La feroz oposición de las divisiones rusas, sobre todo cuando eran cercadas, retrasaba mucho el avance alemán. En incontables ocasiones las divisiones Panzer debían frenar su rapidísimo avance para esperar a la infantería y no dejar zonas del frente descubiertas. Una infantería que se afanaba sin descanso en aniquilar a un enemigo que nunca se rendía. A pesar de la espectacularidad del avance de la Wehrmacht por Rusia, la penetración habría sido incluso más rápida sin la oposición suicida de los soviéticos.

GRAN CAPACIDAD DE RECUPERACIÓN DEL EJÉRCITO ROJO

A pesar de las desastrosas derrotas de los primeros meses de conflicto, los rusos se recuperaron para sorpresa de los alemanes. Durante junio, julio, agosto y septiembre, el Ejército Rojo había estado a punto varias veces de desintegrarse, sin embargo, siempre aparecían nuevas tropas para evitar el colapso, o taponar los huecos. La Unión Soviética consiguió producir más aviones, tanques y artillería que Alemania, aunque después todos estos recursos se desperdiciaran con una pobre estrategia.

Katiusha soviéticos, llamados órganos de Stalin durante la Operación Barbarroja
Los Katiusha, denominados órganos de Stalin, era una artillería de lanzacohetes móviles tremendamente destructiva. Cuando aparecieron por primera vez, sembraron el miedo y la destrucción en las filas alemanas. Una vez más, la innovación tecnológica soviética sorprendía a los alemanes.

Stalin consiguió movilizar a todo el país a costa de horrorosos sacrificios y de, claro está, la muerte de millones de compatriotas suyos. Inclinó la balanza de la producción y, ayudado por el tiempo, la resistencia inhumana de sus tropas y unos cuantos generales competentes, obró el milagro parando al enemigo en Moscú. El milagro ruso se vería con más fuerza a partir de 1943, con un avance imparable que les llevaría hasta Berlín.

LA DECISIÓN DE JAPÓN DE ATACAR EEUU Y NO LA URSS

Es otro factor a tener muy en cuenta. Si Japón se hubiese decidido por atacar a la Unión Soviética por la costa del pacífico, el país se habría derrumbado. Pero finalmente el imperio japonés se decidió por dar un golpe decisivo a Estados Unidos en el Pearl Harbor. Esto posibilitó que Stalin concentrase todas sus fuerzas en el frente occidental, y movilizase a su competente y preparado ejército de Siberia.

Consecuencias de la Operación Barbarroja ¿Cuántos muertos hubo?




La Operación Barbarroja dejó unas cifras espantosas que aún siguen a debate. La Segunda Guerra Mundial fue el primer conflicto total de la historia donde las víctimas civiles superaron ampliamente a las militares. Los alemanes consiguieron adentrarse 1200 kilómetros por territorio enemigo. El 40 % de la población rusa y el 35 % de su industria quedaron en sus manos.

Se ocasionó a los rusos casi 5 millones de bajas militares, de las cuales más de 3 millones fallecieron. Aproximadamente otros 5 millones fueron víctimas civiles. En total, entre 9 y 10 millones de muertos desde el comienzo de la invasión hasta enero de 1942. Miles de ciudades y pueblos fueron completamente destruidos. Y estas cifras solo son de los primeros 6 meses de guerra de la Unión Soviética. Aún le quedarían episodios muy traumáticos, como el avance por el Cáucaso de los ejércitos de Hitler y la batalla de Stalingrado. La URSS sería el país que, con una enorme diferencia con respecto al resto de contendientes, más víctimas tendría. Los últimos estudios apuntan a que hubo 50 millones entre fallecidos y desaparecidos en Rusia en toda la Segunda Guerra Mundial.

Se estima que los alemanes tuvieron más de 200 000 muertos desde la invasión (junio de 1941) hasta que consiguieron frenar la ofensiva rusa en Moscú (febrero de 1942). Sin contar con los desaparecidos, que se estiman en aproximadamente 50 000.

Mapas explicativos de la Operación Barbarroja

El primer mapa que se muestra corresponde al equilibrio de fuerzas de las dos potencias europeas justo antes de la invasión nazi de la URSS. Alemania controla casi toda Europa occidental, exceptuando Gran Bretaña (que sigue resistiendo), España y Suecia (ambos países neutrales). En la zona oriental europea, Hitler controla Polonia occidental y toda la zona de los Balcanes. Los países bálticos siguen en manos soviéticas, así como también Bielorrusia y Ucrania. Sería en Polonia donde los alemanes concentrarían todas sus fuerzas para lanzarse al ataque de Rusia.

Mapa de Europa en 1941, justo antes de la Operación Barbarroja
Mapa de Europa en 1941, justo antes de la Operación Barbarroja

En este otro mapa sobre la Operación Barbarroja se puede observar las diferentes direcciones que tomaron los 3 grupos de ejércitos alemanes cuando cruzaron la frontera rusa. Uno por la zona del Báltico y hacia Leningrado; otro por la denominada Rusia blanca, en dirección a la ciudad de Minsk, y cuyo objetivo final es Moscú; el tercer ejército se lanzó por Ucrania para conquistar Kiev y Jarkov, para luego seguir hasta el Cáucaso.

Operación Barbarroja: la invasión de Hitler de la Unión Soviética
Operación Barbarroja.

En este último mapa se puede ver con claridad la máxima penetración alemana en la URSS hacia el mes de diciembre de 1941. En el norte asedian Leningrado, mientras que en el frente central están rodeando Moscú. Por el sur, los ejércitos de Hitler conquistaron Crimera y, hacia diciembre, tenían a tiro la ciudad de Rostov. Este frente quedará como objetivo secundario mientras se intentaba concentrar las fuerzas para conquistar Moscú. Cuando no se pudo tomar la capital, los alemanes siguieron avanzando imparables en este frente durante 1942, hasta que se toparon con la ciudad de Stalingrado.

Frente oriental de la Segunda Guerra Mundial en 1941
Estado del Frente Oriental en diciembre de 1941

En el siguiente vídeo tenéis el avance de la Wehrmacht en tiempo real durante toda la Segunda Guerra Mundial, así como la posterior contraofensiva del Ejército Rojo.

¿Qué importancia tuvo la Operación Barbarroja?




La invasión alemana de la URSS inauguró un tipo de guerra que hasta el momento no se había visto nunca. Era una guerra total de exterminio con unas dosis de violencia y destrucción que no se han vuelto a igualar en la historia. Los muertos soviéticos durante toda la Segunda Guerra Mundial así lo atestiguan. Los alemanes buscaban someter Rusia, exterminar su población, diezmar sus recursos y crear una colonia.

Supuso también una guerra racial con un trasfondo racista. Para Hitler el eslavo era un infrahumano dominado por la ideología judeo-bolchevique. Dejó muy claro ante sus generales que en la campaña de Rusia no se harían prisioneros. Mientras los generales conquistaban territorio y miraban para otro lado, las fuerzas nazis exterminaban a la población en retaguardia.

Desde el punto de vista histórico, la Operación Barbarroja significó un punto de inflexión en la guerra. En enero de 1941, las invictas tropas de Hitler eran frenadas por primera vez en Moscú. La ofensiva rusa sorprendió a los alemanes, y estos se vieron replegándose. Aunque el avance alemán continuó el 1942 por Stalingrado y el Cáucaso, la batalla de Moscú marcó un antes y un después. Los rusos se recuperaron, comenzaron a producir en masa armamento y frenaron al enemigo. Stalin suplicaba una y otra vez a los Aliados para que abrieran un nuevo frente que aliviase la presión en su territorio. El desembarco de Normandía no se produciría hasta 1944, y la URSS tendría que llevar todo el peso de la guerra.

Libros sobre la Operación Barbarroja

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Oferta Operación Barbarroja III. El Invierno Ruso. Unión Soviética Junio De 1941
Un Enigma Llamado Operación Barbarroja
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Oferta Operación Barbarroja I. La Invasión De La URSS. Unión Soviética. Junio De 1941

Los mejores documentales sobre la Operación Barbarroja




Hay incontables documentales sobre la Segunda Guerra Mundial, pero cuando hablamos del frente oriental, nos encontramos que no abundan. La historiografía, la literatura y el cine se han centrado en todos los acontecimientos ocurridos en el frente occidental, sobre todo tras la entrada de Estados Unidos en el conflicto. Pero no podemos ignorar que la Unión Soviética llevó casi todo el peso de la guerra contra Alemania, y que solo pudo verse aliviada cuando los Aliados abrieron un nuevo frente en Normandía.

Os dejamos unos cuantos documentales que se centran en la Operación Barbarroja, y algún que otro documental imprescindible sobre el conflicto mundial que no debes perderte si eres un aficionado al tema.

  • Operación Barbarossa
  • 2GM, el precio del imperio: Operación Barbarroja
  • Apocalipsis, la Segunda Guerra Mundial. Capítulo 5: Los aterrizajes
  • Apocalipsis: Stalin

Bibliografía básica

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OPERACIÓN BARBARROJA: la invasión de Rusia por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial
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OPERACIÓN BARBARROJA: la invasión de Rusia por Hitler durante la Segunda Guerra Mundial
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La Operación Barbarroja fue el nombre en clave que pusieron los alemanes para la invasión que llevarían a cabo de la Unión Soviética en 1941, en plena Segunda Guerra Mundial. Muchos historiados están de acuerdo en afirmar que fue la operación militar terrestre más grande de la historia, pero también la más violenta. En solo unos meses de guerra, millones de almas dejaron de existir. La crueldad de los nazis en su ataque, calificando la agresión como una guerra ideológica, y la resistencia desesperada de los rusos, bañó de sangre Rusia. El nazismo contra el comunismo, Hitler contra Stalin. Barbarroja es un claro ejemplo de la locura humana. Los dos ejércitos más grandes del momento estaban preparados para exterminarse
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Deguerra

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